
Inevitable e incontestablemente, el cambio climático es una realidad. Entre sus causas, sabemos, es la propia naturaleza de la Tierra, aunque las de mayor importancia, sin duda, es la explotación irracional del medio ambiente y la actividad industrial, realizadas ambas por el hombre. Y es hasta épocas muy recientes que apenas nos damos cuenta, gracias a los estudios y advertencias de los especialistas, de los efectos impactantes que ha provocado la intervención del ser humano sobre nuestro planeta: sobre sus océanos, corrientes de aire, temperatura terrestre y el deshielo de polos y glaciares, entre otros.
“De seguir como vamos -advirtieron científicos, hace un lustro- las consecuencias de esta imprevisión afectará la propia civilización humana”. Y se habla en genérico, porque, en un escenario de catástrofes, los efectos fatales del cambio climático devastarían por igual a países ricos o pobres, del norte o del sur. No es pues sólo un problema ambiental; resulta una cuestión económica, de salud humana y de seguridad alimentaria.
Hace dos años, por ejemplo, durante los meses de agosto y septiembre se observó el aumento en la fuerza, violencia y consecuencias de los ciclones y de las tormentas tropicales, situación que dió pie a las declaraciones del líder del Grupo Socialista del Parlamento Europeo: Gianni Pittella, en el sentido de que “bastaría usar un poco de sentido común para establecer la relación entre el cambio climático y estos eventos…” y que “urgiría alertar a los gobiernos para acelerar las acciones tendientes a reducir las emisiones contaminantes, además de preparar a las comunidades para resistir eventos metereológicos más extremos”.
En abril de este año, supimos de la muerte de Polly Higgins, con apenas 50 años, quien fundó un movimiento político y social de alcance mundial. Hija de una artista y un metereólogo, criada en los lagos de Escocia, Polly estudió leyes para poder abocarse a la defensa del medio ambiente. Dándose cuenta de que la naturaleza necesita defensores, inauguró un movimiento social que procura la criminalización del ecocidio, desarrollando una definición jurídica y una explicación por qué importa perseguirlo.

(Foto: Especial)
El verano de 2018, Greta Thunberg, una niña de 15 años, inició una huelga escolar en defensa del clima frente al parlamento sueco, exigiendo acción de los políticos frente a la emergencia climática mundial. El pasado 20 de septiembre, Greta fue la invitada de honor de miles de jóvenes que en Nueva York participaron en la Huelga Climática Global con una marcha por el centro antiguo de Nueva York, a la par de más de 5 mil acciones que se realizaron en 150 países del orbe.
En la ciudad de México, también el día 20, se efectuó una marcha convocada por el Movimiento Fridays for Future (Viernes por el Futuro), con el apoyo de organizaciones como Amnistía Internacional México, teniendo réplicas en otros estados de la república, exigiendo que el gobierno mexicano declare una emergencia climática nacional. Con ello se quiere dejar en claro que llegó el momento de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a menos de 1.5 grados centígrados y respaldar con enfoque de derechos humanos todas las acciones por el clima, entre otros temas. “Ante la crisis climática en el mundo y en México en particular, es necesario replantear nuestra forma de ser y de estar en el planeta, de tal forma que podamos revertir los graves daños causados a la ecología”, fueron las declaraciones de Tania Reneaum, directora ejecutiva de Amnistía Internacional México.
En la ciudad de Pátzcuaro, un colectivo ciudadano denominado “Alerta Planeta”, desde el pasado mes de julio se ha venido integrando a estas convocatorias internacionales, realizando una serie de actividades que dieron inicio con pequeñas acciones como la de invitar y verificar que establecimientos comerciales abandonaran el uso de envases de unicel, haciéndose merecedores de un cartel que da cuenta de su contribución al medio ambiente: “En este lugar no usamos el unicel”. Posteriormente, mediante música, performances, ferias y tianguis de productos naturales en sitios populosos, han venido informando e invitando a la ciudadanía del lugar para tomar una postura ineludible ante la emergencia climática que vive el planeta, la nación, el estado y nuestro municipio.
Las movilizaciones de la última semana, han puesto en evidencia la preocupación creciente de grandes conglomerados que por lo general no son tomados en cuenta cuando se realizan las Conferencias o Cumbres Mundiales, como la realizada el lunes 23 de septiembre en Nueva York, en la que tuvo participación la joven sueca Greta Thunberg, que ha inspirado no sólo a jóvenes de todo el mundo, sino también a académicos, científicos y activistas que este viernes 27 de septiembre convocarán a redoblar esfuerzos con un mismo propósito: atrevernos a ver y decir la verdad. Estamos en emergencia. La temperatura de nuestro planeta no debe sobrepasar los 2°C. y para que eso no suceda, es necesario reducir las emisiones de carbono en un 70% antes de 2050.
El titular de Naciones Unidas, Antonio Gutérres, en una reunión preparatoria de la Cumbre sobre la Acción Climática, llamó a todos los participantes a aprovechar esa oportunidad para emprender una acción audaz sobre el clima, y adelantó datos: cada semana el mundo vive devastaciones relacionadas con el clima, como inundaciones, sequías, olas de calor, incendios forestales y supertormentas. En todos los países las personas están perdiendo sus hogares y se ven obligadas a emigrar. Los glaciares se están derritiendo al doble de la tasa desde el comienzo de este siglo. “No hay tiempo qué perder -ha dicho el titular de Naciones Unidas-, sin embargo, aún no está claro para todos los tomadores de decisiones que dirigen nuestro mundo”.
En nuestra maltratada América y luego de los devastadores incendios provocados en la Selva Amazónica, activistas ambientales han reafirmado lo que puede salvarnos de la catástrofe que se avecina: “Sólo si logramos hacer una reconversión socio-político-económico-productiva de nuestra sociedad y una transformación radical de nuestro estilo de vida, de nuestro patrón energético y de nuestro sistema de producción, podremos detenernos. Si no lo conseguimos, o simplemente no hacemos nada, la catástrofe para nuestra especie (la especie humana) está garantizada”.
Esfuerzos y ejemplos pueden parecer pocos, pero sumándonos, seguro crecerán.
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