Hace aproximadamente una semana empezó a circular en las redes la solicitud de que viéramos el pasado domingo 11, un programa sobre los últimos descubrimientos sobre la cultura maya. Me sorprendió ver la enorme y eficaz convocatoria de las redes, mientras veíamos el programa, chateábamos muchos sobre lo que estábamos viendo.
Vimos cómo arqueólogos y científicos de Estados Unidos, mediante instrumentos de alta tecnología que desde el aire van mapeando lo que hay debajo de la jungla, pueden hacer descubrimientos sin mover un pie.

(Foto: Cuartoscuro)
Mediante la aplicación LiDAR, consistente en rayos laser, se han “perforado” más de dos mil kilómetros cuadrados de denso bosque tropical, permitiendo ver una megalópolis cerca de los vestigios de Tikal, uno de los sitios arqueológicos más importantes de la civilización maya, la cual existió en esa área durante el preclásico (1000 a.C-3.000 a.C) y el clásico (300-900 d.C).
Los mapas obtenidos pueden revelar cambios imperceptibles en el terreno, permitiendo la identificación de muros, edificios, maravillosos canales de riego, lugares de sembradío, sitios para guardar los granos, una impresionante muralla de seis metros de altura y una obra sorprendente de conexión de caminos.
La enorme ciudad encontrada es cuatro veces más grande que Tikal, con una enorme población. Mediante esta tecnología pueden incluso ver lo que hay bajo tierra. Así es como saben exactamente dónde están ubicadas tumbas que guardan enormes riquezas.
Al verlo recordé que todas esas tierras eran parte de México. Al ver los ojos de los científicos asombrados de tanta grandeza, pero también de avidez de riqueza y fama, no pude dejar de recordar cuando llegaron los españoles y realizaron un enorme saqueo de invaluables riquezas para beneficio personal y de España. Para los originarios de estas tierras sólo dejaron esclavitud, miseria y muerte.
A lo largo del programa se escuchaba cómo hablaban mucho de la posibilidad de encontrar el tesoro más grande jamás encontrado.
Poco o nada se mencionaba de la historia, de la grandeza de esta cultura, y mucho menos de los conocimientos que sabemos que tenían, como las matemáticas, ingeniería, astronomía, medicina, etcétera.
No pude evitar recordar cómo los españoles quemaron los códices, cómo satanizaron todo el conocimiento de esas civilizaciones, cómo acabaron con invaluable riqueza cultural e histórica para poder justificar su barbarie y latrocinio.
¿A dónde irán a dar ahora todas las piezas arqueológicas?, ¿qué historia irán a inventar respecto a los mayas?
En este caso, el documental Tesoros perdidos de los mayas, producido por National Geographic, nos muestra cómo los avances tecnológicos pueden ayudar a grandes descubrimientos arqueológicos.
Es evidente que Estados Unidos utiliza esta tecnología para ver qué riquezas hay bajo tierra en nuestro país, no sólo en lo que a tesoros arqueológicos se refiere, sino a las riquezas del subsuelo: yacimientos de petróleo, manantiales de agua, ríos subterráneos, uranio, fierro, oro, plata, etcétera.
Gran parte del territorio nacional se encuentra “concesionado” a compañías mineras canadienses y norteamericanas, las cuales trabajan con la técnica de “cielo abierto”, dejando sólo devastación, contaminación y muerte, llevándose miles de toneladas de fierro, oro y plata, pagando a cambio unos cuantos dólares al gobierno.
Al igual que hace más de 500 años, las comunidades indígenas son las desplazadas, explotadas y aniquiladas. El desprecio por lo nuestro nos fue inculcado mediante sangre por más de 300 años de dominación española, durante la cual se nos “enseñó” a latigazos que somos bestias de carga, ignorantes y feos, que somos inferiores por nuestro color de piel, por hablar otras lenguas que no eran el español, porque vestíamos y pensábamos de manera diferente, no éramos dignos de ser libres y soberanos.
Todo esto obviamente les era favorable para ejecutar la dominación ideológica necesaria para imponer su cultura. Si observamos, lo mismo sucede ahora, con la penetración ideológica, base para una dominación total.
Lo grave y preocupante es que continuamos sin valorar lo nuestro, sin valorarnos a nosotros mismos. De ahí los vende patrias, el latrocinio, la corrupción, el racismo y el clasismo.
El poder económico y político ha fomentado el desprecio a lo nuestro, a nuestras raíces, menospreciando siempre a los que tienen la piel del color de la tierra. Sin darse cuenta que nuestra esencia es justamente nuestra grandeza y fortaleza.
Si se llega a salvar este país será justamente por ellos, por los indígenas. Ellos nos están poniendo la muestra defendiendo sus territorios, que no es otra cosa que nuestra nación. Están surgiendo movimientos contra la minería, como es el caso de Veracruz, donde ejidatarios y activistas se pronuncian contra la minería tóxica. Específicamente contra las mineras que quieren operar en Alto Lucero y Actopan.
Indígenas de Nayarit van contra la hidroeléctrica pues pone en riesgo sitios sagrados y de reserva. Los pueblos originarios y organizaciones civiles acusan a las instancias federales de no haber consultado a los afectados conforme a lo establecido en la Constitución Mexicana y en convenciones internacionales sobre derechos de los pueblos indígenas.
Exigen a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) cancelar definitivamente los permisos de autorización de impacto ambiental y cambio de uso de suelo otorgados al proyecto hidroeléctrico Las Cruces, que se pretende erigir en Nayarit.
Los que no entienden, no respetan ni valoran lo que tenemos, seguramente han de argumentar que los indígenas se oponen al desarrollo, sin entender que a lo que se oponen es a que se acabe con la vida, a que acaben con México.
Desafortunadamente el tipo de desarrollo concebido por el sistema económico imperante es de no respeto ni valoración, ni preservación del medio ambiente, ni de la vida.
Descendemos del linaje de creadores de grandes civilizaciones y culturas, valoremos nuestra riqueza cultural e histórica, valoremos nuestras raíces ancestrales, tomemos fortaleza de su grandeza y conocimiento.
vazquezpallares@gmail.com
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