Sin cuarentenas obligatorias, Uruguay vence la pandemia

Ciudad de México.- Uruguay eligió una estrategia original en América Latina para enfrentar al coronavirus. Lejos de imponer un confinamiento estricto, el pequeño país sudamericano apeló a la responsabilidad de sus 3.5 millones de habitantes para establecer una cuarentena voluntaria.

Según Expansión, hasta ahora, los resultados parecen avalar la decisión del gobierno de Luis Lacalle Pou. Con 6.6 muertos por millón de habitantes, la tasa de Uruguay está muy por debajo de, por ejemplo, sus vecinos Brasil (182.1) y Argentina (15.8).

“El gobierno optó por no aplicar una cuarentena obligatoria que impusiera sanciones penales a la población”, dice Gustavo Grecco, presidente del Sindicato Médico del Uruguay y coordinador de la terapia intensiva del Sanatorio Americano, en Montevideo. “Para evitarlo, aplicó una estrategia que tomó en cuenta las ventajas demográficas de Uruguay, la fortaleza del sistema de salud y, sobre todo, la respuesta de los ciudadanos”.

La irrupción del coronavirus coincidió con la llegada al gobierno de Lacalle Pou. El 13 de marzo, apenas doce días después de su asunción, el flamante presidente decidió decretar la emergencia sanitaria en el país tras la confirmación de los primeros cuatro contagios. Si bien fueron suspendidas las clases, se cancelaron los eventos masivos y se ordenó el cierre de las fronteras, no se impusieron restricciones a la movilidad de las personas ni se exigió a los comercios —excepto a los shoppings— que bajen sus persianas.

Sin apelar a medidas coercitivas, el gobierno logró, de todos modos, que la actividad, sobre todo en lugares de recreación, cayera en forma drástica. Según reportes de Google Mobility —la plataforma que refleja tendencias de movilidad—, la concentración de personas en cafés, parques, centros comerciales y teatros cayó entre 75% y 80% en las dos primeras semanas de cuarentena voluntaria.

Con indicadores sociales por encima del promedio de la región, el acatamiento a las recomendaciones sanitarias es más factible de cumplir que en otros países. Uruguay, por ejemplo, tiene la menor tasa de informalidad laboral de América Latina.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la proporción de trabajadores no registrados cayó del 41.5% en 2006 al 25% el año pasado, lejos de las tasas cercanas al 70% que se registran en países como Perú y Paraguay. Además, casi la totalidad de la población tiene acceso a agua potable, un derecho establecido en la Constitución a partir de 2004.

A esas ventajas se le agregan factores demográficos que juegan a favor. Con 20 habitantes por kilómetro cuadrado, Uruguay tiene una densidad poblacional que es menos de un tercio de la que registra México. Además, a diferencia de lo que sucede en la mayoría de los países de la región, en Uruguay no hay grandes aglomerados urbanos, áreas en donde se incrementan los riesgos de transmisión del virus. La capital Montevideo es la única ciudad del país que alberga a más de un millón de habitantes.