LOGOS: AMLO, Trump y Bolsonaro; los tres caballeros

Tres presidentes americanos tienen desatinos similares, en su política de salud pública, frente al Covid-19: Donald John Trump, Jair Messías Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador.

        Esos ejecutivos me recuerdan un largo metraje musical de Wald Disney, titulado Los tres caballeros: el Pato Donald, el perico José Carioca y el gallito Pancho Pistolas.

        Desde Estados Unidos de América, Donald, abriendo regalos, viaja fílmicamente por Latinoamérica; especialmente a Estados Unidos del Brasil y a los Estados Unidos Mexicanos.

        Esa película fue del año 1944 y, ahí, esas naciones ofrecieron un colorido festival que cantó a la vida.

        Hoy, en agosto del 2020, esos tres presidentes (Trump, Bolsonaro y AMLO) ofrecen ante el mundo un espectáculo de muerte.

        Arrogantes, tercos e incompetentes, desestimaron a la pandemia.

        En inicio, negaron su existencia. “Es invento de los chinos y de los demócratas”, señaló Donald; “es cosa de los conservadores y neoliberales”, expresó Andrés Manuel; y Bolsonaro aseguró: “son fantasías de nuestros enemigos… es una gripilla”.

        AMLO llega al colmo: “este virus nos llega como anillo al dedo”, “salgamos, saludémonos de mano, abracémonos, no pasa nada”, y “me pondré el cubrebocas cuando no haya corrupción”.

        Oficialmente, en México, los muertos por el coronavirus son más de 50 mil; pero organismos internacionales nos contabilizan cerca de 170 mil fallecidos por esa pandemia.

        El presidente López Obrador derivó la responsabilidad del covid en el subsecretario López Gatell, quien, conforme a la opinión de 9 gobernadores y millones de mexicanos, ha sido incompetente, ya que siguió con servilismo la política de salud pública del presidente, provocando resultados desastrosos.

        Los dos López, el “G”, y el “O”, pueden ser denunciados y/o demandados, y llevarán de por vida decenas de miles de muertos en su conciencia.

        ¡Pobre de México con esas autoridades de salud pública!

        Y AMLO sigue torpemente engallado en que se pondrá el cubrebocas cuando no haya corrupción. ¡Qué frase tan vacua y sin sustento!, porque el presidente ya se ha puesto cubrebocas, y eso no significa que se haya acabado la corrupción.

        Por el contrario, la corrupción se acrecentó en el obradorato. AMLO lo sabe, y ante ella sólo se ríe con nerviosa y esquinada malicia.

        López Obrador prometió que de inmediato (en llegando a la presidencia) terminaría con la corrupción, y ahora sabe de su aumento.

        Dice luchar contra la corrupción, pero con muchos de sus actos genera más corrupción.

        Ejemplificaré.

        Rosario Robles fue acusada de corrupción por delito no grave, de aquellos que no requieren prisión durante el proceso. Y ella se entregó, no huyó de la justicia; y, así, está privada de libertad.

        Emilio Lozoya está acusado de delitos graves, de aquellos que imponen que el supuesto sujeto activo esté en prisión durante su proceso. Él huyó de la justicia, y no ha pisado la cárcel. Fue a un elegante sanatorio, y ahora está libre en su elegante residencia.

        El principio de igualdad jurídica quedó corruptamente destrozado, por orden de quien manda en México.