Conocí a Patricia Laguna Gómez en la UMSNH, fue en una conferencia donde hablé sobre derechos humanos y grupos vulnerables. Ella recientemente presentó su tesis para obtener la Licenciatura en Derecho por la UMSNH. Su tesis aborda un asunto pendiente del Estado mexicano con los afrodescendientes.

(Foto: Especial)
En la tesis Inclusión constitucional de la cultura afromexicana nos plantea distintos espacios para la reflexión sobre la exclusión que ha vivido el afrodescendiente. Ella nos hace entrar en el ámbito personal de esa parte de la sociedad que es relegada, maltratada e invisible antes los ojos de múltiples órganos gubernamentales; expresa que sintió pena por ellos, pero más por los futuros juristas, sentados, escuchando cómo el sistema que nosotros aprendíamos no logra proteger a todos, pero al parecer a nadie le causa un impacto ni una preocupación real.
En aquella conferencia que dicté en la UMSNH, expresó ella que “sembró en mí una semilla que pronto se convirtió en la base de mi estudio”. Descubrí así a los afromexicanos, su falta de observancia por todos y cada uno de los que conformamos la sociedad. Con la tesis, como un documento que crea conocimiento, pone un granito de arena para reconocer a esta rama social, que con un peso histórico contundente viene a mostrar cómo lograron perdurar y ser la base de la cultura, sociedad y raza mexicana. La esclavitud tiene marcados a los antepasados de estas personas que día a día, luchan por mejorar su oportunidad de acceder a la seguridad social, económica, programas educativos de calidad, lograr la igualdad, el fin de la discriminación por parte de las autoridades y de toda persona que por su color de piel los cataloga como “extranjeros”.
En el texto se lee que el maestro Aguirre Beltrán fue el primer mexicano en atreverse a publicar que las raíces mexicanas vienen directamente de nuestro pueblo tribal (los indígenas), los españoles que conquistaron todo a su paso y los africanos que, traídos como esclavos, lograron su independencia y echaron raíces en el territorio mexicano. Parece un chiste decir que hemos reconocido a los indígenas, la mezclas sociales con los españoles, pero a más de 500 años de la Conquista no podamos legislar sobre un grupo vulnerable como lo son los afromexicanos, creyendo que la Carta Magna y la palabra “pluricultural” logra resarcir el hecho de que no logramos brindar seguridad a los olvidados pueblos originarios.
En materia internacional abunda la tesis, la Organización de las Naciones Unidas ha realizado decenios, conferencias, proclamaciones, y el Alto Comisionado del mismo órgano internacional ha emitido dictámenes de recomendaciones para el Estado mexicano, donde señala de manera puntual que el reconocimiento de los afrodescendientes es vital, como la reforma estructural a la Constitución para su preservación de cultura (lenguas, tradiciones), libre determinación y autonomía, logrando así que de manera general el Estado y las distintas formas de gobierno pongan en marcha proyectos, políticas públicas y planes de acción para utilizar de manera eficaz la “pluriculturalidad” que ya proclamamos, creando reformas estructurales ahora de constituciones estatales (como lo son las de toda la llamada Costa Chica, que el Inegi marca como la que tiene la mayor cantidad de afromexicanos) para así mejorar el acceso a la información, espacios de salud, educación y demás áreas donde han estado fallando los diversos organismos para la protección de los pueblos afromexicanos.
El documento de mérito nos expresa que llegamos a confundir las palabras y conceptos de “indígena” con “tribal”, y ahora con el término acuñado por la ONU “afro descendiente”, entramos en un conflicto. Los indígenas en México son considerados nuestro “pueblo tribal”, es decir, cuando los españoles llegaron a conquistar el territorio los indígenas ya lo habitaban, tenían su propia economía, lenguaje, estructura social, por tanto se reconocen como “tribales” por ser un pueblo antiguo de un mismo origen. Así que la mayoría de países tienen en su estructura básica sociológica un pueblo tribal que es en pocas palaras un pueblo raíz, en México este pueblo raíz es el indígena.
Ahora bien, el termino afrodescendiente lo acuñó la ONU para describir a todos aquellos africanos emigrados que sentaron sus bases en otro territorio, pero que buscan conservar sus tradiciones originales, siendo entonces necesario señalar a dónde pertenece ese “afrodescendiente”, agregando entonces su nuevo país: afromexicano. Existen muchos más, afroasiático, afroeuropeo, afroamericano.
Si la legislación internacional ya procura salvaguardar a estas personas reconociendo su importancia y valor cultural para cada país, entonces es por lógica que cada país debe crear una base legal para su protección. Muchos dirán que la ley y protección para los indígenas bastará para los afromexicanos, pero como en ningún texto legal los puntualiza, no son reconocidos y sufren entonces vulnerabilidad, discriminación y marginación. Es imperante entonces hacer del conocimiento nacional que estas personas no son extranjeras, son valor cultural y por tanto debemos legislar y respetar sus derechos humanos que, ya consagrados en la Constitución, no les son útiles y no tienen acceso a ellos puesto que se enfrentan a ser victimizados, maltratados y vulnerados por sus características físicas y de apariencia.
Este tema de tesis no puede ser considerado un tema lejano a las problemáticas de seguridad pública, a las necesarias reformas para remover el fuero político y muchas otras necesidades imperantes en el país, pero creo que si volvemos a humanizarnos y concientizarnos apoyando nuestras bases y raíces, podremos forjar cimientos saludables para lograr reestructurar todo aquello que viene fallando al no protegerse de manera igualitaria a toda la población.
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