
(Foto: Especial)
Tres pilares soportan las finanzas públicas: la política monetaria, la política hacendaria y la política crediticia. Si alguno falla, las finanzas públicas se bambolean; si fallan dos, entra en crisis; si fallan las tres, se derrumban. Cualquiera diría que Meade es el experto, pero la risita y la cara de sabiondo no resuelven el problema, la política monetaria la dicta el Fondo Monetario Internacional; la crediticia, Wall Street, y la hacendaria, los patrones del país, de tal manera que el Impuesto Sobre la Renta descansa en los hombros de los trabajadores, los impuestos indirectos en el pueblo en general, refrescos, cigarros, alcohol, gasolina y hasta el IVA, que la lógica apunta hacia los alimentos y medicinas para pagar en parte la deuda pública descomunal que deja Peña y sus secuaces. Ese es el lado oscuro de la luna, todos saben que está ahí, pero nadie lo conoce.
Los panistas, ya se vio con Fox y Calderón, son súbditos del imperialismo, El Peje es la incógnita y la opción del menos malo y eso quién sabe, dijo el del volantín.
Con este farol de rodillas, como suerte taurina, abro mis pensamientos este día de San José, del patrón de tantos pueblos y nombre de multitudes, sólo comparado con el de María. Ayer pisé el terreno sagrado de la Catedral de Morelia, fui al bautisterio, la pila de plata con el Espíritu Santo en forma de paloma con las alas abiertas, rodeada de trece rostros de ángeles enmarcados en sus alas dentro de un círculo con un triángulo de fondo, es más que una pila bautismal, es el resumen de uno de los llamados misterios por la Iglesia católica; pasé al recinto del Señor de la Sacristía, el de los pies perfectos, la imagen más concurrida y con más adeptos de la Catedral, un lugar espiritual por excelencia que conmueve a la reverencia y al respeto.
Hacía mucho tiempo que no pisaba un terreno sagrado, poco voy a los ritos y ceremonias, desde que el latín dejó de ser el lenguaje de los oficios y los cantos gregorianos dejaron de escucharse en épocas de Semana Santa.
Todavía resuenan en mi memoria las letanías de Jeremías el profeta. Los ritos cambian, como las jerarquías de la Iglesia y más el de la católica, que cambia cada vez que cambia el obispo de Roma, Francisco el argentino no termina de poner orden en el rebaño sagrado. ¡Ojalá capen a todos los Macieles!
Todo cambia constantemente, hago votos por que cambie el culto a la personalidad de los gobernantes, cosa difícil, pero al menos que sepan que hay personas que no estamos de acuerdo con tanto incienso quemado en los altares de la patria, se deben dar cuenta de que miles y miles de ciudadanos ya no vivimos engañados y vemos con ese sentimiento, entre la tristeza y el coraje, cómo se despachan con la cuchara grande y cómo se castiga el peculado con un Padre Nuestro y una Ave María. Con el dinero embolsado se dan la gran vida, cuando sabemos sus modestos orígenes.
Con el fragor de las campañas políticas están resucitando personajes tocados por la mano de los candidatos, pero al fin cadáveres resucitados, tienen el tufo de la corrupción, cuyo aroma no se quitarán nunca, como tampoco se quitarán los del Michoacanazo la sospecha.
Casi es la Semana Santa, en torno a ella se hacen fiestas y más fiestas, se convoca a las multitudes a los Viacrucis, a tianguis artesanales y eventos turísticos. Los balnearios a tope, corre el licor y la música a todo lo que da. El Nazareno sigue en sus rituales recordado por su feligresía; el poeta ariense Abraham El Jiriji señala con tino: “¿En dónde estás Jesús? A cientos de años que aquella sangre tuya nazareno, fue vertida en el Gólgota pagando daños y ruindades sin fin de hechor ajeno”.
La fiesta continúa, las nuevas generaciones no tienen cielo ni tierra, el mundo, se les ha hecho saber, es una aldea global y es de ellos, viven como si el tiempo no pasara, como si la juventud fuera eterna, esperemos que no se den cuenta tarde de la realidad y de que las costumbres ancestrales, si no se practican, como la juventud, se van para no volver.
La vida perdurable y eterna del mundo venidero, a partir del día del juicio, está tan lejana como la estrella más lejana del universo infinito.
Hoy y aquí seguimos en el mismo lugar y con la misma gente, con los mismos apaches danzando, con las mismas mojigangas, con los mismos ojos contemplando el carrusel humano. Desde la nube se ve la patria ardiendo se descubren escombros, se ven el ocaso y la aurora como una sola verdad, se ve la realidad y la ficción en su entelequia, se ve el problema político que derivará necesariamente de la decisión política el próximo 8 de julio.
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