La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de los Servicios Financieros (Condusef) ha dado a conocer que en el primer semestre del 2015 las multas a las instituciones financieras han crecido en quince millones de pesos en relación a con la cifra del mismo semestre del año pasado. El número de quejas presentadas por los usuarios en contra de las instituciones bancarias también se incrementó en doce por ciento para el mismo periodo, y vale señalar que el 98 por ciento de estas estuvieron motivado por malas prácticas, abusos y cobros indebidos realizados por los bancos.
No resulta extraño que las cuatro instituciones que más sanciones presentan son justo las que tienen mayor valor en activos, mismas que se encuentran entre las diez entidades financieras más grandes de América Latina: Bancomer, Banamex, Banorte y Santander. Y es que son estas cuatro corporaciones las que con contratos leoninos y usureros han concentrado desde hace años el crecimiento de las ganancias del sector financiero nacional, mismas que, pese al entorno de contracción económica, el año pasado vieron incrementadas sus utilidades en un 23 por ciento, incremento que aglutinaron en su mayoría estas cuatro corporaciones bancarias.
El abuso hacia los usuarios de los servicios financieros no es un hecho aislado ni su crecimiento es producto, como lo ha pretendido señalar el titular de la Condusef, de la mayor bancarización de la economía, sino que se encuentra institucionalizado en los productos y servicios a través de los contratos de adhesión de servicios financieros, y pese a la limitada penetración del crédito en la actividad empresarial, los bancos sostienen sus paraísos rentísticos.
Un informe recientemente dado a conocer por el Banco de México, denominado Reporte sobre las condiciones de competencia en el otorgamiento de crédito a Pymes, da cuenta de que las microempresas pagan créditos tres por ciento más caros en comparación con las empresas medianas, además de que evidencia el profundo desdén del sector financiero hacia este grupo de empresas puesto que son apenas 32 bancos y al menos 329 intermediarios financieros no bancarios los que ofrecen crédito a las pequeñas y medianas empresas del país. El estudio destaca además los oferentes de crédito a micro y pequeña empresa no se disputan a los clientes de manera intensa.
Las corporaciones bancarias en el país han mantenido sus privilegios a costa del crecimiento de la economía y las cifras dan cuenta de una oferta de créditos de mala calidad, poco accesible a las pequeñas empresas y a costos elevados.
Las condiciones intocables de los bancos en el país son retratadas por un reciente reporte de la firma SNL Financial, que detalla que en el país operan cuatro de los diez bancos más grandes de América Latina, mismos que no han visto efecto alguno en el valor de sus activos pese a la depreciación que ha venido sufriendo la moneda mexicana.
El crédito y los servicios financieros resultan elementos estratégicos para el desarrollo de la economía nacional, lo que de suyo les otorga el objeto de interés público. Sin embargo, la usura campea en este sector que sigue siendo un escollo de la competitividad del país, más que un impulsor de la misma.
Resultaría urgente que se discuta en el país una reforma financiera integral que ponga en el centro el desarrollo de la economía y no los intereses de la banca. Esto podría comenzar con la regulación del diferencial de las tasas de interés, las comisiones que cobran los bancos por los servicios financieros, así como por elevar las multas que cobra la Condusef por los abusos de estas corporaciones. Mientras esto no ocurra, la confesión del agio y la usura seguirá siendo el pecado de una economía que tendrá banqueros ricos con empresas pobres.
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