LA PSICOLOGÍA EN EL DERECHO: Derecho a la libertad sexual

Durante casi toda mi formación personal, profesional, laboral, social, etcétera, nunca había reflexionado de forma consciente sobre el Derechos a la libertad que las personas tenemos con respecto a la orientación sexual, mis manifestaciones al respecto siempre fueron de respeto a su derecho, sin embargo ese respeto estaba marcado de cierta distancia, no me involucraba mucho en el tema pues creía que esa era la mejor forma de respetar la diversidad sexual, e incluso recuerdo que dentro de la formación en la maestría de psicología jurídica uno de los profesores que me dio clases, él que, cabe señalar que era un especialista en confrontar mis ideas, realizo un pregunta sobre la crianza de hijas/os en la comunidad LGBTI, lo cual cimbro por primera vez los prejuicios sociales con los que me había formado.

Pero ya saben, cuando ya estamos listas/os para los nuevos aprendizajes la vida nos acomoda en los lugares perfectos para el crecimiento, es así que llego a un espacio laboral en donde se trabajaban temas relacionados con la diversidad sexual, este lugar está a cargo de una mujer muy joven, llamada Jen; comenzamos con la capacitación en el tema y fue ahí donde logre resignificar muchas de mis aprendizajes sobre la diversidad sexual.

Para lograr llegar ahí, primero fue necesario entender la teoría, aunque conocía el concepto de género, este lo limitaba a la dualidad; el género es la percepción subjetiva que una persona tiene sobre sí misma en cuanto a su propio género. Es decir, si uno se identifica (o no) con los roles de hombre o mujer (dualidad no había más) Pero ahora entiendo que fuera de estas dos categorías existe otras posibilidades; aquellas personas que no se identifican con los patrones masculinos o femeninos son personas genderqueer o no binarias; lo anterior me produce un sentimiento de libertad al saber que no me tengo que identificar con lo masculino o lo femenino, por otro lado tenemos la expresión de género que tiene que ver con nuestra apariencia, la manera de vestirnos o relacionarnos con los demás e incluso el comportamiento pueden etiquetarse bajo lo que entendemos por masculino, femenino o andrógino (con características de ambas) porque sabes que hay muchas mujeres que no son tan femeninas y hombres que no son tan masculinos, que liberador saber que mi expresión de género puede ser andrógina es decir tener de ambas y lo más importante es entender que todo esto no necesariamente está ligado con mi orientación sexual.

Socialmente nos enseñaron que el género estaba ligado a la orientación sexual, luego entonces la formula era masculino y femenino era igual a heterosexual, hoy sabemos que la orientación sexual se refiere a la atracción física o emocional de las personas por alguien del mismo sexo (homosexual; gay, lesbiana, dependiendo del género con el que se identifiquen), del sexo opuesto (heterosexual), de ambos sexos (bisexual), de ninguno (asexual) o de cualquier otra identidad de género abriendo un amplio abanico de posibilidades. Y es aquí en donde radica la problemática social; necesitamos deconstruirnos en la idea de lo binario para no sentir temor por lo diverso, además de entender que lo diferente no es anormal solo es distinto.

De acuerdo con la encuesta sobre discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género en el año 2018, realizada por el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, refiere que 6 de cada 10 personas LGBTI encuestadas sufrió discriminación en el último año y que más del 53% reporto haber sufrido expresiones de odio, agresiones físicas y acoso.

Como sociedad estamos contribuyendo a violentar el derecho a la libertad sexual pues incluso hay quienes por temor a ser discriminados no pueden expresar libremente no pueden ser. El costo sería demasiado alto, tanto que en ocasiones se puede perder la vida.

Nos asusta lo que creemos que sale de la “normalidad”, una normalidad impuesta por una sociedad, pero no nos damos cuenta que lo que es anormal es tener odio a otro por tener una orientación sexual distinta a la mía, resulta una conducta más aberrante discriminar, violar o asesinar a alguien por su orientación sexual, eso sí es una conducta anormal.

Después de conocer a Jen comprendí que comentemos un error en la crianza de nuestros hijos, al no abrir un abanico de posibilidades para que sean libres de elegir lo que mejor les viene en su construcción de género, en su expresión de género y finalmente que puedan reconocer en sí mismos su orientación sexual, privándoles el derecho a la libertad sexual.

Gracias Jen por ser mi maestra de vida.