REPERCUSIONES: ¡Yo solo sé que nada sé! Mis libros me lo enseñaron

Enclaustrados en nuestras casas, gracias a la Gran Epidemia Mundial, lentamente pasamos las horas, unos (los afortunados) quitando las yerbas del jardín, otros   podando el pasto, muchos releyendo  las diarias noticias que realmente no son nuevas noticias tal vez,  otros  más afortunados andamos  quitando el polvo que lentamente se fue ocultando entre los libros al pasar de los meses, días y  más días.

Mientras nos ocupábamos de leer y releer viejas novelas históricas y separando algunos libros que, por su vejez y  maltrato, se amarilleaban lentamente. Hasta lograr que sus  hojas se amarillaran y se volvieran quebradizas, de tal manera que ahora con mucho cuidado las hojeo y las repaso.   

Las hojas de varios libros me dan lástima por el abandono en el que los he tenido por pura flojera y… ¡Por lástima, me  decidí a regalar algunos, de quedarme con otros y los menos, para no tirarlos a la basura por su mal estado, me dediqué a restaurarlos!

Poco faltó pues para votarlos a la basura, pero a tiempo los rescaté de mi papelera;  

señalo que lo que me llevó a no quemarlos o tirarlos a la calle, ya prácticamente decidido a hacerlo junto con otros libros más, fue porque me trajeron muchos recuerdos, así que cambié de idea y me puso a restaurarlos,  pues sus amarillentas páginas, al releerlas, me trasladaban a pasajes vividos, a  amores olvidados y, por lo mismo, cambie de idea, pues sus amarillentas y resecas páginas, reitero, me dieron lástima pues  me llenaron de gratos recuerdos y de tristes desacuerdos.

De entre los libros ya sin portada alguna, es decir, sin pastas y páginas faltantes,  que requerían cuidado o  buen manejo,  me indujeron a comprar láminas de cartulina y empecé re empastarlos,  pues sin carátula alguna, no tendrían nombre ni apellido.

Tratando de corregir el olvido en que los tenía (algunos ya sin pastas), con hojas faltantes, estaban listos para incinerarlos prácticamente, pero lo que me llevó a no quemarlos fue recordar del holocausto sufrido por los judíos durante la segunda guerra mundial, así que no  tuve otra alternativa que olvidar la incineración  de  los libros y comencé a restaurarlos y así eliminar ese “anémico” estado del libro que he empezado a escribir.

En una obra de Descartes llamada “El discurso del Método” me encontré con  un escrito en el que  se describe lo que fue  la Filosofía en la etapa de la Edad Media y que casi casi sigue siendo lo mismo  (publicado en 1959, primera edición) misma  que reúne  tanto las creencias de los cristianos como sus dogmas, usos y costumbres.

Pero a lo que trato de referirme  y entender, que  es lo que significaba la lógica de Aristóteles, que leí y terminé por no entender lo que me hizo recordar a mi maestro de Filosofía, que nos decía en plan de broma que, cito:  “La  Filosofía es la ciencia que estudia las cosas fáciles y las hace difícil de entender”.

Ahora bien, según este sabio e histórico personaje llamado Descartes decía que, “los usos y manejos de la lógica Aristotélica, se cifraba en la averiguación, de la exposición  y la discusión  filosófica, lo que era (y es) actualmente el método por  excelencia, para no entender lo que es entendible, o sea no,  lo que ahora es y ha sido  la AVERIGUACIÓN, LA EXPOSICIÓN  Y LA DISCUSIÓN FILOSÓFICA.