
Ciudad de México.- 53.1 millones de mexicanos se encuentran en lo que la medición actual considera como pobreza, estos representan el 45.5 por ciento de la población nacional. Para el gobierno federal este parece ser más un problema de gente que no tiene ganas de trabajar que el de un sistema que estructuralmente está negándole oportunidades al grueso de la sociedad.
La titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), Rosario Robles Berlanga, al conocer que entre 2010 y 2012 la cantidad de pobres aumentó en medio millón, consideró que ahora sería mejor condicionar el multimillonario apoyo de Oportunidades al trabajo. Seguramente piensa que los pobres están así por no querer trabajar.
Si así fuera, entonces los índices de empleo no estarían apenas por encima del cinco por ciento. Los mexicanos pobres (para no decir los pobres mexicanos) trabajan bastante, prueba de ello es que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que México es el país donde la gente trabaja más, dos mil 250 horas al año, 500 horas más que el promedio.
Lo insultante es que mientras el promedio de ingresos de los 34 países de la OCDE es superior a los 34 mil dólares anuales, en México en promedio se perciben nueve mil 885 dólares anuales (alrededor de 123 mil pesos), que para Michoacán ya sería una buena lana, cuando el promedio de ingresos anuales es apenas superior a los 60 mil pesos.
Robles Berlanga junto con otros sesudos analistas aseguran que la política más efectiva para combatir la pobreza es el crecimiento económico, pero el neoliberalismo sólo ha demostrado ser un buen antídoto para ese crecimiento; desde 1982, el promedio de crecimiento anual es apenas superior al uno por ciento. Entonces por qué insistir con mayor liberalización, llámese inversión extranjera en Pemex.
Pero tienen razón en algo, si Oportunidades está condicionado a la educación de los menores, con becas paupérrimas (pero que de algo sirven), qué sentido tiene ir a la escuela cuando en el plano laboral no existen esperanzas reales de obtener un empleo, por lo menos no en México, entonces Oportunidades es un subsidio para que Estados Unidos reciba trabajadores un poco más capacitados.
Esto es algo que dentro de poco se esgrimirá, pero no como crítica al neoliberalismo, sino como crítica de los empresarios a la política social, crítica que se va a extender a las clases medias, o a quienes se creen parte de ella, para que empiecen a exigir que ya no se den más estos apoyos, pues es tirar dinero a la basura.
Es simplista querer relacionar directamente a la pobreza con el engrosamiento de las filas del crimen organizado, pero si el trabajo está tan abaratado no parece sorprendente que por cuatro salarios mínimos mensuales estén dispuestos a cometer los peores delitos hasta contra quienes parecen objetivos bastante complejos.
Los pobres y los vulnerables
Como si las cifras no fueran ya bastante desoladoras, hay otros 40.1 millones de mexicanos en la tablita, pues se les considera vulnerables y les bastaría un pequeño empujón para pasar a engrosar la lista de los pobres. Considerando que 71.8 millones no cuentan con seguridad social, la enfermedad de algún familiar sería ese empujón.
Sumando esos vulnerables, en México ocho de cada diez personas son pobres o están en serio riesgo de serlo.
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