El T-MEC, un nuevo eslabón en la cadena de dependencia económica

El pasado primero de julio entró en vigor el nuevo Tratado México Estados Unidos y Canadá (T-MEC), con ello se inaugura una nueva fase de las complejas relaciones comerciales y financieras entre México, principalmente Estados Unidos y por supuesto Canadá.

Después de más de 25 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), donde hubo un cambio estructural al interior de la economía mexicana, donde se realizó una transformación estructural en el sector exportador y una alta especialización de las exportaciones, además de que el comercio exterior mexicano se concentró en el mercado estadunidense ya que el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se canalizan al país del norte.

El TLCAN hoy finiquitado, convirtió al mismo tiempo a la economía mexicana en dependiente de la economía estadunidense; de esta manera también hubo un cambio radical en la estructura económica del país, donde se polarizó regionalmente la actividad productiva y al mismo tiempo hubo una nueva reubicación de la estructura industrial hacia los estados del centro-norte del país.

Cabe señalar que el surgimiento del TLCAN fue producto de un largo proceso de apertura comercial unilateral por parte de las autoridades comerciales mexicanas desde a mediados de los años ochentas con la finalidad de superar las crisis estructurales de la  economía mexicana.

A la firma del TLCAN el gobierno de México en poder del PRI, aseguró que con ello se evitarían las crisis económicas recurrentes, lo cual no sucedió. Hay que recordar que un año después de la entrada en vigor del acuerdo comercial estalló la crisis denominada el “error de diciembre de 1994”; pero esto es otra historia.

El TLCAN constituyó un eslabón en la cadena de la dependencia exterior de la economía nacional, con todas las ventajas para el capital extranjero a cambio de miserables remuneraciones salariales para los trabajadores que fue una de las principales ventajas competitivas  del acuerdo comercial para los intereses de los Estados Unidos y sus empresas.

A lo anterior hay que agregar, que el 50 por ciento de las exportaciones mexicanas son producto de la industria maquiladora cuyo proceso consiste en importar todas las partes de una mercancía o producto para armarlo en México y regresarlo a su país de origen, cuyo valor agregado es la aportación de la mano de obra, sin ningún beneficio de valor agregado para el país, es decir bajo costos salariales lo que volvió al mismo muy atractivo para la inversión extranjera directa de ambos países fuera de la región principalmente para las industria automotriz  y electrónica que instalaron sus plantas en el territorio nacional en especial en los estados fronterizos del norte.

Pero también hay que decir que el TLCAN obedeció a una nueva reconfiguración de los bloques comerciales en el ámbito internacional y con ello a una nueva división internacional del trabajo dinámica, particularmente a lo que se refiere a la relocalización industrial en la era de la globalización.

El TLCAN produjo una desindustrialización en los Estados Unidos, muchas empresas vinieron a instalarse en México y con ello en Estados Unidos se perdieron muchos puestos de trabajo, lo que afectó a los trabajadores norteamericanos; donde la diferencia salarial entre ambos países fue alta.

Durante su campaña electoral, Donald Trump manifestó la necesidad de que las empresas norteamericanas regresaran a los Estados Unidos y al mismo tiempo impulsó la negociación del TLCAN porque era desventajoso para los interese norteamericanos.

Ya como presidente puso en la agenda de comercio exterior de Estados Unidos como prioridad la renegociación del acuerdo comercial de América del Norte o la amenaza de salirse del TLCAN, además de imponer a las exportaciones del acero mexicanas aranceles adicionales hasta que doblegó tanto al gobierno de Peña Nieto como al de López Obrador, imponiendo el T-MEC  que es desventajoso para la economía mexicana.

En esta entrega tan solo se hará un análisis aproximativo de algunos aspectos del nuevo acuerdo comercial que entró en vigencia el 1 de julio de este año, pero que el gobierno mexicano con ello empeñó la soberanía nacional en materia comercial, energética y laboral entre otras cosas.

El nuevo acuerdo contiene numerosas disposiciones que cobijan bienes, tecnologías y avances en el comercio que no existían en 1994, cuando el TLCAN -o NAFTA- entró en vigor. En su ratificación se presentan  siete de los puntos más relevantes del nuevo acuerdo:

Aranceles y reglas de origen,  Certificación y Verificación de Origen, Aduanas y Facilitación del Comercio, Aplicación de las Leyes Comerciales y de Aduanas, Comercio de Bienes Digitales, Propiedad Intelectual y Protocolo Modificatorio del T-MEC.

El T-MEC, un nuevo eslabón en la cadena de dependencia económica

José María Carmona

El pasado primero de julio entró en vigor el nuevo Tratado México Estados Unidos y Canadá (T-MEC), con ello se inaugura una nueva fase de las complejas relaciones comerciales y financieras entre México, principalmente Estados Unidos y por supuesto Canadá.

Después de más de 25 años de vigencia del Tratado de Libre Comercio (TLCAN), donde hubo un cambio estructural al interior de la economía mexicana, donde se realizó una transformación estructural en el sector exportador y una alta especialización de las exportaciones, además de que el comercio exterior mexicano se concentró en el mercado estadunidense ya que el 80 por ciento de las exportaciones mexicanas se canalizan al país del norte.

El TLCAN hoy finiquitado, convirtió al mismo tiempo a la economía mexicana en dependiente de la economía estadunidense; de esta manera también hubo un cambio radical en la estructura económica del país, donde se polarizó regionalmente la actividad productiva y al mismo tiempo hubo una nueva reubicación de la estructura industrial hacia los estados del centro-norte del país.

Cabe señalar que el surgimiento del TLCAN fue producto de un largo proceso de apertura comercial unilateral por parte de las autoridades comerciales mexicanas desde a mediados de los años ochentas con la finalidad de superar las crisis estructurales de la  economía mexicana.

A la firma del TLCAN el gobierno de México en poder del PRI, aseguró que con ello se evitarían las crisis económicas recurrentes, lo cual no sucedió. Hay que recordar que un año después de la entrada en vigor del acuerdo comercial estalló la crisis denominada el “error de diciembre de 1994”; pero esto es otra historia.

El TLCAN constituyó un eslabón en la cadena de la dependencia exterior de la economía nacional, con todas las ventajas para el capital extranjero a cambio de miserables remuneraciones salariales para los trabajadores que fue una de las principales ventajas competitivas  del acuerdo comercial para los intereses de los Estados Unidos y sus empresas.

A lo anterior hay que agregar, que el 50 por ciento de las exportaciones mexicanas son producto de la industria maquiladora cuyo proceso consiste en importar todas las partes de una mercancía o producto para armarlo en México y regresarlo a su país de origen, cuyo valor agregado es la aportación de la mano de obra, sin ningún beneficio de valor agregado para el país, es decir bajo costos salariales lo que volvió al mismo muy atractivo para la inversión extranjera directa de ambos países fuera de la región principalmente para las industria automotriz  y electrónica que instalaron sus plantas en el territorio nacional en especial en los estados fronterizos del norte.

Pero también hay que decir que el TLCAN obedeció a una nueva reconfiguración de los bloques comerciales en el ámbito internacional y con ello a una nueva división internacional del trabajo dinámica, particularmente a lo que se refiere a la relocalización industrial en la era de la globalización.

El TLCAN produjo una desindustrialización en los Estados Unidos, muchas empresas vinieron a instalarse en México y con ello en Estados Unidos se perdieron muchos puestos de trabajo, lo que afectó a los trabajadores norteamericanos; donde la diferencia salarial entre ambos países fue alta.

Durante su campaña electoral, Donald Trump manifestó la necesidad de que las empresas norteamericanas regresaran a los Estados Unidos y al mismo tiempo impulsó la negociación del TLCAN porque era desventajoso para los interese norteamericanos.

Ya como presidente puso en la agenda de comercio exterior de Estados Unidos como prioridad la renegociación del acuerdo comercial de América del Norte o la amenaza de salirse del TLCAN, además de imponer a las exportaciones del acero mexicanas aranceles adicionales hasta que doblegó tanto al gobierno de Peña Nieto como al de López Obrador, imponiendo el T-MEC  que es desventajoso para la economía mexicana.

En esta entrega tan solo se hará un análisis aproximativo de algunos aspectos del nuevo acuerdo comercial que entró en vigencia el 1 de julio de este año, pero que el gobierno mexicano con ello empeñó la soberanía nacional en materia comercial, energética y laboral entre otras cosas.

El nuevo acuerdo contiene numerosas disposiciones que cobijan bienes, tecnologías y avances en el comercio que no existían en 1994, cuando el TLCAN -o NAFTA- entró en vigor. En su ratificación se presentan  siete de los puntos más relevantes del nuevo acuerdo:

Aranceles y reglas de origen,  Certificación y Verificación de Origen, Aduanas y Facilitación del Comercio, Aplicación de las Leyes Comerciales y de Aduanas, Comercio de Bienes Digitales, Propiedad Intelectual y Protocolo Modificatorio del T-MEC.

Todos estos aspectos de contenido del nuevo tratado comercial se detallarán en próximas entregas para demostrar que constituye un nuevo eslabón en la cadena de dependencia de la economía mexicana con una pérdida absoluta de la soberanía nacional, tanto económica como jurídica.