
(Foto: Especial)
Es noviembre de 2016. Han concluido los cómputos de las elecciones en los que los estadounidenses determinaron quiénes conformarán el Colegio Electoral que definirá al cuadragésimo quinto inquilino de la Casa Blanca. La controversial campaña que confrontó a Hillary Clinton por los demócratas y a Donald Trump por los republicanos no pudo tener otro colofón distinto al de un reñido resultado.
Y es que todo parece indicar que el escenario de los años 1824, 1876, 1888 y 2000 podría repetirse, dado que la mayoría de los votos de los ciudadanos favorecieron al candidato republicano Trump, pero la nominada demócrata, Hillary Clinton, habría obtenido una cantidad de integrantes del Colegio Electoral que rebasa los 270, con lo que prácticamente podría concretarse el hecho histórico de que sea una mujer la próxima presidenta de la nación más poderosa del mundo.
El controvertido método indirecto de elección del presidente norteamericano parece ahora más que nunca exhibir bondades al haberle cerrado el paso al ascenso del radicalismo del magnate Trump; sin embargo, las críticas que han vertido los simpatizantes del republicano son contundentes ya que los márgenes tan pequeños con los que la demócrata ganó las elecciones en estados como Ohio, Wisconsin y Pensilvania fueron suficientes para hacerse de la totalidad de sus delegados.
Durante la campaña se esperaba que el discurso racista de Donald Trump le cobrara una factura importante a través de un voto de castigo por parte de las minorías inmigrantes en Estados Unidos, pero pesó más el voto duro y radicalizado que el republicano logró acumular, así como la incapacidad de Clinton para motivar a sectores como los jóvenes a salir a votar. Pese a ello las cifras en el Colegio Electoral favorecerán a la ex secretaria de Estado, quien, se sabe, ya alista una estrategia de contención a las críticas que cuestionarán la legitimidad de su designación.
Se prevé que Clinton anuncie algunas medidas tendientes a sofocar estas voces así como a premiar a los sectores de inmigrantes que le favorecieron en las urnas. Un par de medidas inmediatas, que según los analistas podrían estar en la agenda de la virtual presidenta norteamericana, son la reforma migratoria integral así como una iniciativa en torno a lo que ella denominó en su campaña como “reescribir el Código Fiscal”.
Los mercados han respondido favorablemente al resultado del proceso electoral. La Bolsa de Valores, en sus principales indicadores, parece recuperar terreno ante la conjurada guerra comercial contra China y México que se hubiese podido desatar en el escenario de que Trump hubiese ganado la mayoría del Colegio Electoral norteamericano.
Hasta aquí la política ficción. Los resultados de las elecciones en Estados Unidos podrían traer al mundo el hecho sin precedentes de tener a una mujer en la posición que representa quizá el mayor poder en el hemisferio occidental. Sin embargo, los estrechos márgenes que brindan la conducción de una maquinaria económica y política como la que representa Estados Unidos dan pocas esperanzas para que pueda ocurrir un viraje en temas como el medio ambiente o las relaciones internacionales.
En este último aspecto Clinton ha sido criticada por sus posiciones duras hacia el Medio Oriente, su respaldo hacia Israel en contra de los palestinos, así como la cobertura diplomática que brindó, siendo secretaria de Estado, hacia los golpistas hondureños que derrocaron al presidente Manuel Zelaya.
Las opciones no son muchas en Norteamérica y todas parecen estar enmarcadas en un estrechísimo margen para el optimismo.
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