Hoy es día 12 de octubre, conocido como Día de la Raza. La celebración fue instaurada en 1913 por el ex ministro español Faustino Rodríguez-San Pedro, entonces presidente de la Unión Iberoamericana. Fue el 12 de octubre de 1914 que se celebró por primera vez como Fiesta de la Raza, que luego pasó a llamarse Día de la Raza en 1915. Casualmente ese día es fiesta nacional en España y, por si no lo sabía usted, se celebra la raza hispana y no otra.
Y claro, cómo no había de ser fiesta nacional para España si se hicieron de las riquezas de todo un continente, lo explotaron a su antojo y con las riquezas extraídas de estas tierras llegaron a ser una de las potencias más importantes del orbe en esa época.

(Foto: TAVO)
La historia oficial enseña que este es día para celebrar, pero la historia es según del lado que se relate. Para unos es causa gloriosa de expansión territorial y de poder, mientras para otros es fecha que recuerda uno de los mayores genocidios registrados. La masacre de miles de pobladores originarios de todo este continente llamado americano. Nos recuerda la muerte y persecución a quienes defendieron nuestra cultura, nuestros territorios, nuestra cosmovisión.
El Día de la Raza fue instaurado con la finalidad de que no se olvidara la supremacía de España y de la raza blanca. Que diéramos “gracias” por haber sido “descubiertos”.
Es un día que se instauró como celebración del despojo, del genocidio, latrocinio, exterminio de un sin número de culturas, lenguas y maneras de pensar. En realidad no tenemos porque celebrarlo.
Mentes y corazones que ven y conocen la verdad hicieron gestiones en Los Ángeles, California, para anular la celebración del Día de la Raza y tornar ese día en homenaje a los pobladores originarios que perdieron la vida ante imposición de los invasores en distintas partes de América.
Fue una batalla moral e intelectual que se venía librando desde hacía muchos años en Los Ángeles. De hecho, en Berkeley, al norte de California, se tomó esta misma decisión hace 25 años, tomando en cuenta que lo sucedido en América durante el siglo XV y XVI había sido un hecho que devino en el peor crimen cultural y humano, por lo tanto no había que celebrarse.
Se logró “desmantelar una celebración del genocidio de las gentes indígenas por parte del estado y evitar que los indígenas tuvieran que celebrarlo. Eso era una enorme injusticia", afirmó Chrissie Castro, miembro de la Comisión de Indios Americanos del Condado de Los Ángeles.
También existe un candente debate al respecto en España, donde celebran el 12 de octubre con un desfile militar y que se ha encontrado con la oposición, entre otros, de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, al considerar una "vergüenza" celebrar un genocidio.
Siempre existen distintas formas de ver un mismo hecho, pero hay cosas que no se pueden negar. La invasión española trajo consigo otra cultura, el poder mediante el desalojo, el latrocinio, la corrupción y múltiples actos de injusticia, son de sus peores legados a la cultura que dejaron en nuestro país.
Esa cultura, en vez de ser erradicada, es fomentada en diversas instancias e instituciones, sin importarles las consecuencias. El terremoto de hace tres semanas, los socavones de la “súper carretera” de Cuernavaca, el derrumbe de túneles en la carretera de Acapulco, son muestra de ello.
El despojo de tierras, el ecocidio rapaz realizado por inmobiliarias y constructoras, que aducen calidad en sus trabajos; sin embargo, en los hechos está demostrado que la corrupción impera. Las obras públicas son en realidad ganancia de “pescadores”.
Ante la imposición arbitraria de obras donde no deberían realizarse, los ciudadanos se organizan, tratando de resguardar su seguridad y espacios; sin embargo, la más de las veces no son escuchados, las obras se realizan y después a la hora de las desgracias los gobiernos intentan tapar el sol con un dedo, y casi nunca asumen la responsabilidad que les corresponde.
Como ejemplo tenemos la obra que se realizó en la Loma de Santa María, donde se ha demostrado no debería realizarse por varios factores de suma importancia: 1) Se trata de una falla geológica, existen deslizamientos sumamente peligrosos. 2) Atenta contra la seguridad de miles de personas. 3) Atenta contra la biodiversidad existente y la recarga de los mantos acuíferos.
Miles de ciudadanos, al ver el peligro inminente que conllevaría esa obra a Morelia, se han opuesto a su realización; sin embargo, las instancias correspondientes no hicieron caso de las investigaciones y sustento para que no se realizara la obra. Hoy el túnel está ahí, también están los deslaves anunciados por los investigadores, así como el desprendimiento de rocas a todo lo largo de la famosa y bella Loma de Santa María.
Todo está siendo acallado. Los habitantes afectados son enviados de una instancia a otra sin que se les dé solución a su problemática.
¿Y cómo se las van a dar si el túnel ya está hecho?, ¿ahora cómo van a admitir que no debieron hacerlo?, ¿cómo van a admitir que anteponen las millonarias ganancias al bienestar de los ciudadanos?
El martes pasado, ciudadanos preocupados por la situación realizaban una reunión pacífica afuera de sus domicilios cuando llegaron policías a detener sin cargo alguno a Carlos Olivares Valencia y Hugo Salas, miembros del Movimiento Ciudadano en Defensa de la Loma.
Carlos es un catedrático de la ENES de la UNAM Campus Morelia, su trabajo y compromiso por un mejor planeta lo conozco de cerca desde hace años ya que ambos somos miembros del Consejo Estatal de Ecología del Estado de Michoacán. A Hugo lo conozco también de hace años, siempre al lado de las causas nobles. Ambos son personas preparadas y honestas.
Su detención es a todas luces ilegal y con fines intimidatorios. Es preocupante que tomen presos a personas que defienden el medio ambiente y la seguridad de los ciudadanos. Es sumamente grave que sucedan hechos así en un estado que se autodefine como democrático.
Como miembro del Coeeco, pero sobre todo en mi calidad de ciudadana, me uno a la indignación por esas detenciones.
Las tragedias dejan lecciones, con el terremoto estamos viendo y sufriendo las consecuencias de la corrupción en lo que a obra pública se refiere.
Es tiempo de aprendizajes, los ciudadanos deseamos un país donde impere la justicia y cese el despojo, la arbitrariedad, la corrupción y la impunidad.
Justo me disponía a enviar este artículo al periódico cuando me enteré de que Carlos Olivares y Hugo Salas fueron puestos en libertad. Es esta una noticia gratificante y esperanzadora.
vazquezpallares@gmail.com
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