¡Que viva México…!

El origen de la lucha de independencia fue sin duda la desigualdad y la injusticia.  Fue también el saqueo, el esclavismo y despojo llevado a cabo contra los propietarios originarios de todas estas tierras.

Fue aquí en Morelia el semillero, donde se plantaron las ideas y anhelos libertarios en mentes brillantes. Principalmente en Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos.

Al grito de: “¡Abajo el mal gobierno, mueran los gachupines, que viva México!”, miles de indígenas siguieron a Hidalgo con su anhelo de libertad y de que estas tierras no fuesen más del imperio español, sino retornase a ser de sus propietarios originarios

Los criollos luchaban por sus intereses, el que hubiera un cambio de gobierno que no les hicieran a un lado, que no les hicieran menos. Los indígenas luchaban por su vida, por la de sus nietos y bisnietos: por todos nosotros.  Agarraron lo que pudieron, piedras, hondas, machetes, lo que fuese para seguir a Hidalgo y recuperar este país.

Hidalgo era un hombre de mente abierta y gran corazón, elementos fundamentales para ser lo que fue; un gran revolucionario. Revolucionador de ideas, cuestionador del status quo, quien gracias a que se compenetró en la mente y sentir de los pueblos originarios, decidió enfrentarse al poder,  y luchar hasta morir por lograr que México fuese de los nacidos en estas tierras. Que las riquezas que hay en ellas, fueran para el bienestar del pueblo, no para España, no para el Virrey, ni para la cúpula en el poder.

Gracias a ellos vivimos en México, no en la Nueva España.

Gracias a Hidalgo, Morelos, Ignacio Allende Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Andrés Quintana Roo, Vicente Guerrero, Ignacio López Rayón, Gertrudis Bocanegra y muchos más como la olvidada María Luisa Martínez, esposa de Esteban García Rojas, apodado “el jaranero”, ya que se dedicaba a la producción de este instrumento.  María Luisa tenía buena condición económica, la cual aprovechó para enviar alimentos, armas y municiones para apoyar al movimiento independentista. Peleó junto a la tropa, con su marido estuvo hasta su muerte que acaeció en Erongaricuaro Michoacán, donde se perdió una batalla frente al ejercito realista. Fue hecha prisionera y fusilada en el cementerio. Cuando le tocó su turno grito con todas sus fuerzas: “como mexicana tengo el derecho de defender a mi patria”.

 También está el caso de Altagracia Mercado, quien nació en Huichapan, hoy estado de Hidalgo. Mujer acaudalada y sobre todo valiente, formó y armó su propio ejército, dando innumerables batallas contra el ejército realista, hasta que desafortunadamente perdieron una batalla, siendo ella la única sobreviviente siguió peleando, causando admiración en el Ejército Realista, cuyo coronel se negó a fusilarla por ver su enorme valentía.

Otra gran luchadora fue María Ignacia Rodríguez, mujer comprometida con la lucha independentista. Fue acusada por la inquisición por “rebelde y adultera.” La causa real para que fuese despreciada y difamada fue que era una mujer revolucionaria, que luchó por la libertad y la justicia.

El tradicional grito del 15 de este año fue totalmente diferente. El Zócalo de la CDMX estaba desierto. La noche era fría y silenciosa, pareciera que los dioses estuvieran de luto. Que Tláloc llorara sobre México.

Aun a pesar de que las autoridades determinaron que a causa del Covid, no se permitiera entraran personas, si hubo fuegos artificiales espectaculares, así como un mapa de México en el suelo a los pies del asta bandera.  Fue obvio el gasto suntuoso, que bien se pudiera haber empleado en equipo médico o computadoras para los niños sin recursos.

Estuvimos atentos al grito, sorpresivo fue el que no se mencionaran muchos, y se adhirieran nuevas consignas.

Una vez más el presidente gritó: “vivan las comunidades indígenas”, consigna muy merecida. Sin duda hay una enorme deuda para con los pueblos originarios, siempre explotados, despojados, ultrajados.

Aunque se percibe como incongruente, ya que aún hoy día las comunidades son despojadas, ultrajadas y están en la miseria.

Justo el pasado lunes Herman Bellinhausen dio a conocer lo que se vive en comunidades de Chiapas. “Pobladores tzotziles de Magdalena Aldama, en los Altos de Chiapas, denunciaron los incesantes ataques armados desde Chenalhó contra muchas comunidades de Aldama: “Hoy lo repetimos una y otra vez, aquí en nuestro pueblo vivimos bajo amenaza, bajo la lluvia de disparos por los grupos paramilitares de Santa Martha del municipio de Chenalhó”. Añaden: “hemos venido dando a conocer las amenazas y agresiones que sufrimos día tras día. El pasado fin de semana hubo tres heridos de bala, y esta mañana se agudizó el acoso a San Pedro Cotzilnam”.

Denuncian que “a pesar de la presencia de la Fiscalía Indígena y el ministerio público en la cabecera de Aldama, a donde vinieron a tomarle sus declaraciones a los heridos, al iniciar otro ataque de los paramilitares de Santa Martha, la Fiscalía y el MP se negaron a atestiguar las agresiones armadas, no quisieron bajar a las comunidades ni saber el motivo”.

Se declaran “cansados y hartos en esta situación que sufrimos como pueblos que nos despojan de nuestros territorios, y nos quieren acabar de una vez. Esto es la realidad que vive Chiapas. No solo Magdalena Aldama está sufriendo estos ataques armados de los grupos paramilitares, sino en varios pueblos como Chalchihuitan, ejido Tila y la comunidad zapatista CuxTan. Mencionan que en Santa Martha se vive bajo el paramilitarismo, es la historia que se ha venido repitiendo desde 1994 y 1997. Es decir, es la guerra de la baja intensidad contra los pueblos que luchan por sus derechos y por la vida”.

 Tan sólo este domingo 13 de septiembre se registró una intensa agresión armada desde casi 30 puntos de ataque en Chenalhó. “Hay detonaciones de armas de fuego de los paramilitares en toda la franja del río que divide estos dos pueblos vecinos, en contra de las comunidades de Aldama: Ch’ayom te’, Juxton, Stselej Potov, Cabecera Aldama, Ch’ivit, Yeton, Yoctontik, Sepelton, San Pedro Cotsilna’m, Tabak, Coco’ y Xuxch’en ulja’ entre otras comunidades y pueblos. Reiteran que lo que pueda pasar será responsabilidad de los gobiernos que nunca han atendido esta situación”.

Lo mismo padecen comunidades indígenas a lo largo y ancho del país, asediados por las compañías mineras, por las compañías refresqueras, por los aguacateros, por el crimen organizado y por personas sin escrúpulos.  Padecen la indiferencia y actos plenos de injusticia cada día.

No somos ya la Nueva España, gracias a miles y miles que dieron su vida para que México fuera una nación soberana, independiente, donde prevaleciera la justicia y la igualdad.

Estamos en deuda. No se han logrado del todo sus anhelos, ni los de miles que aun anhelamos un México con justicia en todos los ámbitos. Tenemos mucho por hacer, por trabajar, por cambiar.

Interioricemos el grito de miles y miles que dieron su vida para que México viviera.

¡Que viva México…!