Con ese sugerente título escribía Salvador Morales Pérez, cubano, doctor en Historia quien fuera secretario de la Academia de Ciencias de esa república antillana y que muriera en México fungiendo como investigador del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, al referirse al gran maestro José Martí: “Hombre de proyección transhistórica. El héroe que hace trepidar las conciencias de nuestros pueblos sufridos y anhelantes en pos del soñado reino de la libertad, la igualdad y la fraternidad. José Martí ha sido el más universal y trascendente de los cubanos”
Tal aseveración se hizo en el texto de presentación de nuestro libro José Martí: una vida por la libertad, la igualdad y la fraternidad (2009) con que nos distinguió el ameritado historiador cubano. Hoy, al celebrarse el CLXVI Aniversario del Natalicio del Héroe de Dos Ríos, nos es imperativo entrar en la reflexión de esta recia personalidad adelantada a su época.

(Foto: Especial)
De toda la pléyade de los Libertadores de América es, José Martí, el que más obra escrita dejó para las generaciones futuras. Este hecho ha permitido que conozcamos más a fondo su formación ideológica e intelectual, fundamentos que le llevaron a transitar los tortuosos caminos para la construcción de la libertad y redención de su patria que, es de obligación recordar, él la interpretó como nuestra América, por su clara visión internacionalista que al paso sería el principio doctrinal de la política exterior cubana.
La existencia de tantos y tantos documentos martianos nos permite atisbar con mayor objetividad en el pensamiento del prócer. Además, él sumó a su perfil de luchador independentista, su desempeño como Maestro, poeta, periodista, escritor, crítico de arte y múltiples actividades más que fortalecieron su formación intelectual y humana forjada desde su niñez en La Habana y, posteriormente, en España y Francia durante sus tres estancias en Europa, dos de ellas forzadas y otra por necesidad familiar.
La investigación que nos llevó más de cinco año y la consulta de 157 obras de diferentes autores y los 29 tomos de las Obras Completas de Martí, editadas por el Centro de Estudios Martianos de La Habana, (todo bajo la guía de Salvador Morales) se hizo con el propósito de acercar en enunciados breves las ideas que dibujan la esencia del pensamiento martiano, extractado, en buena parte, de su obra directa, y en mucha otra, de los variados productos de investigación histórica, política, sociológica, filosófica, literaria, pedagógica y artística a que tuvimos acceso, gracias a la tarea esforzada de doctos estudiosos de Martí. El deseo fue acercar, de la manera más sencilla posible, un filón de información elemental para quienes no son avezados en el conocimiento de la vida y obra del ejemplar cubano del Siglo XIX. Desde luego, y como premisa fundamental, inducir a las nuevas generaciones de ciudadanos latinoamericanos al conocimiento de un hombre que, a semejanza de El Che, pero una centena de años antes, fue capaz de sentir en carne propia, cualquier injusticia cometida contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. De ahí nuestra afirmación de que, el concepto martiano de Nuestra América, es el principio fundacional de la política internacionalista por la liberación de los pueblos, que ha esgrimido en los últimos sesenta años la más grande de las islas del Caribe.
Los mexicanos y latinoamericanos de nuestra generación, comprometidos con esa doctrina, asumimos plenamente ese espíritu solidario y decidido. Del brazo de Martí nos planteamos el cambio radical que tantos esfuerzos nos ha costado adelantar. De la mano de Martí hemos encontrado el sentido de nuestros destinos y la energía necesaria para llevarlo a cabo a pesar de las brutales agresiones a las que como generación hemos sido sometidos; porque Martí no es solo de los cubanos, Martí pertenece a todo latinoamericano que no se conforma con esta existencia incierta, pálida, subordinada.
De esa carne y de ese temple, de ese fuego, de esa decisión y entereza con sus singulares características y dotes personales, fue José Martí. Aquel cubano que quiso a México con igual lealtad e intensidad que a Cuba. No ha tenido este país un centinela más preocupado por el mejor de los destinos. Son numerosísimas las huellas que dejó escritas de tan inquieta vigilancia.
Ese Martí, que estuvo presente durante tantos años en el estudio y valoración de numerosos intelectuales y en la formación de los niños y jóvenes mexicanos, en la década de los setentas fue alevosamente extirpado de los libros de literatura e historia por maliciosos burócratas que desearon ver erradicada de la educación contemporánea todo ejemplo e ideas que pudieran convertirse en incitación a la inconformidad, a la rebeldía, al espíritu redentor y quijotesco, la más noble huella dejada por la cultura hispana y cristiana en nuestras sufridas tierras de América.
Ningún político e intelectual de su época vio con tanta claridad como Martí la dirección que estaban tomando en la América los asuntos continentales. Observó con previsora lucidez los peligros derivados de la íntima relación entre los pujantes Estados Unidos pletóricos de mercaderías invendibles, avarientos de mercados, ocupados por otros, y la evolución de las economías periféricas, dependientes, dominadas por grupos oligárquicos que desconocían nuestros países y miraban la cultura ajena como propia.
El tiempo transcurrido, de algo más de un siglo, nos permite adquirir una valoración cada vez más completa y objetiva del papel de Martí en el movimiento revolucionario cubano, y de la significación de su estrategia antiimperialista y latinoamericanista. Creó una conciencia patriótica y social legítima no sólo para los días en que vivió sino incluso para las décadas posteriores a su muerte.
Martí fue un líder que no ejerció el poder, pero se distinguió como gran conductor político de acrisolado prestigio, un notable organizador, una “autoridad espiritual” y moral, un líder ideológico de especial categoría.
Es un verdadero paradigma de lo noble, de lo certero y apropiado, de lo justo y conveniente. Un ejemplo contrastante con esa miríada de pequeños políticos más atenidos al bien propio que al bien común. Bien común que ha llegado a unos niveles de deterioro espeluznantes. Deterioro en todos los órdenes de la existencia social.
Martí por siempre. Hoy vigente en el proyecto de la nación mexicana y, sobre todo, en la defensa y solidaridad con el pueblo y gobierno de Venezuela, la Venezuela libre, bolivariana y antiimperialista.
Es cuánto.
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