Ahora que está muy de moda las clasificaciones sociales en términos de Fifís y Chairos, bien valdría la pena echarle un vistazo a un sector poblacional de México que es prácticamente invisible, y cuyo nivel de gasto representa casi una tercera parte de la economía nacional, lo que la ha convertido en uno de sus principales motores: me refiero a la clase media.
I. El perfil de la clase media en México
Después de las clases “Baja – Baja” y “Baja – Alta” en el clasificador de la Secretaría de Economía, la tercera clase social es la “Media - Baja” formada por oficinistas, técnicos, supervisores y artesanos calificados. La principal característica de esta clase es que sus ingresos “no son muy sustanciosos pero sí estables”, y se estima que integran el 20 por ciento de la población nacional, con cerca de 23 millones de personas. El cuarto estrato social es la clase “Media-Alta”, donde se ubica el 14 por ciento de la población (16 millones de mexicanos) que incluye a la mayoría de hombres de negocios y profesionales que han triunfado y que por lo general constan de buenos y estables ingresos económicos. Entre estos dos segmentos se suma el 34 por ciento de la población.
Los hogares de clase media en el país trabajan en su mayoría en zonas urbanas y en la economía formal, y sus ingresos promedio anuales se comparan a los de países como Brasil, Rusia, India, China e Indonesia. Aunque todavía no existe un criterio unificado en el mundo para modelarlos, Sarah Boumphrey, directora de Visión Estratégica, Económica y del Consumidor de Euromonitor Internacional dice que “no hay un acuerdo sobre una definición simple. La más sencilla es, (gente que) no es ni rica ni pobre”, dijo en el marco de la Cumbre de Negocios, que se celebró en México en el 2015. Pero sí hay algunas pistas al respecto: la clase media en el país obtiene ingresos de entre 15,000 y 45,000 dólares al año (equivalentes a 23,000 y 73,000 pesos mexicanos mensuales), lo cual “es suficiente para no caer en la pobreza, pero no es suficiente para volverse rico”, dijo Boumphrey. A partir de ello, la mitad de sus ingresos puede ir a gastos como ropa, transporte o comer afuera, “tiende a tener un refrigerador, una televisión a color y un celular. Solo la mitad tiene un auto, lo que es sorprendente en un país como México que es famoso por su industria automotriz”, agrega Boumphrey. La clase media es sensible a cualquier impacto impositivo en su nivel de ingresos: “Compra más en tiendas club (Sam’s o Costco), buscan eficiencias, compran mucho más en tianguis”, señaló Fabián Ghirardelly, director general de Kantar Worldpanel México.

(Foto: Especial)
Por otra parte, José María Zas, presidente y director general de American Express Company en el país señala que: “México ha hecho un trabajo extraordinario creando clase media. La combinación de inversión y generación de riqueza ha permitido, mirando con cualquier indicador, que está habiendo un progreso importante”. Zas dijo que como compañía buscaban acelerar ese progreso entendiendo que es realmente el motor del consumo, muchísimo más de demanda.
El desarrollo económico de México y el impulso a la creación del empleo (el perfil exportador de México se tradujo en una mayor creación de puestos de trabajo), influyeron para que en lo que va del siglo la población que ingresó a la clase media creciera 33.8 por ciento, dado que pasó de 11.8 a 15.8 millones de familias. Y aunque los sueldos tuvieron un crecimiento moderado, la clase media mostró un alza importante en su dinámica de consumo, toda vez que desde el año 2000 y hasta 2014 el consumo de las familias ya representaba casi una tercera parte del gasto total de éstas en México. Ante el bajo incremento salarial, una gran parte del consumo se ha apoyado en la adquisición de diversas líneas de financiamiento, principalmente de consumo, el cual representa para la banca comercial su segunda mayor cartera de créditos, únicamente superada por el financiamiento a la actividad productiva.
Otra variable es la compra de autos nuevos que es considerado como uno de los medios para ingresar a la clase media. En el caso de México un aumento en el número de familias que ingresaron a este segmento de la población permitió que las ventas de autos nuevos crecieran a una tasa de 6.0 por ciento promedio anual entre el año 2000 y 2016. Y a partir del 2016 la venta de vehículos se desaceleró, teniendo la mayor caída desde la crisis financiera que inició en 2008. Y las expectativas para este año son pesimistas: el sector prevé que la colocación baje por tercer año consecutivo para cerrar 2019 con -4.5 por ciento.
II. Memorias de la clase media antes y ahora
Para la generación de nuestros padres y abuelos (1900 – 1960), y todavía a los de mi generación de los 70’s ser de clase media no necesariamente era ser rico: se tenía lo suficiente para pagar renta, alimentos y medicinas, sin embargo no había para gastos superfluos, ya que la ropa se repasaba del hijo mayor al menor, usualmente había dos pares de zapatos (los de diario y los de dominguear, porque aún no había tanto afán por las marcas), se estudiaba en la escuela pública, y se vacacionaba una vez al año no en hoteles de lujo, sino en playas donde se acampaba o en hoteles de bajo costo. El jefe de familia trabajaba como oficinista y la mamá se dedicaba a las tareas del hogar, cuidando a la decena de chicos que era lo común en la época. Y ahorrando se podía hacer de un capital para un pequeño negocio o adquirir una casa con el paso de los años.
Hoy en día la situación de una familia de clase media es completamente diferente: se necesitan dos sueldos (el del padre y la madre, y hasta de doble turno) para poder cubrir lo básico; las compras en el supermercado se han reducido a su mínima expresión con el paso de los años, y se prefiere los tianguis y mercados para economizar. El proyecto de adquirir una vivienda es básicamente de interés social y con largos y carísimos créditos en colonias periféricas. Las salidas a vacacionar o a comer fuera son casi nulas, y sin embargo sí pagan impuestos y seguridad social. Desafortunadamente para este segmento de la población no hay becas, ni incentivos, ni descuentos, ayudas para el desempleo o rescates por bancarrota; al contrario, son los que cargan cada vez más con los impuestos, y a pesar de pagar la seguridad social no se benefician de ella, porque no reciben un servicio médico de calidad, sino que es igualitario y escaso como el que reciben los que no pagan por ello. Hubo un tiempo con el presidente Felipe Calderón que se promovió la posibilidad de reembolsarles las colegiaturas de los chicos, y ahora, hasta las estancias infantiles les han quitado.
Como dijo la analista Boumphrey ser de clase media no es ser rico, y yo agregaría que tampoco es un pecado. Son personas que trabajan, se esfuerzan, se sacrifican para conseguir un bien o para garantizarles una educación de calidad a los hijos; estudian, investigan, analizan… quizás por eso no son tan atractivos en términos de compra de votos, o son de nulo interés para los políticos. En medio del discurso revanchista y pontificador que prevale hoy en día tanto en la arena política como en las redes sociales, pienso que lo ideal sería que todos los mexicanos sin excepción tuviésemos lo básico con holgura y un poco más, que no hubiese pobreza sino más clase media y alta para dinamizar la economía del país. El incremento de la clase media es un pulso de nuestra economía.
Lamentablemente el aspecto que tiene la clase media en estos días no es nada alentador: cada vez se suman más filas de jóvenes de clase media urbanos que están iniciando familia y están desempleados, o profesionistas con trayectoria y experiencia que están en bancarrota. En contraparte es triste ver a los políticos hampones e ignorantes con dos gramos de cerebro que se llenan los bolsillos a costillas de los que sí trabajan y pagan impuestos como lo son los de la clase media; empresas multinacionales con hordas de abogados y contadores que evaden impuestos hasta dejarlos en su mínima expresión, cuando al de la clase “Media – Baja” no se le perdona ni un peso, sino que al contrario, se le hinca cada vez más el diente; también becarios a los que no se les pide ni el mínimo esfuerzo, cuyos beneficios de los que gozan no están diseñados para los de clase media porque son supuestamente “fifís”. En realidad los clasemedieros son tan humanos como los otros, con sueños, problemas y aspiraciones que también merecen una oportunidad. Ojalá alguien pronto valore su aporte a la economía nacional y se decida hacer algo por ellos para que no desaparezcan sumándose a las filas de la pobreza. Eso sí sería un retroceso lamentable y se reflejaría como un síntoma de que las cosas no van nada bien…
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