Pensamiento escéptico, las mentiras y los medios

El término fake news, en este tiempo de las omnipresentes redes sociales, lo vemos a cada rato, pero para hablar con precisión ¿qué es exactamente?  Una definición sencilla es etiquetar a las fake news como una noticia falsa, con apariencia de realidad, y que se difunde con el objetivo expreso de engañar.

No es un fenómeno nuevo, las noticias falsas ya existían  desde los albores de la humanidad , solo que la aparición de la Internet y sobre todo de las llamadas redes sociales ha favorecido de manera impresionante su crecimiento, básicamente por velocidad en que cada una de estas historias logra llegar a difundirse.

Ya han constatado investigadores del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) las Fake News tienen un 70% más de probabilidades de ser replicadas. La muy confiable revista Science nos dice “La falsedad se difunde significativamente más lejos, más rápido, más profunda y más ampliamente que la verdad en todas las categorías de información, y los efectos fueron más pronunciados para noticias políticas falsas que para noticias falsas sobre terrorismo, desastres naturales, ciencia o leyendas urbanas”.

Salta de inmediato una interrogante, ¿Cuáles son los objetivos detrás de las Fake News? Resulta que una de las principales motivaciones es de carácter económico. El negocio de internet se mide en base al tráfico que generas, las visitas y los clics que eres capaz de conseguir. Así de sencillo.  Si una noticia genera tráfico, tiene potencial para conseguir ganancias publicitarias. En resumen: mientras más viral se haga una noticia falsa, más rendimiento para su impulsor, sobre todo, teniendo en cuenta que publicar una Fake New es mucho más fácil y económico que en el caso de una noticia real.

Por lo tanto es absolutamente imprescindible extremar la cautela ante cualquier noticia inusual o llamativa que nos llegue a través de una red social,  debemos aplicar todos los filtros posibles antes de darla por buena.

 Recordemos algo de Historia.  “Una mentira, repetida mil veces acaba por ser considerada una verdad”, afirmaba Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del III Reich. Sabía, como lo saben muchos políticos, periodistas y comunicadores, que la inmensa mayoría de las personas no tienen por costumbre  investigar  las informaciones y noticias que escuchan. Son receptores pasivos moldeados por sus personales filias y fobias.

  Es por eso que la persona que desee conocer la verdad debe, obligadamente,  aprender a pensar por sí mismo, no creer ni aceptar de primera intención todo lo que digan los demás, solo por que encaja en sus prejuicios o lo que entienda por su “experiencia”. Se debe investigar, hasta estar razonablemente seguro,  y solo entonces considerarlas las noticias  como verdaderas.

 Por eso, lo primero que se debe hacer es dudar, no como una finalidad por si misma, sino como un medio para aproximarse al conocimiento.  Lo segundo que se debe hace es investigar, verificar, cruzar datos, corroborar que el o los argumentos son producto de un razonamiento correcto y adecuado y no proceden de un error, una simple especulación o lo que es más grave, de un engaño deliberado. Ya lo menciona Savater: “Entendemos por mentira no solo la deformación culpable de la verdad conocida, sino también la desinformación culpable sesgada, y la  culpable selección de lo que se dice y de lo que se calla”.

 Lo que piense o crea la mayoría no cuenta.  Todas las argumentaciones y posiciones que cuenten con pruebas y evidencias deben ser examinadas, por más impopulares que sean.

 Algo muy importante: No se debe entrar a una discusión si no se sabe de qué se discute, ni tampoco si no se tiene suficiente información del tema. Si no hay verdaderos y sólidos conocimientos y  suficiente evidencia detrás de una posición, esta no tiene relevancia.

 Recordemos algo elemental: Toda información debe estar sustentada con datos sólidos, verificables. Recuerden a Carl Sagan,  “Afirmaciones  extraordinarias requieren prueba extraordinarias”  o bien la llamada  “Navaja de Hitchens”,  básicamente un principio epistemológico que dice que la carga de la prueba (onus probandi) en un debate recae en quien realiza la afirmación y si este no la sustenta, entonces el oponente no tiene necesidad de refutar una afirmación sin respaldo.  Dicho de una manera más sencilla, lo que gratuitamente se afirma, gratuitamente se niega.

Dudemos y verifiquemos, si algo no se corrobora o es mentira desechemos.