No sólo se trata de uno de los bienes más elementales de la dieta de las familias mexicanas, es también un símbolo cultural y el punto cumbre de la evolución de la tradición agrícola de la región mesoamericana, cuna del maíz: la tortilla.
La crisis del consumo de este alimento se ha venido gestando por factores económicos fundamentalmente, y la industrialización del mismo ha generado un cambio en su textura y sabor, lo que a decir del empresario Rafael Mier ha impactado en la caída en el consumo de este producto por el orden del 40 por ciento en los últimos 30 años.

(Foto: Héctor Sánchez)
Pero a últimas fechas el mercado de este bien ha estado sometido a un oligopolio que castiga a ambos extremos de la cadena productiva, reportando en cambio: jugosas ganancias a un par de corporativos que controlan alrededor del 90 por ciento del mercado de la harina de maíz, ello en detrimento de los ingresos de los productores de maíz y en perjuicio también de los consumidores de tortilla, quienes tienen que pagar altos precios por este sensible alimento.
Recientemente el líder de la Unión Nacional de Industriales de Molinos y Tortillas habría declarado que el precio de este producto podría alcanzar los 17 pesos por kilo durante el presente año, argumentando un incremento en el costo de los insumos básicos como el grano, la energía y el transporte.
A lo anterior, la autoridad federal representada por la Secretaría de Economía ha considerado infundada esta declaración puesto que a su decir el precio del maíz se encuentra once por ciento por debajo del año pasado.
Un estudio denominado “Caracterización del consumidor de la tortilla en el Estado de México”, elaborado por el Colegio de Posgraduados en 2016, sugiere que el incremento continuo en el precio de la tortilla afecta a la calidad de la tortilla con la que los consumidores de bajos ingresos satisfacen su demanda, siendo este sector de la población el que sacrifica la calidad del bien en favor de atender la cantidad requerida del mismo. Consumir tortillas es una prioridad para los mexicanos más pobres, aun cuando ésta sea de baja calidad y a precios altos.
La débil actuación institucional del gobierno mexicano en términos de la regulación del mercado de este bien tan fundamental actúa nuevamente en contra de los intereses y el bienestar de los más desprotegidos. Si en 2018 se asoma una amenaza del alza en el precio de la tortilla, queda evidenciado una vez más la incapacidad de poner orden en un tema sensible para tantos consumidores.
La contracara de la moneda sigue estando en los productores de maíz, víctimas de las ventas de pánico que tienen que hacer cuando el valor de sus cosechas se está desplomando y cuando ocurren compras masivas de grano de parte de Maseca y MINSA en el extranjero, inundando al mercado nacional de maíz a bajo precio.
El argumento sustancial de las autoridades del sector agroalimentario se encuentra en la prevalencia del mercado como mecanismo regulador del precio del maíz y la tortilla, sin embargo, esto es más una argucia discursiva que una realidad, dado que existe una distorsión en el mercado derivada del enorme poder económico de este par de empresas oligopólicas.
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