No puedo respirar bajo el Capitalismo Imperial y la 4T

Como ya es del conocimiento general, las últimas palabras de George Floyd fueron: “no puedo respirar”, cuando la policía de Minneapolis, Minnesota, lo sometió con brutalidad y por medio de las redes sociales se grabó y se difundió el video del asesinato que indignó a miles de ciudadanos de Estados Unidos, que por más de diez días se han movilizado en todo el territorio, sobre todo en las principales ciudades de ese país.

Este hecho de brutalidad policiaca en Norteamérica pone al desnudo el racismo y la declaración de la supremacía de la raza blanca de ese país sobre la población  afroamericana- negra-, la mal llamada latina, porque es también latinoamericana y las minorías que viven en los Estados Unidos.

Los miles o tal vez millones de ciudadanos han salido a repudiar el hecho y que enfrentan en los últimos días abiertamente a las fuerzas policiacas en las principales ciudades de Estados Unidos son en su mayoría y composición social trabajadores explotados por el capitalismo imperial y por una burguesía racista cuya máxima expresión es el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha fomentado el odio y la discriminación no solo en contra de los afroamericanos y latinos como una manera de dominación política para la explotación de millones de trabajadores de esta característica.

También hay que señalar, el sistema policiaco del país del norte es tan solo un instrumento de control y opresión para llevar a cabo la política de dominación por parte de la supremacía blanca que se asume como la autentica heredera y fundadora de la Unión Americana.

Durante más de doscientos años los afroamericanos -la supuesta raza negra- no tuvieron derechos civiles  y la segregación racial es un mecanismo para someter a millones de ciudadanos estadunidenses a la explotación en manos de los grandes capitalistas que comandan la derecha, hoy representada por Trump.

A pesar de que en los años sesenta del siglo pasado los negros conquistaron los derechos civiles entre los cuales destaca el derecho al voto y  ser electos a un cargo de representación popular así como la supuesta desaparición de la discriminación racial.

Pero las múltiples manifestaciones son un choque directo no solo contra el sistema policial corrupto sino cuestionan los fundamentos capitalistas del imperio norteamericano y han provocado una severa crisis tanto en el gobierno de Donald Trump, que por cierto se tuvo que resguardar en un bunker cuando los manifestantes llegaron a las cercanías de la Casa Blanca sede del gobierno norteamericano.

Durante más de una semana la movilización, como ya se mencionó, en las principales ciudades de Estados Unidos, no han parado exigiendo justicia para George Floyd, pero esta situación política ha abierto una profunda crisis también en el sistema político estadunidense donde se expresa el descontento de la mayoría compuesta por los trabajadores golpeados por la crisis económica en aquel país y con más de cuarenta millones de desocupados, algo nunca visto desde el año 1929.

Tampoco fue suficiente las transferencias del gobierno estadunidenses a los hogares para que mantuvieran el consumo y poder pasar los efectos de la pandemia del Covid-19, que por cierto ha sido mal manejada por el gobierno de Trump.

De igual manera  las movilizaciones de los trabajadores y ciudadanos estadunidenses son parte de otro fenómeno -una situación revolucionaria- que se viene desarrollando en América Latina en contra del proyecto neoliberal y que ahora se agudiza por los efectos de la crisis económica y financiera como también por la crisis sanitaria del coronavirus.

En pocas palabras se trata del enfrentamiento abierto de millones de trabajadores a través de la movilización contra los gobiernos en su mayoría surgidos de la democracia formal por la vía electoral, lo que significa que la democracia en sí misma no satisface las demandas económicas y sociales de la población y los trabajadores lo que provoca profundas crisis en los sistemas políticos y los gobiernos.

Pero como se indicó anteriormente, la brutalidad policiaca no es únicamente en los países imperiales como Estados Unidos sino también en países como en México, donde en los últimos días los ciudadanos han salido a condenar en la ciudad de Guadalajara primeramente y después en la ciudad de México por el abuso policial por no usar el cubre bocas en contra de                       Giovanni López que murió por traumatismo craneoencefálico el lunes 4 de mayo.

Tenía 30 años; hasta el momento de escribir esta entrega los enfrentamientos tanto en Guadalajara y la ciudad de México fueron  abiertos contra la policía y una jovencita de 16 años también fue atacada por la brutalidad policiaca del gobierno de la ciudad de México de la morenista, Claudia Sheinbaum, donde se utilizó la brutalidad de la fuerza policiaca en contra de los manifestantes provocando el enfrentamiento violento contra la policía.

Mientras tanto el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, acusó de que desde los sótanos del poder del gobierno de la Cuatro T, se preparó a los infiltrados a lo  cual el gobierno de López Obrador respondió con el silencio; pero una cosa es cierto los cuerpos policiacos violan los derechos humanos y están corrompidos por los jefes superiores y en colusión con el crimen organizado tanto en Jalisco como en la Ciudad de México.

De todo lo anterior hay un denominador común, el enfrentamiento cotidiano de los ciudadanos y trabajadores en todo el mundo contra, no solo la brutalidad policial sino también contra el régimen de explotación capitalista, la democracia formal, los sistemas políticos y los gobiernos, es por ello que las últimas palabras de George Floyd: “no puedo respirar”, fueron la chispa que incendio la pradera en el imperio norteamericano y que ahora se extiende a México.