Imposible olvidar…

Imposible olvidar el diecinueve de octubre de 1970, recuerdo todo como si fuese ayer y son ya 50 años de la partida física del General Lázaro Cárdenas del Río. El dolor inmenso que sentimos mi padre, mi madre y yo, se unía al dolor de millones de mexicanos.

Mi padre Natalio Vázquez Pallares, era muy cercano al General, ambos compañeros de lucha y de ideales, los lazos ideológicos y de anhelos fueron y son aun indestructibles.  Gracias a la cercanía que había entre ellos, conocí al General desde muy pequeña. Lo quería y veía como el abuelo que no tuve, pero además lo admiraba y admiro muchísimo, pues en la cotidianidad veía la congruencia que había entre lo que decía y hacía, vi y sentí su enorme amor a México, a los indígenas, a la vida. ¡Aprendí mucho de ambos. Todos los días agradezco a la vida, todo lo que viví al lado de ellos!  

Mi padre me enseñó, poniéndome de ejemplo lo que sentíamos hacia el General Cárdenas, que los lazos que se forman con quienes compartimos ideología, sueños, anhelos y luchas, son lazos entrañables que duran para toda la vida.

Son muchos los recuerdos y vivencias al lado de ellos, que el lunes pasado 19 de octubre desbordaban mi corazón.

Cada año, desde entonces hemos estado ese día llevándole nuestro cariño y compromiso de seguir luchando. Primero al lado de mi padre, ahora con mis hijos haciendo honor a quien honor merece.

Me es difícil hablar del General, como de un ser que ya no está. El General, está presente y está vivo, porque él encarnó los ideales de justicia que aún están vigentes, vivos, actuales, que son ante todo justos y están todavía por cumplirse.

El mejor homenaje al General es hacer realidad esos anhelos.

 Durante la ceremonia llevada a cabo el pasado lunes Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, expresó; “Lázaro Cárdenas, voz y conciencia del México profundo. Estamos aquí reunidos porque más allá de los recuerdos y cariños familiares, su vida fue de entrega y servicio a las causas de ese México: la soberanía, la igualdad, el fin de las explotaciones del hombre, la reforma agraria, la emancipación de los pueblos originarios, la paz y la equidad internacional, la democracia, el bienestar y la convivencia fraterna y constructiva entre los mexicanos. Dejó un valioso legado para las generaciones que han seguido a la suya”.

Al escucharlo pensé en los graves tiempos que vivimos todos, no solo en México, sino en el mundo entero. Que endebles somos todos, ante lo inesperado, la pandemia del Covid está removiendo conciencias, está abriendo los ojos de muchos, desafortunadamente también está creciendo la injusticia y la desigualdad. ¡Cuánta falta hacen los grandes seres humanos como el General Cárdenas!

El discurso pronunciado por Cuauhtémoc ilustra a la perfección como era su padre: “El General Cárdenas imaginó y luchó por un México de respeto absoluto a los derechos de la gente, a sus libertades ciudadanas. Buscó una sana convivencia entre los mexicanos todos. Favoreció el diálogo y la conciliación de intereses”.

“Tuvo clara conciencia de las capacidades y limitaciones propias. Confió en los conocimientos y criterios de muchos otros para sacar adelante compromisos y problemas. Nunca dudó innecesariamente de los demás, a menos que hubiese razones objetivas para ello. Armó numerosos equipos de trabajo, de los que fue parte y no quien por su reconocida personalidad y trayectoria fijara forzosamente las pautas de las acciones a seguir”.

“El encuentro cara a cara, no rehuir e ir personalmente al encuentro de los problemas, donde éstos aparecían y entre quienes se mostraban descontentos, fueron constantes de su conducta pública. Ante conflictos que pensó podía contribuir a solucionar con su presencia, nunca se valió de terceros para ello. Fue activo en las luchas populares, las luchas emancipadoras de su tiempo”.

Al escuchar a Cuauhtémoc, me parecía ver al General, en las comunidades, siempre atento a sus necesidades, siempre respetuoso del otro, de su manera se ser, pensar y vivir.

Cito nuevamente a Cuauhtémoc Cárdenas: “Fue respetuoso de la oposición, como se puede constatar ante los persistentes y viscerales ataques de las oposiciones, respondiendo a ellos con su labor política y recta conducta cívica, pues sabía qué y quiénes las movían y quiénes las representaban, con la convicción que no significaban riesgo alguno a la obra de la Revolución y menos a los principios que normaban su proceder, sino que se fortalecían éstos respetando a esas oposiciones, que por tronantes y agresivas que fueran, solamente ejercían su derecho constitucional a la disidencia”.

Termino diciendo que, para honrar a Lázaro Cárdenas, sobra la lisonja del discurso. Para hacerlo, es necesario retomar con firmeza y entusiasmo las causas que él hizo suyas: el rescate pleno de la soberanía nacional; romper las cadenas de la dependencia política y económica, manteniendo incólume la dignidad de la nación; el fortalecimiento político de los trabajadores del campo, la industria, el taller y los servicios mediante su organización; elevar las condiciones de vida de la gente; promover la paz y la convivencia fructífera entre naciones. Ese será el mejor recuerdo y la forma genuina de honrar a Lázaro Cárdenas.

Recordé las palabras de Natalio Vázquez Pallares: “Homenajear a Cárdenas significa hacer realidad su pensamiento vivo, vigente, eterno. Expresa el compromiso de conservar, ampliar, y profundizar el sentido independista de la expropiación y de la nacionalización de nuestra industria petrolera, afianzar nuestra soberanía y hacer realidad la justicia en todos los ámbitos. Lázaro Cárdenas fue un revolucionario (marzo 1980)”.

Hoy más que nunca tenemos que recordar y retomar sus ideales, que no son otros que los de miles que anhelamos un mundo donde cese la explotación del hombre por el hombre, donde impere el respeto al otro, la libertad y la justicia.

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