REPERCUSIONES: Enclaustrado en mi propia casa

Han pasado varios meses de mi enclaustro, reclusión o encierro, no por voluntad propia sino todo debido a esta fenomenal pandemia, peste, plaga internacional, o mundial, como le  quieran llamar los que reciben o lean mi  semanal opinión, misma que acumulo desde hace más de una treintena de años, lo que hace  que busque con más profundidad lo que pudiera ser de la mayor atención de quienes semana a semana se arriesgan  a leer esta  columna denominada “Repercusiones” que se publica tanto en la prensa escrita como en la “electrónica” y misma  que llega a otros Estados de  la República.

La palabra “Enclaustrado” deviene de Claustro” misma que está íntimamente relacionada con aspectos religiosos y no obstante mi  laicismo (o secularización) he recorrido muchos edificios  eclesiásticos coloniales que no me cansan el visitarlos una y  otra vez nombre: Por cierto, este nombre “Claustro”, deviene de  la edificación cuadrada, en la que cada uno de sus lados recibe el nombre de “Benedictus” (que es sinónimo de “cantas”.

En Morelia, recorriendo a pie el centro histórico, podemos visitar varios edificios como el perteneciente  al exconvento de Las Rosas, hermoso edificio en el que se asienta ahora la secular escuela de Música de mucha tradición nacional e internacional, que junto a  otros muchos edificitos que  fueron construidos por el otrora poderoso clero católico (como lo es el Colegio de San Nicolás y la Antigua Escuela de Artes y Oficios, la Catedral Michoacana, etc.).

En cada lado del claustro, simétricamente  se perforó (a pico y pala)  en el centro del mismo, “un pozo de agua” mismo que las “monjas que lo habitaban  lo cuidaban con esmero. A éste pozo podían llegar por los cuatro lados  y cubeta en mano, la hacían descender para recoger tan esencial elemento.

El Claustro, cito: “es una planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados  recibe el nombre de Benedictus. En el centro confluyen cuatro caminos y en el  espacio restante, un pequeño jardín, con una galería (andadores), denominada  “Panda”, cubierto y limitado por arcadas, verdaderamente hermosas que los morelianos no nos cansamos de admirar toda esta arquitectura que hacen de Morelia un sitio en especial en la República Mexicana.

En la  “panda” Sur, había (cito) un “calefactorio” a donde salían ir los monjes a tomar el Sol para calentarse, pues estos edificios en etapa invernal son realmente fríos y húmedos.

A la panda Oeste, llamada Legos había  una puerta semi secreta por la que solían escaparse algunos clérigos para disfrutar, seguramente, la soledad de las noches.

Por  suerte (para las generaciones actuales) estas hermosas construcciones son inigualables, no se diga ya los edificios fenomenales como la Catedral moreliana y otras iglesias menores pero hermosamente  construidas.

¡Hago votos porque sigan conservándose para disfrute de los morelianos de los visitantes nacionales e internacionales! Los principales y antiguos edificios morelianos conservan, por fortuna,  su antigua arquitectura.