El derrumbe de la Cuarta Transformación

El gobierno de López Obrador denominado la Cuarta Transformación se está derrumbando y en este escenario existe una polarización no solo en la opinión pública  sino en la misma sociedad impulsada por los descalificativos que cada mañana lanza el presidente de la República en contra de la disidencia a su gobierno, ya sea por parte de los movimientos sociales independientes, los periodistas críticos o los intelectuales que no están de acuerdo en la manera de conducir  el país.

Pero también el gobierno de la 4T vive una profunda crisis política por los resultados en materia económica y financiera, el desastroso manejo de la pandemia y la violencia por parte del crimen organizado que registra miles de muertos en el país.

Los descalificativos hacia los medios de comunicación críticos al gobierno de López Obrador así como periodistas e intelectuales también por los partidarios al gobierno  de la 4T con un tono fundamentalista es un elemento importante de la descomposición política de un proyecto que no satisface las necesidades más mínimas no de aquellos que se beneficiaron de los gobiernos pasados, sino de la mayoría de los mexicanos ante la depresión económica y el desastre sanitario por la pandemia.

López Obrador habla de un cambio de régimen político a través del combate a la corrupción pero se le olvida que la misma solo puede ser combatida con la transparencia absoluta de cada uno de los actos del ejercicio del poder político o presidencial; para disminuir al máximo la corrupción en los niveles más altos de la política mexicana y también a los niveles bajos de los burócratas por ejemplo en un gobierno estatal o presidencia municipal, debe de haber transparencia y contrapesos políticos, pero también los medios de comunicación, los periodistas y los académicos e intelectuales tienen no solo el derecho sino también la obligación de la crítica política y social al gobernante en turno, mas aun  cuando se intenta imponer una visión única de proyecto nacional para aniquilar los proyectos políticos del pasado.

Es por ello, que los descalificativos de López Obrador  hacia la disidencia política del país son sinónimo de debilidad política o crisis del proceso de la reconstrucción de un régimen  autoritario o dictatorial como es la Cuarta Transformación fallida.

Más aun  cuando el neoliberalismo de “izquierda” o también populismo de López Obrador  está vivo y gozando de buena salud, prueba de ello es el paquete económico  para el 2021 que tiene la característica de la austeridad “republicana” donde se privilegia los famosos programas sociales -que son migajas-  que no tienen la cobertura para  todos los pobres del país y los proyectos estratégicos con los cuales, según López Obrador pretende impulsar la recuperación económica del país, cosa muy complicada en el corto plazo. Las cuentas al “mesías tropical” no le salen ante el proceso electoral del 2021.

Pero el fracaso de la 4T es mayor en términos de derechos humanos por la toma por parte de las colectivas feministas de las instalaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos donde su presidenta impuesta desde palacio nacional a través del Senado de la República, Rosario Piedra ha demostrado su antipatía hacia las víctimas de la violencia, en especial contra las mujeres que furiosas intervinieron una pintura de Francisco I Madero el supuesto mártir de la democracia a la mexicana, lo que causo la indignación de los partidarios de la 4T, mientras que la presidenta de dicho organismo de la defensa de los derechos humanos están llenos de privilegios, comiendo cortes de carnes finas como demostraron las ocupantes de la sede de la CNDH.

Y es que Rosario Piedra no está preparada  para conducirse bajo la institucionalidad que se refiere a este cargo y sus colaboradores son incondicionales de López Obrador, en pocas palabras Piedra maneja la comisión como si fuera una dependencia mas del gobierno de López Obrador  y olvida el carácter autónomo de dicha comisión y la distancia que debe de guardar ante todos los poderes del estado en especial el poder presidencial, la señora está al servicio del proyecto fallido de la 4T, es por ello que ha llamado a la CNDH la “defensoría del pueblo”, sin comprender la profundidad de la defensa de los derechos humanos, mas aun en un proceso de reconstrucción de un régimen autoritario como lo es el de López Obrador.

Pero también la libertad de expresión pretende ser aniquilada por López Obrador ante las críticas del fracaso de su proyecto de cambio de régimen cuando renuncia los privilegios que tenia algunos intelectuales y periodistas por los convenios de publicidad oficial que es todo un tema para otra entrega; esta postura presidencial llevo a que 650 personalidades del ámbito periodístico, intelectual y académico firmarán un desplegado en contra de los descalificativos del poder presidencial a lo cual los acólitos de la 4T respondieron con otro desplegado.

Pero lo cierto es que la libertad de expresión bajo la 4T  está amenazada por la intolerancia y el fundamentalismo presidencial y el proyecto de la Cuarta Transformación. Sin embargo, en la historia política del país, la libertad de expresión siempre ha estado bajo la guillotina, particularmente en lo que fue  el régimen autoritario de partido único del PRI; pero fue gracias a la movilización del pueblo de México que se conquisto un régimen democrático en especial en el año 2000 y con ello el ejercicio de la libertad de expresión se fortaleció y los medios de comunicación se tuvieron que abrir a las voces críticas y disidentes necesarias en toda  democracia y más aun en la mexicana. Es por ello el poder presidencial tiene que estar sometido a la critica bajo el ejercicio de la absoluta libertad de expresión. Mientras el gobierno de la 4T se derrumba por los  desastrosos resultados económicos y sociales, lanza patadas de ahogado en el escenario nacional como producto de su incapacidad para gobernar.