¿En tiempos de la posmodernidad deberíamos hablar de orgullo o de dignidad humana cuando de la diversidad se trata o se debería asumir el valor y respeto de la dignidad y después autoafirmarse o reivindicarse?
La dignidad humana es definida de manera específica por cada una de las ciencias sociales, así podemos encontrar aproximaciones al concepto de dignidad desde la psicología, la biología, la antropología, la religión, incluso la filosofía, los mismos derechos humanos tienen su definición.

(Foto: Cuartoscuro)
De esta manera parece ser que estamos moviéndonos en un terreno donde lo humano y la dignidad son dinámicos, no estables, y responden a cada momento de la historia donde se realice el análisis.
Desde la teoría del conocimiento, partiendo de la antigua Grecia, la dignidad era definida desde la filosofía de Platón y Aristóteles como la de un sujeto social que estaba dotado de un alma racional.
En cuanto a lo religioso, Santo Tomás añade a la posición aristotélica que el hombre es un ser social, pero “creado a imagen y semejanza de Dios”.
En la Edad Media la razón se vio limitada porque se llegó a pensar que a mayor uso de ella, mayor grado de humanidad, lo que provocó que se clasificara al ser humano de acuerdo con el grado de razón, así que a las personas con uso limitado de razón se les negara la categoría de seres humano.
De igual manera se llegaba a pensar que a quienes se alejaban de la vida social o tenían alguna limitación para establecer relaciones sociales, no se les podía considerar parte de la vida pública.
Por otro lado, durante el Renacimiento y la Ilustración la dignidad se definía a partir de la visión antropocéntrica, donde las características del ser humano eran la libertad y la voluntad.
En ese mismo periodo Giovanni Pico della Mirándola consideró al humano como “omnipotente”, era el intermediario de todas las criaturas, esto es, un ser superior.
Para Immanuel Kant su posición está sustentada en plantearse la dignidad como un valor común e invariable atribuido a las personas.
Para Karen Castillo la dignidad es “característica propia de toda persona, no es algo que deba reconocerse, sino que está por encima de toda valoración individual, incluso por encima de cualquier pretensión de negarla”.
En tanto que para Thomas de Konick, en el libro de la dignidad humana expresa que “todo ser humano posee una dignidad inalienable que está por encima de cualquier precio y que no admite equivalente alguno pues no tiene un valor relativo, sino absoluto”.
Visto así, consideramos que no podemos tomar a la dignidad humana de manera vertical (a imagen y semejanza de Dios), sino de manera horizontal, reconociendo al ser humano un valor igual a todas las personas, sin ideologías, sin racismo, sin clasismo, sin homofobia, xenofobia, neocolonialismo o prejuicios que vulneren su condición humana.
Dignidad humana debe ser entendida como la condición que guarda cada ser humano sólo por ser humano y que esto le es independiente si tiene o no dinero, si tiene o no una condición sexual diferente a la heterosexual, si tiene o no una identidad de género o expresión de rol de género, si tiene o no religión. Esto es, la dignidad no depende de cuestiones económicas, políticas, sociales, culturales o de cualquier otro aspecto; es más, la dignidad nos ayuda a entender que la misma está por encima de cualquiera de estas posiciones.
En este sentido y precisando, si una persona tiene una discapacidad física, mental o intelectual, visual o bien auditiva y es al mismo tiempo indígena viviendo con una enfermedad infecto contagiosa, y también es homosexual, en todo caso su dignidad seguirá siendo la misma que la de una persona blanca, heterosexual, sin discapacidad, no indígena, que no tiene VIH/Sida, porque la dignidad está por encima del clasismo, racismo, homofobia, xenofobia, el sexismo, el neocolonialismo.
Si aceptamos la dignidad humana como inherente al ser humano, entonces debemos reconocer que la dignidad humana es un fundamento, es un valor, no es un derecho. Y que este valor por sí mismo representa respeto y será en todo caso la base de los derechos humanos que se le deben de proteger, respetar y garantizar a la persona por el solo hecho de ser persona humana.
Por otro lado tenemos el concepto de “orgullo”. Esta palabra puede tener una connotación positiva o negativa, de acuerdo con su uso e intensión. Orgullo será un término despectivo cuando se refiere a un sentimiento excesivo de satisfacción que una persona tiene de sí mismo, de conformidad con sus características, cualidades y acciones. Una persona orgullosa muestra sentimientos de soberbia, se es altivo, vanidoso, arrogante y en distintas ocasiones se puede mostrar desprecio por el otro, por la otredad.
El orgullo mal entendido lleva a la rebeldía, a ser autoritario, incluso a la envidia permanente y a la diatriba, la destrucción y devastación del otro.
No obstante, también el orgullo debe entenderse para autoafirmarse y reivindicarse de lo que es la persona y el grupo de personas en donde se ubica.
Así, al sentir los acordes del mariachi fuera de México, te sientes orgulloso de tus raíces; que se reconozca a tu grupo étnico te hace sentirte orgulloso. Que veas ondear una bandera arcoíris también te hace sentir ese orgullo de identificarte, de autoafirmarte y de reivindicarte frente a los procesos que se han vivido para llegar a reconocer muchos años después que los derechos sexuales y reproductivos también son derechos humanos.
Sentir orgullo porque los integrantes de la comunidad LGBTTTI vivieron por muchos años un estado de excepción e invisibilidad, y que ahora las normas les protegen y garantizan sus derechos, pero que aún falta mucho por hacer.
Sentir orgullo porque los integrantes de la comunidad gay creamos la “otredad”, con un discurso político en la agenda pública que nombra lo diverso sexual, sin que se le referenciara como lo perverso, lo depravante, esto es, lo nombra como diversidad, una oportunidad de vida y no un problema social.
Sentir orgullo porque se lucha por emparejar el tiempo que ha sido suspendido y que es asimétrico respecto de los beneficios que han recibido otros segmentos de población no estigmatizados a los largo de los años y que han recibido los beneficios de las políticas públicas y marcos normativos. ¿Orgullo o dignidad?, ¡dignidad y orgullo!
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