DEBATAMOS MICHOACÁN: Estudios de las masculinidades (segunda parte)

En pleno siglo XXI la MH estaría encarnada por el hombre de negocios internacional, que se hace acompañar de su computadora, celular y medios tecnológicos que disfruta de las ciudades cosmopolitas. (Imagen: especial)

Continuamos en la segunda parte respecto de los estudios de la masculinidad. En esta segunda y última entrega, me gustaría poder compartir con ustedes porque es importante revisar de manera detallada el concepto de masculinidad, ya que el mismo, aun con todo el arsenal de estudios que se tienen, me parece, que continúa en construcción, es decir como lo decía en el último párrafo de la primera parte, son un desafío intelectual.

Cuando hablamos del concepto de masculinidad en construcción, nos debe quedar claro que aun y con los estudios generados aún no se conocen las dimensiones, variables e indicadores que nos den la pautan para hablar no solo de masculinidad hegemónica, sino de las masculinidades dependientes y hoy, me atrevo a pensar en masculinidades líquidas (inmediatas y en búsqueda de placer, de hedonismo).

Sera necesario para el análisis realizarlo desde el pensamiento de la complejidad, es decir, desde la transdisciplinariedad que nos permita realizar un enfoque holístico, sistémico e interdependiente para la comprensión de los aspectos materiales, del cuerpo y sus significados, sus procesos históricos y evolutivos, los tiempos, las estructuras, lo simbólicos  de los hombres y las mujeres que nos den pauta para el conocimiento de las masculinidades.

Consideramos que deberíamos de iniciar a trabajar sobre objetivos concretos y locales y fronteras definidas que podrían ser de más impacto que el conocimiento de grandes estudios que generalizan absolutamente todo; pero por otro lado es conveniente avanzar de manera heurística que amplié el conocimiento, y no solamente cuestiones empíricas.

Me propongo en estas reflexiones hablar sobre la masculinidad hegemónica (MH); los estudios empíricos han mostrado la existencia de varias masculinidades, en ocasiones pueden sucederse una de otras, no necesariamente todos los varones actúan de la misma manera; es decir, uno de los elementos de reflexión es que las masculinidades no pueden estar en el mismo plano, por lo que se da una jerarquización, un orden entre ellas, es decir, al parecer algunas masculinidades son más aceptadas que otras.

Algunos teóricos (Carrigan, Conell y Lee) prevén la existencia de hombres poderosos, ricos, violentos, que definen el modelo de masculinidad que debe seguir la población en la sociedad, esta sería la MH. Para que funcione la MH se requiere del estado y sus estructuras ideológicas e instituciones, así como una división social del trabajo y un patriarcado, que permite legitimarla y excluir aquello que no se sostiene en su mandato de masculinidad.

Históricamente el modelo de género y de la MH ha cambiado; en el siglo XVIII la MH corresponde a los hombres terratenientes, la clase políticamente dominante en la mayoría de los países europeos y de los Estados Unidos. En la Revolución Industrial fue la MH para los hombres de negocios y los burócratas, en tanto que para el siglo XIX con la educación universitaria y avances tecnológicos se crea una MH  basada en la dominación interpersonal y el fundado en el conocimiento especializado. Para el siglo XX la MH está marcada por la tecnocracia, misógina igualmente que todas. Una MH que niega la economía feminista, el trabajo doméstico y de cuidados.

En pleno siglo XXI la MH estaría encarnada por el hombre de negocios internacional, que se hace acompañar de su computadora, celular y medios tecnológicos que disfruta de las ciudades cosmopolitas.

En este contexto observamos que la masculinidad no puede ser un constructo esencialista, sino cultural, toda vez que si lo fuera la MH se mantendría prácticamente igual  en los tiempos y como expresamos, está vinculada a un proceso histórico cultural, razón por lo cual no puede ser ahistórico; y es que la MH varia de conformidad con el tiempo, el espacio, las condiciones que defina la autoridad a través de marcos normativos, de acciones gubernamentales, de estructuras operativas para sostener la existencia y funcionalidad de la MH.  

De esta manera se puede observar como los estudios de género, han permitido una libertad entre los teóricos y autores para definir la masculinidad, alcanzando a  confundir la hegemonía (acción consiente del dominio sin la violencia, que al final está implícita en alguna de las manifestaciones o expresiones de violencia) con el estereotipo. Estudiar la MH es simple, conocer y en todo caso preparar una lucha permanente en su contra para lograr un nuevo esquema de género, que realmente ayude a impulsar en la práctica, en la realidad, y no solo en el discurso, la norma, la estructura operativa y el diseño de política pública una verdadera igualdad formal y real entre hombre y mujer, lo que se le ha querido denominar la masculinidad positiva, con un equilibro con mujeres que tengan voz, poder y valor en sus cuerpos.

Otro asunto que es importante tocar, es que existen diversas MH en un mismo momento y espacios, habría que pensar cómo se establecerían las jerarquías con respecto a su ejercicio de hegemonía o de dominio.

A manera de conclusión de estas dos entregas sobre estudios de masculinidad, son de orden teórico y metodológico: desde el punto de vista teórico, se comprende la construcción de la masculinidad desde lo individual, pero también social, el componente histórico (no ahistórico), las estructuras (jerarquización de las clases, racismo, pero compartiendo un elemento fundamental la dominación masculina, la hegemonía), el cuerpo, las normas, las prácticas sociales y sus significados culturales, pero igualmente debe ser observado a partir de procesos de revisión insterseccional que permitan tensar la construcción homogénea, cuando es diversa social, cultural y sexual.

La masculinidad debe situarse en las instituciones que construye el Estado para colocar los marcos ideológicos, como el trabajo, la escuela, la familia, la iglesia, la legislación, marco normativo, estructura operativa, diseño de política pública a los que alude Althusser y Gramsci.

De ahí la importancia que las investigaciones que se realicen o los marcos teóricos que se utilicen, prevén trabajar con las individualidades masculinas y comportamientos colectivos enmarcados en contextos sociales, haciendo una  reflexión amplia, pero siempre  definida en momentos históricos. Otra acción más que consideramos importante en los estudios de masculinidad, no cerrarnos al ejercicio cuantitativo, sino hacer participar elementos cualitativos de la investigación acción,  de ahí la importancia de hacer un trabajo desde la perspectiva de género, pero en el marco de un pensamiento de la complejidad, de manera transdisciplinaria, holística, sistémica, interdependiente.