
Hace ochos días, con motivo del recital de flauta y piano que se dio en el Conservatorio de las Rosas, en el marco del Festival de Música de Morelia, dije que una pieza para flauta sola no es atractiva y llega a ser aburrida pues no puede ofrecer más que melodía, por no poderse dar con ella más de una nota a la vez. La melodía puede ser larga o corta, rápida o lenta, fea o hermosa, pero consiste sólo en una sucesión de notas solas, sin acompañamiento alguno. Pueden sucederse sin interrupción alguna pero no pueden ser dos simultáneas. Esto sucede con todos los instrumentos de aliento, ya sean maderas (flauta, oboe, clarinete, fagot, saxofón) o metales (corno, trombón, trompeta, tuba). Resulta que la melodía está desnuda, sin algo que la cobije, que la adorne, la matice o la refuerce, sin nada que la haga lucir, sin algo que le dé significado.

(Foto: Héctor Sánchez)
Es como si en el lenguaje verbal sólo existieran las letras vocales. Ellas pueden prolongarse, sucederse sin interrupción alguna y hacer una melodía (vocalización), pero nada son capaces de decir por sí solas, requieren de las consonantes, que las maticen y enriquezcan, tanto que acaban por ser palabras con verdadera belleza y significado. Son los mejores medios de comunicar ideas.
Las consonantes de la música son los sonidos que pueden ser hechos simultáneamente a las notas melódicas, ya sea con el mismo instrumento (piano, cualquier clave e instrumentos de cuerda), o con otro instrumento que acompañe al limitado que sólo puede tocar una nota a la vez. Y así se hace la música desde hace muchos siglos, con melodías que se pueden cantar y armonías que las acompañan, las hacen lucir y les dan significado.
Por otra parte, hace unos días rescaté de mis viejos archivos de música casi olvidada, las grabaciones de un magnífico conjunto de son jarocho, Son de Madera, entre las cuales encontré un par de discos que son verdaderos ejercicios académicos de rasgueo y punteado de sones clásicos, pero que no están cantados.
Sucede lo contrario de lo que acabo de decir de la flauta sola; casi sólo hay armonía, sólo hay cobijo, sólo hay acompañamiento para algo que no existe. Son ejercicios intelectuales pero sin emotividad, pues no está la parte cantable de la música, la melodía. Es como un lenguaje verbal de sólo consonantes y sin vocales. Es un rico y hermoso continente, pero sin contenido. Esto no aburre, pero inquieta, pues cuenta nos damos pronto que algo esencial y primigenio le falta a la música. Se acaba por no disfrutarla a cabalidad.
Por fortuna, la gran mayoría de la música que escuchamos: clásica, popular, folclórica y hasta comercial, tiene estos dos elementos estructurales. Se le agrega el ritmo, más antiguo que la melodía y la armonía, elemento que comparte con la poesía. Pero de eso quizá diremos otro día. Por hoy, hasta la próxima.
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