Una ofrenda inusual

El día primero de noviembre, en punto de las 18 horas, un grupo de mujeres nos dimos cita junto al árbol donde fuera fusilada doña Gertrudis Bocanegra de Lazo de la Vega, para ofrendar a quienes en estas fechas no se nombran en voz alta: las mujeres y niñas víctimas de muertes violentas; esos asesinatos que hoy se denominan feminicidios.

       La convocatoria surgió gracias a la iniciativa de una joven con estudios filosóficos y antropológicos, oriunda de esta ciudad que “ignora, o no quiere saber de las muertes  que han sufrido mujeres de todas las edades, por el simple hecho de ser mujeres”.  Ella nos confió cómo, dentro del ámbito educativo en que se desenvuelve, el tema de violencia hacia la mujer cobra mayor interés, por considerarse parte importante de la perspectiva de género que actualmente se ha incorporado en la educación media y superior.

       Cuando  ella y algunas de sus compañeras académicas se propusieron investigar los asesinatos de niñas y mujeres en el municipio, se encontraron ante el hecho de que en ninguna instancia se lleva  un padrón de estas víctimas  (o no se quieren aportan datos), a  pesar de que en Pátzcuaro,  desde hace cuatro años, se ha declarado la Alerta de Violencia de Género contra Mujeres.

       Las indagaciones que han hecho, hasta ahora, no las han llevado a obtener algo cercano a su legítimo interés… y derecho (porque ellas saben que cualquier ciudadano/a  tiene derecho a obtener información clara y confiable de instituciones y funcionarios): obtener un memorial  de todas las mujeres víctimas de feminicidio, que permita crear una conciencia ética y colectiva que contribuya a derrumbar todos los obstáculos que en la práctica impiden  erradicar la violencia contra las mujeres.

       Ellas saben que en Michoacán, en lo que va del año, han sido ultimadas 177 mujeres, pero que el Sistema Nacional de Seguridad Pública, contabiliza sólo 14 de estos asesinatos, como feminicidios.  Muchas sabemos que el nuestro es el segundo Estado con más incremento de feminicidios en comparación con 2019 y también que entre septiembre y octubre se reportó el mayor número de casos que han conmovido a la sociedad michoacana.

       El término “feminicidio”, recordemos, se acuñó a partir de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, siendo la palabra que define el odio criminal de hombres hacia las mujeres.  Y fueron las valientes madres y familiares de las víctimas quienes lograron la tipificación jurídica y el llamado a la conciencia sociocultural, promoviendo importantes cambios en la mentalidad general, aunque la violencia machista y patriarcal no ha sido combatida con auténtico ahínco.

       El feminicidio, opinan especialistas en el tema, “no es una simple acción, un gesto, una palabra que hay que censurar socialmente o comprobar jurídicamente: es, primariamente, una cultura, una forma de pensar y de interpretar la realidad, que se refiere a distintos niveles, pero todo conectado: los códigos publicitarios, la mentalidad común, las actitudes de los adultos, los deseos de algunos chicos y hasta los juegos de niños y niñas.  Y también los medios electrónicos de comunicación (móviles, internet, redes sociales, televisión)”.  En resumen: son muchas cuestiones y actitudes cotidianas que consideramos “normales”, pero que invariablemente producen daño emocional, psicológico o físico a la mujer.

       Actualmente, este fenómeno “cultural” resulta el problema humanitario más grave del mundo.  Los asesinatos de mujeres perpetrados por maridos, parejas (o exmaridos o exparejas), concubinos, padres, hermanos, conocidos, amigos o por extraños; de México a Estados Unidos, de Ciudad Juárez a Europa y el mundo, el  fenómeno de la misoginia que lleva a hombres al asesinato de mujeres con toda la saña imaginable, hoy se reconoce con el nombre de feminicidio y en la última década se ha incrementado de manera alarmante. Pero  alarmante también resulta que los gobiernos y autoridades estatales y municipales “escondan” datos y no investiguen, llegando a utilizar de manera discursiva la “lucha contra la violencia de género”… al margen de los programas de políticas públicas.

       En materia de derechos humanos, nos parece que de todos es conocido, Michoacán es uno de los Estados con mayor rezago y la política de igualdad de género ha sido sólo un tema que se aborda en campañas electoreras, cuyos actores, luego de acceder a puestos de representación popular, toman como una especie de broma los programas para la igualdad de oportunidades  y no discriminación contra mujeres, así como los dedicados a prevenir y erradicar la violencia intrafamiliar.

       Hoy de nadie es ignorado que una pandemia de mayores dimensiones que la denominada Covid-19 en el mundo, es la violencia contra las mujeres.  Pátzcuaro no lo ignora.  Por eso, en estos días de ofrendas para las ánimas de nuestros difuntos, nos sentimos convocadas a ofrendar a todas esas mujeres que en el municipio de Pátzcuaro han muerto de manera violenta.  Ahí, en la Plaza Principal, junto al árbol donde perdiera la vida una mujer valiente y decidida a erradicar la violencia colonialista y patriarcal de su época, ofrendamos nuestro interés para que cada una de las que hoy nadie nombra, esté presente en las páginas de nuestra historia y nuestra memoria.

       “El Día de Muertos, nos dicen los antropólogos, es el último avatar de un culto de los difuntos que, lo deberíamos saber todos, es signo de humanidad.  De la misma manera, la falta de respeto al cuerpo de la persona muerta, es un signo de inhumanidad, signo omnipresente en los crímenes abominables que ocurren cada día en nuestro país.  Para seguir siendo humanos, debemos recordar a los muertos, nuestros queridos muertos, debemos recordar la muerte…”, escribió en un artículo del año 2011 Jean Meyer.

       En nuestro país, desde hace varios años, abundan las muertes trágicas y no es consuelo saber que en muchos otros países las mujeres son víctimas de una violencia que parece imparable.  Y resultaría verdaderamente aberrante simular que no existe… que hasta se concibe de mal gusto hablar de ella. 

       El día primero de noviembre, además de las flores y veladoras entregadas por amigas y compañeras que simbólicamente estuvieron en el lugar de la ofrenda, recibimos también los testimonios de personas solidarias, así como algunas historias que compartieron visitantes llegados de otros lugares donde se reconoce que todavía hay mucho camino por andar para alcanzar el respeto a la vida y la dignidad de toda persona: para erradicar la violencia de nuestra sociedad.

       Con nuestro agradecimiento a quienes donaron, acompañaron, y “estuvieron” a distancia, pero de corazón.  A la “Parca y su Guadaña” y a Daniela Ortiz y sus “Décimas a Santa Petronila Neira”, mujer chilena que como doña Gertrudis Bocanegra, fue ajusticiada por sus ideales de justicia y libertad.