
Si tuviésemos un poco de confianza en los personajes incrustados en las principales instituciones del Estado mexicano, indudablemente que no habría duda alguna al considerar que sería positivo para el país que cualquiera de los altos funcionarios del mismo gobierno llegase a la Presidencia misma.
Desafortunadamente no es así, pues el titular del Poder Ejecutivo federal dictatorialmente escogió a uno de sus secretarios para impulsarlo como candidato oficial. Ahora bien, de los tres principales candidatos, el del gobierno está clasificado actualmente (así lo muestran los encuestadores) en el tercer sitio de la preferencia electoral, lo que hace encender luces rojas o de alarma en la Presidencia de la República. Otro de los tres principales y reales aspirantes a la titularidad del Poder Ejecutivo ocupa el tercer lugar, mientras que Andrés Manuel, de acuerdo con las encuestas generales realizadas, se encuentra en el primer lugar de aceptación para ser electo presidente de México.

(Foto: TAVO)
Ahora bien, como resultado de las muchas fechorías realizadas desde el centro del gobierno nacional, los mexicanos poco creemos en las elecciones que son supervisadas por organismos totalmente al servicio del titular del Ejecutivo federal.
La inmensa mayoría de los ciudadanos, quienes moralmente tenemos la obligación de votar y ser votados, creemos muy poco en las autoridades correspondientes de los tres niveles de gobierno, y mucho menos en la honestidad política de quienes operan el proceso electoral, que al término del mismo luego cuantificarán la suma de las boletas en toda la República y determinarán (así lo han ahecho por sexenios) quién ocupará la titularidad de la Presidencia.
El gran descrédito de las votaciones no es de ahora, pues hasta antes de las elecciones nacionales de 1988 la rapacidad electoral se cometía internamente en el partido oficial; era en sí mismo todo el proceso electoral “pura simulación”, pues el dedo que determinaba quiénes serían los competidores apuntaba también a los que serían los ganadores en las diversas contiendas, en todo el país.
Era el dedo el gran elector, que estaba en la mano del propio titular del Poder Ejecutivo.
La descomposición política nacional se hacía visible y mucho mas crítica fue, sobre todo, cuando se ordenó el asesinato del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, llevado a cabo en Lomas Taurinas, en Tijuana, Baja California, el 23 de marzo de 1994, ordenado “por ya saben quién” que no es AMLO.
Desde esa fatídica fecha, el tiempo ha corrido y el propio sistema político nacional más se ha degradado, por lo que el director de la orquesta nacional, por costumbre propia, buscó entre los archivos, analizó los expedientes, y entre los desperdicios y escombros escarbó en éstos a efecto de encontrar una nueva máscara para poder disfrazar y hacer aparecer ante el público como el candidato mejor posicionado, para luego simular elecciones y determinar quién le sucedería.
En el interior de Acción Nacional, es decir, entre los archivos de este instituto político, encontró un repuesto, mismo que lo empoderó por todo un sexenio como presidente: “Altote, machote, que no grande”; sí, simpático, tal vez muchos. Voz ronca de muy hombre y muy hablador, botas vaqueras de tacón alto, simpático y ladrador de tal manera que internacionalmente y representando a México, cometió muchas bobadas, no de mala fe, sino realmente por su incultura política y poca educación, desde luego no tan grave como la del vecino Trump, pero al menos nos hacía reír y era simpático. En su sexenio, más mal que bien, ni fu, ni fa.
Como dijo Nyar, “fue una imagen que reflejó muy bien la indiferencia”.
Actualmente el gran dedo señaló a uno como candidato, que por no despegar bien pudiera relevarlo y regresarlo a trabajar en los asuntos económicos que bien conoce. Debe reconocer que se equivocó, pues para la Presidencia y por el bien de la nación debe estar un Zoon politikón, es decir, un ente político, no un administrador económico.
Pero la equivocación de Peñita es por sobra de incultura, por no ler a los antiguos filósofos griegos, que permanentemente discutían sobre los asuntos de política y definían al hombre como un ente totalmente político.
Muertos y más muertos ¿Hasta cuándo?
Cinco, seis. ¿Cuántos serán mañana?
¡La verdad es que duele! La guerra en Michoacán
''En palacio... acto fúnebre''
¡Cuando los perros ladran, vamos avanzando, Sancho!
Adolf Hitler y Trump, dos tipos de cuidado
¡Al que madruga, Dios lo ayuda!
México ensangrentado, la guerra del petróleo
¡Perdón sí, pero castigo también!
Críticos falsarios y el beneficio de la duda
¡ México y el misterio del oro perdido !
¡Guachicoleros y guachiculeros!
¡Despacio Andrés Manuel... que vas de prisa¡
“Reconstrucción o refundición” ¡El perdere¡
De huracanes 'el más peligroso en el Hemisferio Norte'
Dos tipos de cuidado (Felipón y Chente)
¡Ponen alas en sus pies¡ Los miserables peregrinos
¡En 1988, nace¡ ¿en 2018, lo enterraran?
Para desandar el camino ¡hay tiempo Silvano¡
Los soldados al cuartel y los marinos a la mar
¡Lo que nos cuesta él que se va!
¡RIP AL PRD! ¿Lo querrán como socio?
Senadores y diputados... ¡Hay que martillar y burilar o cincelar!
La doctrina Estrada y la mano que mece la cuna
La guerra de las drogas, tan tan o batin tín
Lo que sigue no será peor de lo que ha pasado...
De globos de Cantoya y pronósticos boxísticos
Los suspirantes y Porfirio Díaz
¡Poderoso caballero...! Rico Mac Pato
La consigna, todos contra AMLO
En la guerra electoral, Peña nieto se sube al ring
¡Los mexicanos somos “mucha cosa”!
¡Huy que miedo... ahí vienen los rusos!
De sentimientos y sufrimientos, ¡ser o no ser!
¡Buscando una sombra que los cobije!
¡Sufragio efectivo, no reelección!
Andrés Manuel López Obrador, ¡el gallo a vencer!
Collares de flores para los elegidos
Torpeza política, ¿qué necesidad?
¡Aspiran, suspiran y tiemblan!
¡En jamelgos van, lanza en ristre!
Los jóvenes: esperanza de la humanidad
Uno grande y el otro enano (mosqueteros y jamelgos)
¿Se hunde el PRD, se fortalece el PAN?
Escuchar el ruido del silencio
Desvergonzados y desnacionalizados
Dilma, de la cárcel a la Presidencia
¿Por qué y para qué?, sin respuestas
Las orejas muy, pero muy grandes. ¿Cuánto muertos más?
Solalinde y el padre Concha Malo
¿Juicio político al presidente?
De torpezas, de muros y de miedos
En el último tercio de la corrida
Ni bueno ni malo, sino todo lo contrario
Cambiar para no cambiar, ¿gatopardismo en Michoacán?
Gastan la pólvora en infiernitos
Míster Rico McPato o el tiro por la culata