
En una entrevista para medios locales y nacionales en el marco del Encuentro Nacional para Diputados Locales del PRD, acontecida los días 2 y 3 de septiembre aquí en Michoacán, Pablo Gómez externó: “La crisis en el PRD es muy profunda porque no tiene dirección política, me parece que es muy grave”, estimó sobre el partido al que pertenece. Considera que el sistema de partidos está en crisis en México pero cada uno de ellos tiene su propia crisis: “La crisis del PRD es muy profunda, tenemos ya años con ella y se caracteriza por la falta de un plan de poder que debe tener todo partido, por eso se organizan, para buscar el poder político, no lo tiene, no tiene una dirección, nunca se sabe qué va hacer, o sea, es un desastre”. Creemos que pocas expresiones son tan claras y puntuales, mucho de lo que se tenga que decir del partido del sol azteca puede resumirse de esta manera. La interrogante no es analizar si está en crisis o no, lo importante es descubrir a la persona y las acciones que emprendan para sacarlo de tal situación, que se conformen con vivir a expensas de otros o de plano apostarle a su evaporación.

(Foto: Cuartoscuro)
¿Cómo es posible que un partido que nació de un movimiento popular, de una inconformidad social, y desde luego, de otra visión e interés público, que obtuvo gran recibimiento de una sociedad ávida de nuevas opciones, de nuevas esperanzas y de otros liderazgos, haya echado por la borda casi 30 años de vida y de experiencia política? Hacemos referencia al pasado porque pareciera que no hay presente, ni mucho menos habrá futuro; literalmente no está muerto porque tiene reconocimiento del INE, porque sigue teniendo presidentes municipales, diputados, senadores y uno que otro gobernador con auténticas credenciales perredistas; pero hoy su fuerza social es muy limitada porque una cosa es hacer alianzas con otros partidos, por muy distantes ideológicamente que sean, y otra es tener la capacidad y la aceptación para luchar por sí mismo, por lo que un día tuvo y lo está perdiendo; una cosa es servir de comparsa al presidente de la República y la otra muy distinta es tener el fervor y la confianza del pueblo. Nadie duda que el PRD es un grupo privilegiado que sigue compartiendo las canonjías que entrega el instituto electoral o viviendo de milagro con las posibilidades que regala el sistema político mexicano, pero otra cuestión muy distinta es que la población se ilusione de nuevo con ellos, tal y como sucedió en tiempos recientes.
Mucho se ha hablado de los grupos que lo formaron, que lo impulsaron, pero también que posteriormente lo destruyeron. Tuvieron la posibilidad de gobernar para el pueblo y con el pueblo como reza una máxima, de ser eficaces, de ser sensibles, de ser honestos, pero muy pocas administraciones estatales han entregado buenas cuentas; algo semejante ocurre en los municipios donde son o fueron gobierno, la gente ha ido perdiendo la confianza en ellos, nadie ha llenado, ni llenará, los zapatos de un Cuauhtémoc Cárdenas, de un Heriberto Castillo o de un Andrés Manuel López Obrador; ni los Chuchos, ni los Noroña, ni Mancera, ni Silvano, mucho menos las Barrales; así le podríamos seguir y no existe personaje alguno que tenga carisma, aceptación con la ciudadanía y sobre todo que sea capaz de sacudirse intereses personales o de grupos, que lidere noblemente los anhelos de una sociedad muy sacrificada.
Los perredistas han tenido reuniones con el propósito de reunificarse para sacar a flote el barco, que si le pusieran un nombre tendría que llamarse Titanic; pero siguen existiendo los egos, las ventajas y sobre todo la ambición; presidentes del partido van y vienen y nadie tiene los arrestos para mejorar el enfermo y sacarlo de terapia intensiva; se habla de un nuevo nombre, de una nueva postulación de principios, de nuevas políticas sociales y de la desaparición de tribus y compadrazgos, la verdad pudiera ocurrir todo eso, pudieran conformar un nuevo esquema, pueden hasta ponerse de cabeza, pero si no cambian la gente que tiene cooptado el poder, si no existen nuevos liderazgos, más limpios y eficaces, simplemente harán una simulación pues sabemos que cuando alguien se encuentra grave es demasiado ingenuo tratar de aliviarlo con puras pastillitas.
Estamos conscientes de que los últimos “triunfos electorales” que obtuvo el PRD fueron a expensas del Partido Acción Nacional, ganaron gubernaturas y posiciones legislativas pero entraron como partido satélite o de plano como rémoras políticas; en las entidades que fue sin alianzas de dieron una paliza, a excepción de Tlaxcala, los votos del electorado le han dado la espalda tal como ellos le dieron la espalda al pueblo, ya sea por intención o por incapacidad, pero así ha sucedido.
Seamos claros, para 2018, si desean ir solos rumbo a la Presidencia, únicamente tienen dos cartas para jugar, Miguel Ángel Mancera, de la Ciudad de México, y Silvano Aureoles Conejo, gobernador de Michoacán. El sueño de Graco Ramírez, del estado de Morelos, es sólo eso, un sueño, porque de plano no obstante tener una trayectoria de lucha en favor de la democracia y de grupos sociales vulnerables, está muy desgastado y existen muchas dudas en cuanto a su desempeño y en cuanto al manejo de finanzas públicas se refiere. Mancera y Silvano se han dejado querer por compañeros de partido y por propios militantes; no obstante, deberán luchar contra reloj por mejorar su imagen, primero en su propio territorio porque los problemas de inseguridad pública, de efervescencia con grupos sociales y los problemas financieros que enfrentan son aspectos elementales que deben solucionar. Si bien a Mancera lo apoyan los Chuchos, a quienes muchos consideran los dueños del partido, Silvano tiene otros grupos que lo respaldan, además de contar con aceptación del mismo gobierno federal. Así que la moneda está en el aire.
Pero como dijo Carlos Salinas, “no se hagan bolas”, la posibilidad de que el PRD mande candidato por sí mismo es muy complicado y quizá hasta arriesgado para la sobrevivencia del instituto; lo más seguro es que vayan de la mano rumbo a Los Pinos con Acción Nacional, apostando que el candidato o abanderado será de color blanquiazul porque uno de color negro y amarillo que represente ambas fuerzas será poco menos que imposible. De modo que el PRD debe jugarse el todo por el todo; por lo pronto deberá demostrar en breve que tiene el verdadero propósito y la capacidad para ser buen gobierno, para rescatar con trabajo y dedicación lo que hace años ganó y que por méritos propios en poco tiempo, perdió. Mientras tanto Morena y El Peje se están frotando las manos. No todo está perdido, Winston Churchill exclamo: “La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa; en la guerra podemos morir una vez, en la política, muchas veces”. O sea, aún hay esperanza para el perredismo.
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