Una ebullición de colores y aromas, un grito de belleza lanzado al anonimato, una seducción silente que se abre al aire, la premonición de cambios de estación o bien de la llegada de la prosperidad convertida en fruto de la tierra; vestida de pétalos y pistilos, la naturaleza siempre se dispone elegante e inerme a regalarnos sus flores.

(Foto: TAVO)
Entre serranías rodeando la pequeña hondura de un valle, con riscos elevados y escarpados, enclavado en un mundo milenario que fue la frontera en disputa entre dos imperios; este territorio conserva en lo más profundo de su identidad a la flor de su autonomía, legado de habitantes inconquistables, que construyeron con su alianza con los purépechas el dique para preservar la fuerza de su libertad.
Tuxpan es por antonomasia el pueblo de Michoacán donde nacen las flores y donde además se abre como ellas, un grito de originalidad hacia el resto del estado y del país. En plena festividad de su producto más productivo y rentable, las flores, este municipio del oriente michoacano hoy recuerda sus glorias agrícolas que lo han hecho un territorio con rendimientos superiores a la media nacional en al menos una decena de cultivos y muestra también los logros de lo que podría ser el inicio de una revolución ciudadana, inspirada por el ave que es atraída por las abundantes flores de su territorio: el colibrí.
Con singularidad, la administración municipal ascendida en el 2015 y encabezada por Jesús Mora, ha abierto un proceso de empoderamiento ciudadano desde el gobierno de ese territorio y ha hecho de la participación de los tuxpenses el eje articulador de una política social ambiciosa. Inspirado quizá en las experiencias utopistas de la izquierda latinoamericana, que consideran que los procesos de autogestión y organización social comunitaria son el brazo generador de capacidades para la superación de la marginación, el programa Colibrí incluye una serie de componentes que atacan a este lastre desde sus múltiples manifestaciones.
Mora González, un joven alcalde, se ha atrevido a dar el paso al frente en un área de las políticas públicas que parecía vedada para la izquierda: la política social. Y es que los intentos por erradicar la pobreza en el país con programas focalizados y articulados desde la visión neoliberal, no han dado pie con bola en un país que ve crecer pobres por doquier a pesar de los recursos millonarios que reciben las áreas de la administración pública orientadas a su atención.
El elemento novedoso del Programa Colibrí, instrumentado en Tuxpan por el actual gobierno, es la participación de sus beneficiarios a través de una red de enlaces comunitarios quienes supervisan las acciones del programa que incluye apoyos de alimentación, huertos de traspatio, compras consolidadas de alimentos e insumos agrícolas para brindarlos a sus beneficiarios a precios por debajo de los del mercado, así como apoyos escolares y a la salud.
Este tejido de ciudadanos que se movilizan en la totalidad de las localidades de un municipio cuya composición es eminentemente rural, contribuye además a reestablecer la más elemental confianza hacia el prójimo; valor perdido en una entidad asolada por la violencia y la inseguridad.
El encuentro entre semejantes, entre seres que habitan el mismo territorio para trazar una visión conjunta, para establecer una ruta de cooperación que intente superar el mal común que les aqueja; es el mayor logro, la más grande flor que ahora el colibrí regala a los tuxpenses; como el karma que devuelve, de parte de esa ave, la recompensa por la generosa hospitalidad de ese magnífico territorio michoacano.
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