
Serguéi Prokófiev (1891-1953) fue un notable músico ruso y un referente obligado de la música moderna. De buena posición económica, fue niño prodigio como pianista y compositor. Joven le tocó la Revolución Comunista (1917), que conformaría la Unión Soviética, y al año siguiente salió de ella para vivir en Occidente.
Siempre excéntrico, además de muy exitoso como compositor y pianista, se jugó el riesgo de ir y venir entre Occidente y la Unión Soviética, atenido a que su prestigio internacional lo defendería de cualquier represión. Le resultó hasta 1936, cuando después de una ostentosa visita a la Unión Soviética se le cerraron las puertas de salida para siempre. Se quedó a vivir como artista soviético, aunque con privilegios. Pero este intercambio de ideas musicales entre Oriente y Occidente sentó las bases de su estilo musical tan propio, moderno, excéntrico e inconfundible. En la Unión Soviética siguió corriendo los riesgos de caminar, en el arte, sobre la cuerda floja, entre la tonalidad y el atonalismo, este último prohibido por la Policía Cultural stalinista. También le funcionó, pero hasta 1948, cuando le llamaron la atención y prometió portarse bien, haciendo música con mayor lirismo realista. Falleció el 5 de marzo de 1953, el mismo día y en la misma ciudad que José Stalin.
En 1918, después de un concierto en Nueva York, Prokofiev conoció a Lina Llubera, española, hija de español y rusa, cantantes de ópera residentes en Nueva York. Nunca estuvo segura de que quería ser en la vida: si cantante, bailarina, secretaria, modista o traductora. Finalmente se dedicó a colaborar con proyectos para mujeres revolucionarias, no bolcheviques, en la zona de Nueva York. La inseguridad en sí misma y el pánico escénico la limitaron toda su vida. Desde que conoció a Prokofiev estableció una relación sentimental con él. Iban y venían por Estados Unidos, Europa y la Unión Soviética, hasta que se casaron en 1923 en Alemania, porque Lina estaba embarazada. Tuvieron dos hijos.
En 1936 acompañó a su marido al viaje a la Unión Soviética y ya no salió. Trabajó fundamentalmente como traductora. En el verano de 1938 tomaron sus vacaciones por separado (según una costumbre soviética) y se terminó la relación sentimental, pues Serguéi conoció a Mira Mendelssohn, estudiante de literatura y admiradora de su música, y se enamoraron. Lina y Serguei siguieron compartiendo techo y gastos hasta 1948, cuando el Politburó condenó la música «formalista», en la que se incluía a Prokófiev. Diez días después de que le llamaran la atención a él, Lina fue acusada de espionaje y condenada a trabajos forzados, 20 años, en un campo de régimen severo. Tras la muerte de Stalin fue liberada. En 1957 se le reconoció oficialmente su inocencia, se le entregó un certificado de su matrimonio con Prokófiev y una pensión como viuda soviética. En 1974 abandonó el país y se instaló en Londres, donde creó una fundación para preservar el legado de su marido.
María-Cecilia Abramovna Mendelssohn es simplemente Mira, la segunda esposa de Prokofiev y su amor más profundo. Estudiante de literatura y posteriormente escritora, colaboró con él y lo cuidó muy de cerca siempre, en la salud, en la enfermedad y hasta la muerte. Escribió los libretos para las óperas Matrimonio en el convento, Guerra y paz y La historia de un hombre real, y fue la destinataria de la famosa Sonata número 8 para piano. A pesar de mantener una relación íntima desde 1939, se casaron hasta 1948, sin que para ello haya sido obstáculo el que Prokofiev nunca se hubiera divorciado de Lina Llubera. Su vida, juntos, se considera idílica, pero hay dos hechos que enturbian esta idea. Primero, que apenas cinco semanas después del matrimonio con Mira, Lina fue arrestada y falsamente acusada de espionaje. Segundo, que Prokofiev, siendo un personaje influyente, nunca abogó por la libertad de su primera esposa. Se especula que Mira era agente de la Policía Secreta de Stalin, asignada para infiltrar el pensamiento independiente de Prokofiev y mantenerlo alineado. A su muerte, Mira Prokofievna fue enterrada a un lado de su marido.
Hasta la próxima.
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