El empujón digital

Hace pocos días causó revuelo la noticia de que por el decreto presidencial de austeridad, la Secretaría de Economía tendría un recorte del 75 por ciento de las computadoras en uso, ofreciéndoselas incluso a los propios trabajadores adscritos a esta dependencia con un descuento especial para que las adquirieran. Y en ese contexto se viralizó también la declaración del Presidente Andrés Manuel López Obrador quien señaló que los padres de la patria no necesitaron de computadoras para luchar y transformar al país, por lo que conminó a los trabajadores a compartir sus equipos.

En realidad a lo que me parece hace alusión el Presidente es a la práctica desmedida del arrendamiento de servicios de cómputo y su mantenimiento la cual data desde tiempo atrás (no sólo en esta administración), y en torno a lo cual sigo sin entender  el costo–beneficio que representa la renta en vez de la compra de computadoras que podrían durar dos o tres años en uso quizás (claro que con la ayuda de un buen departamento de informática). De hecho se arrendan los automóviles oficiales, pero esa es harina de otro costal.

Traigo a colación esta noticia a manera de introducción para hacer ver que por el contrario, dado el contexto de los tiempos en vez de pensar en deshacernos de estos aparatos, en realidad el Covid-19 ya nos está dando un acelerón como sociedad hacia la llamada realidad virtual.

Al respecto, los expertos financieros han estado haciendo valoraciones acerca de las empresas que han ganado sumas estratosféricas en medio de esta pandemia mientras se pierden millones de empleos y se cierran negocios en todo el mundo: está por ejemplo el caso de la plataforma de reuniones virtuales Zoom a la que hasta hace poco nadie apostaba y cuyo inventor se hizo millonario en esta temporada; también se dispararon las compras en Amazon, y ni qué decir de los contenidos de entretenimiento como Netflix que han incrementado sus usuarios y por consecuencia sus ingresos. De acuerdo a diversas mediciones ahora hay un “boom” de las ventas en línea sobre todo en lo que refiere a alimentos, farmacia, productos de limpieza, entretenimiento y conectividad.

Leí un artículo muy interesante el domingo reciente en el periódico Reforma de Francisco Moreno Sánchez, médico encargado del Covid-19 en el Hospital ABC, en el que señalaba que esta pandemia nos hereda lecciones que son clave. Una de ellas (y para mí la principal) es el hacernos ver que somos vulnerables como seres humanos, por muchos desarrollos farmacéuticos que tengamos y aún y cuando hemos logrado incrementar nuestro margen de longevidad en los últimos años. Peor aún me parece que el Covid-19 llegó para quedarse: sólo volteen a ver a Cataluña, España donde ya hay un rebrote; Miami cerró sus playas de nuevo y en Melbourne, Australia regresaron a las medidas enérgicas de confinamiento cuando éstas ya las habían eliminado. Además ahora se habla incluso de peste bubónica en Mongolia por el consumo de marmotas y una nueva enfermedad porcina en China aunque el gobierno de aquel país haya minimizado el caso.

De esta manera estoy casi segura estoy de que cada vez estos bichos pequeñitos pero mortíferos nos seguirán sacudiendo el tablero de ajedrez del desarrollo una y otra vez, hasta que entendamos las nuevas reglas del juego, y ello será nuestra “nueva normalidad” la cual estará intrínsecamente vinculada al desarrollo de la nueva sociedad digital. A la par, mi pronóstico personal es que las medidas de higiene y la sana distancia serán de por vida; que nos la pensaremos dos veces y evitaremos las grandes concentraciones y que queramos o no tendremos que adoptar las herramientas digitales a nuestra vida cotidiana en un amplio espectro. Comencemos por ejemplo con los sistemas de sanitización: desde los robots con luz UV para desinfectar espacios públicos, pasando por los datos biométricos que se pueden capturar ya en medio de la muchedumbre para distinguir a quienes usan mascarillas o no y medir la temperatura corporal, hasta los nuevos dispositivos para probarse maquillajes sin tocarlos sino a través de pantallas con simuladores como los que ya se utilizan en Corea del Sur.

Esta revolución digital alcanza de manera importante la educación. Hablando de ello, vaya esfuerzo el que les ha tocado invertir a los padres de familia y a los maestros en México: seguro que fue una pesadilla esta pandemia porque se les triplicó el trabajo. Se lo platico por experiencias cercanas, ya que por ejemplo imagínese a una mamá con tres chicos de universidad, secundaria y primaria supervisando y asistiéndolos en sus clases virtuales, peleándose por compartir una tablet o una computadora. Y qué decir de los maestros: sé de varios casos que ya no tienen vida propia porque tienen que estar casi las 24 horas disponibles para atender a los chicos en sus clases, revisar trabajos, resolverles dudas y atender a los papás. El sistema educativo en México tuvo que adaptarse de manera exprés a esta pandemia desafortunadamente dejando vacíos especialmente en los sectores más desprotegidos que ni en sueños tienen acceso ni al internet, ni a un ordenador. Ahora las universidades y escuelas enfrentan el gran reto de iniciar el nuevo ciclo escolar este segundo semestre del año en medio de la incertidumbre, ya que hay voces de especialistas que hablan de un regreso a la “normalidad” (como sea que se entienda eso) a partir del mes de octubre.

Otro aspecto importantísimo (entre tantos muchos otros y que dan páginas enteras de qué hablar) es el laboral. Ahora las empresas (y el gobierno) se han dado cuenta de la reducción significativa en el gasto y los ahorros generados por tener al personal trabajando desde casa por lo se habla de que ya se están considerando recortes y mantener el teletrabajo. El problema es que en nuestro país de inicio nuestra legislación todavía no cuenta con un marco legal sólido como ocurre en Europa para por ejemplo establecer por ejemplo los horarios del trabajo a distancia. Y es que tan solo miremos lo que ocurre con los teléfonos inteligentes que nos borraron los espacios libres para la agenda personal, ya que hay que contestarle de inmediato al jefe o interactuar en los chats de la oficina so pena de perder el hilo de la conversación y extraviar algún dato importante. ¡Es una locura y un estrés permanente!

Otro rubro ligado a empujón hacia lo digital y que tomará un nuevo curso gracias al Covid-19 es el turismo que es el sector que más pérdidas ha tenido en este 2020; de hecho la Organización Mundial de la Salud está recomendando que no planeemos viajes sino a partir de diciembre de este año o hasta el 2021. Ahora con esta realidad virtual los grandes destinos de atractivo turístico se han abierto para todos: museos, plazas, ciudades, sitios históricos, bibliotecas, cinetecas, lo cual me parece genial para la democratización de este tipo de experiencias. Pero lo que seguramente cambiarán son los gustos del viajero: en vez de elegir las grandes capitales turísticas como Nueva York, quizás habrá mayor preferencia por una playa escondida o un pueblito discreto para vacacionar y se elegirán pequeños destinos locales, y hostales u hoteles boutique para evitar posibles contagios. Seguramente todos estaremos muy susceptibles en lo que respecta a las medidas de higiene por lo que sin duda este tipo de garantías serán un plus para determinar la llegada de viajeros. Me imagino ya hasta aplicaciones que nos ayuden a medir los niveles de contaminación de un lugar para evitarlos, ¿se imaginan?

Todo va a evolucionar hacia más y mejores entornos digitales pero de una manera más acelerada por esta epidemia y las que se avecinan: los cines, las consultas médicas, las compras, la educación, las elecciones políticas, los políticos… Así que regresando al tema del recorte de las computadoras, perdón pero mi humilde opinión es que este impulso digital tiene que invertir la medida del recorte de las computadoras y recrear nuevos entornos para los procesos burocráticos, gracias a lo cual ahí seguramente sí encontrarían verdaderas economías. ¿Qué pasaría si se hiciese una adaptación real al teletrabajo de la burocracia? ¿Cuánto se ahorraría en energía y en los costos de desplazamiento? Como ciudadanos hasta saldríamos beneficiados porque podríamos tener acceso a pagos, licencias y trámites con solo un click desde casa, y evitar las aglomeraciones, además de que nos ahorraríamos las vueltas y vueltas, la burocracia, y hasta los “moches” porque no habría otra manera.

México tiene que prepararse para esta nueva realidad virtual que queramos o no el Covid vino a exponer y a relanzar, y no podemos quedarnos atrás. El mundo está cambiando en torno a ello, y aquí no caben ni ideologías, ni partidos, ni politiquerías; requiere de eficacia y actualidad. Ojalá que quienes toman las decisiones en la materia estén a la altura de estos nuevos tiempos que ya llegaron y están aquí para quedarse…