La dignidad humana, de conformidad con nuestro marco jurídico positivo y los tratados internacionales suscritos por el Estado mexicano y ratificados por el Senado de la República, se encuentra por encima de cualquier consideración migratoria, política, de género, de política económica, cultural, étnica, religiosa o de otra índole, ya que la condición de persona no depende de los requisitos legales o del cumplimiento de procedimientos administrativos para existir. Existe previo al surgimiento del Estado, nace con el mismo ser, con el ser humano.

(Foto: Especial)
Se torna interesante el discurso del presidente Trump en términos de la descalificación y odio de que son objeto los migrantes legales, pero principalmente los ilegales en la Unión Americana.
Este discurso violento representa el surgimiento de un discurso de odio contra las personas en contexto de migración, entre las cuales se encuentran mexicanas y mexicanos, pero también latinoamericanos.
El discurso se ha empezado a divulgar en distintos sitios y pone en riesgo a los migrantes latinoamericanos, pero con más énfasis a los connacionales.
El discurso legitima diferentes formas de violencia, rechazo y discriminación, las cuales se presentan cada vez con mayor fuerza en las calles, colegios, lugares de trabajo y las redes sociales de Estados Unidos; una gran cantidad de migrantes ilegales tienen miedo y se encuentran encerrados en sus domicilios, temen a las deportaciones y al ejercicio de la fuerza de seguridad pública, pero también de una sociedad xenófoba que les señale para ser deportados.
Así, el odio pretende imperar en el imaginario colectivo de los estadounidenses con palabras que intimidan, discriminan y promueven la violencia; siendo estos los denominados mecanismos de opresión para someter a las clases más vulnerables, los migrantes indocumentados.
Procesos históricos nos han enseñado de la importancia para quienes desean someter y disciplinar los cuerpos el promover la visibilidad de estos grupos y a la vez utilizar el lenguaje de odio por medio del cual se recurre al insulto, al maniqueísmo y la descalificación para promover la deshumanización de grupos humanos, cosa que fue y ha sido recurrente; esto sucedió previo a su eliminación física de estos grupos sociales; baste recordar la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, sometió a judíos, personas con discapacidad, homosexuales, entre otros.
El discurso de odio, consideramos, no puede pasar inadvertido, debe ser respondido con inteligencia, con datos duros, con razonamientos jurídicos, pero no con violencia; se debe evitar la provocación de quienes descalifican y odian, y aprender a responder con inteligencia, con raciocinio, pero también siendo prudentes, porque hay un fino hilo que se puede romper por una diatriba innecesaria. Nunca fue más importante la realización de la defensa de la dignidad humana con el marco jurídico del respeto a los derechos humanos, a la integridad de la persona, a la solidaridad y desde luego a la inclusión.
Hoy, nos parece, creo debería ser así, la sociedad organizada tiene mucho que aportar para superar la debilidad de nuestro Estado de Derecho, la desigualdad, la impunidad, corrupción, violencia e inseguridad, y así generar una nueva forma de ciudadanía y sociabilidad sustentada en un acuerdo fundamental en que mexicanas y mexicanos nos comprometamos y responsabilicemos por asumir los valores democráticos y los derechos humanos como una forma de identidad ética, donde el respeto a la dignidad de las personas, así como la vigencia y aplicación de la ley, sean una constante y no sólo una aspiración. Insisto: necesitamos trabajar en gobernanza y no sólo en gobernabilidad, requerimos apoyar eficientemente a los connacionales en Estados Unidos.
Debemos estar pensando y actuando en una verdadera revolución cultural, incluida la cultura de la legalidad y de los derechos humanos que todos requerimos.
Por otro lado, este fin de semana tuve la oportunidad de coadyuvar en procesos de formación e información en distintos municipios, lo hice el domingo en Ziracuaretiro con las autoridades municipales, a donde les acompañé a una caminata muy interesante y llena de colorido para concluir en el Auditorio Municipal, donde me tocó disertar sobre la importancia del respeto a la dignidad humana y el compromiso social e institucional para fortalecer en el diseño de la política pública el desarrollo, la paz, la igualdad, la paridad, la equidad y el fin a la violencia y los feminicidios.
Las autoridades municipales y las organizaciones de la sociedad civil serán fundamentales en este reencuentro de voluntades para, en gobernanza, mejorar las condiciones de vida de la población, mujeres, niñas, mujeres adultas, mujeres con discapacidad, mujeres indígenas, mujeres viviendo VIH/Sida, al cabo mujeres, y no sólo mujer como en ocasiones se aprecia.
En Jiquilpan, también este fin de semana, tuve la gran oportunidad, siempre agradecido con las autoridades, de haber disertado sobre el asunto de las mujeres y su desarrollo y paz social, en la plaza pública, y desde luego de haber tenido el honor de entregar el máximo galardón para la mujer Jiquilpense 2017, Profesora María de Jesús Marrón, a la maestra Martha Patricia Méndez Rocha.
Paty, como es conocida por sus compañeros y quienes somos sus amigos, lo recibe acompañada de su familia y de sus amigos y amigas más cercanos, haber tenido el honor de entregarlo a una mujer tan exitosa como ella me da la esperanza de que el galardón se constituye como una palanca para el fortalecimiento de las mujeres que trabajan, desarrollan, generan y transmiten conocimientos los demás.
Mi felicitación a los compañeros servidores públicos que trabajan en los ayuntamientos de Jiquilpan y Sahuayo y que desempeñan labores tendientes a mejorar las condiciones de vida de la población.
Finalmente, un reconocimiento a la Universidad de la Ciénega, que continúa trabajando en favor de la igualdad, del respeto a la dignidad humana y al reconocimiento de la diversidad como oportunidad de vida y riqueza social.
Hoy la existencia de un Observatorio de Género nos da la esperanza de que hay un trabajo comprometido, como siempre, desde la academia.
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