LA PSICOLOGÍA EN EL DERECHO: La salud mental

El 10 de octubre fue designado como día mundial de la salud mental, por lo tanto, el sábado pasado fue la conmemoración de esa efeméride y sobre este tópico a propósito de la pandemia del Covid-19 a lo largo de estos meses -marzo a octubre-, observamos las conductas de las personas y tratamos de entender el porqué de su actuar: ¿Por qué las personas no usan cubre bocas en medio de una pandemia?, ¿por qué incremento la violencia en las casas? ¿Por qué una persona piensa en suicidarse?  y lo único logramos respondernos es que estas personas no están bien.

Estas preguntas se responden con la existencia o carencia de salud mental en la sociedad; de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud define a la salud mental como: un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades. Refiere la Organización Mundial a la que me refiero que cuando las personas somos sanas mentalmente reconocemos nuestras habilidades, y somos capaces de enfrentar el estrés normal de la vida y trabajar de forma productiva, además de contribuir a nuestra sociedad.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (INPRFR 2003) los trastornos mentales con mayor costo global para la salud, tienen una prevalencia a lo largo de la vida en la población de 12 a 64 años de edad, en un 32.6%, estos son los trastornos que se han padecido alguna vez en la vida: 14.3 trastornos de ansiedad, 9.2 trastornos por uso de sustancias y 9.1trastornos afectivos.

Los problemas de la salud mental afectan a la sociedad en su totalidad, evidentemente de forma directa a quien convive con la persona que los padece, pero esta mancha de afección se va extendiendo hasta alcanzar conductas que tienen repercusiones en la sociedad. Esta temporada de pandemia nos ha permitido ver ese incremento, con aumento principalmente en los trastornos ya mencionados. Además de ser muy evidente el poco o nulo manejo del enfrentamiento del estrés por la nueva normalidad.

Compartiendo en una mesa con académicas/os de nivel universitario, dejaban ver su asombro por las conductas desplegadas por estas/os jóvenes quienes manifestaban sentirse rebasados por todo el estrés que implica la vida estudiantil en tiempos de pandemia, (y no es que no tenga grado de estrés) lo sorprendente es la incapacidad de responder a él, porque en ellos es claro la manifestación de estados de ansiedad (sudoraciones, taquicardia, falta de oxígeno) que los están imposibilitando en el desempeño académico.

Esto no es exclusivo de las y los jóvenes, evidentemente las personas adultas también nos vemos inmersos es una serie de situaciones estresantes con repercusiones significativas en la salud mental, el aumento en la ingesta de alcohol y otras sustancias e incremento de la depresión.

A veces pensamos que para revertir estos daños se requieren intervenciones largas y costosas, quizá para los tratamientos hay cierta verdad en esto, pero para todas aquellas personas que aún no llegamos ahí, pero estamos a un paso de formar parte de esta estadística, los pasos en realidad son muy sencillos y paradójicamente escasos en nuestra vida cotidiana:

  • Alimentación, sana y balanceada, esto incluye orden en los horarios de ingesta.
  • Hacer ejercicio regularmente, sin importar la etapa de desarrollo en la que te encuentras.
  • Hábito de sueño sano, en las horas de descanso desconectar sus teléfonos celulares.
  • Enfocarte en lo que sí está funcionando en nuestra vida. Empecemos a rescatar lo bueno de nuestros días, quiero hacer una precisión no se trata de un pensamiento optimista motivacional, se trata de poner mayor atención a lo que sí está bien, y desde ahí ver lo que no está funcionando para lograr la aceptación o el cambio si es posible.
  • Dedica tiempo a las actividades recreativas y con las personas que tengas un vínculo cercano.

 Finalmente es necesario señalar el costo de salud mental en la sociedad es alta pues hay un decremento en la calidad de vida, así que decidamos como nos gustaría vivir.