
Más de 30 millones de mexicanos votamos por el cambio el 1º de julio del presente. Votamos con las emociones, los sentimientos, los miedos, el coraje, la rabia, o la racionalidad reflexiva o no. Todo ello no le resta importancia a dicho acontecimiento histórico. La intención convertida en acción de voto en las urnas, negó la existencia de un orden económico, político y social, contrario al interés del pueblo. Aunque debemos decir que las corruptelas se presentaron en el proceso electoral, desde la compra de votos, asesinatos de políticos, hasta dineros provenientes de fuerzas criminales, de arriba y de abajo.
El Movimiento de Regeneración Nacional ha venido sosteniendo que la Cuarta Transformación Nacional es pacífica y que ésta recupera la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Es cierto, AMLO y su movimiento han accedido al gobierno por la vía de las urnas, con mayoría en el Senado y en la Cámara de Diputados. AMLO asume el gobierno el 1º de diciembre. Entendemos que el gobierno es una institución pública que forma parte del poder político, pero no lo es todo ( Estado).
De ahí la importancia de pensar más allá del 1º de julio, porque a la cuarta transformación hay que colocarle un proyecto de nación con adjetivo y a éste colocarle adjetivos como revolución, reforma, democracia directa o representativa, sujeto, individuo, masas, ideología conservadora, liberal, socialista, estado achicado, autoritario, o estado plural, democrático, humanista, social y, sobre todo, la forma en que debe estar organizada la sociedad del nuevo proyecto por venir. Nombremos de otro modo, porque la realidad lo exige. Nuevas realidades, nuevos nombres.
Las emociones, los sentimientos, las pasiones, las razones, se manifestaron el 1º de julio en el rechazo de un régimen político, un modelo económico, una oligarquía, una clase política, cuyas acciones siempre se orientaron y se orientan todavía hoy, hacia la corrupción, la impunidad, la represión, la manipulación y el control de la voluntad del pueblo, para enriquecerse, acumular capital en pocas familias nacionales y extranjeras. Este proyecto neoliberal no debe continuar, aunque hay una parte minoritaria en la sociedad que votó por ese modelo el 1º de julio y están satisfechos.
El proyecto de nación de AMLO no es anticapitalista, no se plantea la revolución, pero contempla la reforma del propio sistema, concretada en erradicar la corrupción del mismo, cree que existe un capitalismo “moralmente bueno”. Ante esto, surge una pregunta o varias, ¿qué ideología encierra dicho proyecto? ¿Conservadora, liberal o socialista? ¿Es ocioso hablar hoy día de ideologías? ¿Todo vale? ¿Todo proyecto de nación es una actitud solamente moral para que quepan todos y ya no se requieren las ideologías? ¿El concepto de revolución ha muerto y sólo vive el concepto de reforma? ¿Cuál es el sujeto de la cuarta transformación? ¿Los conceptos orientadores de izquierda y derecha han muerto? ¿Sólo queda el ruido del pragmatismo? ¿Los principios éticos y morales no tienen sentido? ¿El capital es el fundamento social de nuestro tiempo? ¿Es lo humano el fundamento de la existencia social? Ninguna respuesta es neutral. Hay que elegir en libertad.
Es posible que a estas alturas todavía la emoción predomine en nuestras conciencias por el triunfo obtenido en las urnas. Puede que algunos todavía no lo crean y que cuando despierten el dinosaurio prianista y oligárquico, todavía esté ahí. No se equivocan, porque dicho Leviatán y la oligarquía, siguen manipulando a Peña Nieto. Esperamos que el 1º de diciembre se transforme en una institución de todos los mexicanos, sobre todo, que haga visible a los olvidados de Buñuel, a los hijos de Pedro Páramo, los pueblos originarios, pero con voz y voluntad de poder, ya no como espectadores.
Nosotros (el pensamiento no es individual) entendemos que un proyecto de nación es una idea compartida entre todos los que hemos nacido en el territorio mexicano, pero también los naturalizados y otros. De ahí la importancia de ir más allá de las emociones y pensar, desde la crítica, la propuesta de AMLO para potenciarla y colocarle algunos conceptos como revolución y no quedarnos solamente en reforma. Entender, como decía Carlos Marx, “que el siglo pertenece al principio, y no el principio al siglo. El principio de autoridad corresponde al siglo XI; el principio del individualismo, al siglo XVIII”. Y ambos al siglo XXI.
El acto del 1º de julio es solamente la punta del iceberg, falta bucear para encontrar lo que se oculta debajo. En esa profundidad todavía está presente la opresión, el robo del patrimonio de la nación, una oligarquía soberbia y depredadora, el dominio de los Estados Unidos, la desregulación a favor del libre mercado y la ausencia del sujeto de la transformación. Sin este último, la vida humana pierde sentido. Pregunta, ¿es AMLO o Morena el sujeto histórico o hay que construirlo desde la voluntad popular? O también, ¿es el estado el nuevo sujeto, tal y como está hoy? ¿Este último volverá a sustituir la voluntad de los trabajadores, de las clases explotadas, en nombre de la unidad de los mexicanos, anulando la diversidad cultural y las contradicciones de clase?
Las instituciones que tenemos o que nos han dado, desde el poder del capitalismo corporativo, mediático, policíaco- militar, político, empresarial, no se han orientado a la distribución justa de la riqueza, al respeto de lo público como patrimonio de todos, al trabajo libre de ataduras del capital, a la liberación de la enajenación, de la alienación, de la condición humana, más bien se han centrado en la lógica del control sobre la voluntad popular y el robo del excedente.
Empecemos por discutir públicamente el sujeto de la cuarta transformación, ya que la historia se echó a andar de nuevo este 1º de julio. Pensar que la historia no tiene un sujeto determinado, los pueblos lo construyen a su imagen y semejanza. Llegó la hora del ejercicio del poder del pueblo sobre sus enemigos y con nuevos contenidos sociales. AMLO lo necesita, porque los amigos del capital no se quieren someter a nuevas reglas de organización social.
Sin el sujeto histórico, AMLO no podrá hacer avanzar la socialización, la cooperación, la solidaridad y la privatización de la vida continuará. Construyamos, desde abajo, desde la voluntad popular, porque ahí se anida el poder, un nuevo sujeto. Sin dicho sujeto, la vida social es atrapada por el control y la primera se evapora, se convierte en un mito, una comedia o una tragedia. La batalla por México apenas empieza, hay que organizarnos. Otro mundo es posible y necesario.
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