DEBATAMOS MICHOACÁN: Humedales, seres vivos y espiritualidad

Humedal del sur de Pátzcuaro. (Foto: especial)

El próximo cinco de febrero se conmemora el Día Internacional de los Humedales. El Inventario Nacional de Humedales del INEGI, de 2019, define a los humedales como zonas de transición entre los sistemas acuáticos y terrestres que constituyen áreas de inundación temporal o permanente, sujetas o no a la influencia de mareas, como pantanos, ciénagas y marismas. Es decir, son sistemas  vivos en los cuales coexisten animales, plantas y humanos.

Es justamente ahí, donde para cuidar y mantener saludables los humedales se requiere de la participación, del respeto y de la mano del hombre, que es quien depreda estos espacios. Trabajar desde la construcción de una subjetividad humana a favor de la naturaleza es un acicate y una necesidad.

La importancia de reconocer la vida y amarla, requiere de asumir compromisos, requiere de respetar y responsabilizarnos de cuidar y proteger. En la comprensión de la formación y cuidado  de la vida,  la naturaleza, el medio ambiente, la biodiversidad y de aquellos elementos como el agua, la tierra y el aire, se requiere de reflexionar respecto de algunas situaciones metacognitivas, que pueden fortalecer su ecoformación, y la ecoética y generaran condiciones para actuar bajo una ecopedagogía de vida, practíquelos, aplíquelos, disfrútelos, enamórese de ellos.

Amar la vida: El planeta es un ser vivo y merece respeto a su diversidad, porque todo lo que hacemos tiene repercusiones incluso en nosotros mismos (como lo que ahora vivimos en este calentamiento global de la Tierra), por lo que se requiere sentir la vida, amarla, disfrutarla, es necesario que desde nuestras vidas se revalore lo que hacemos a favor de la tierra, porque en ésta nos desarrollamos, es nuestra casa, es la tierra que nos permite los alimentos y es la mano del hombre quien la transforma.

Ecoética: Requerimos estar conscientes de las consecuencias de las acciones que se realizan por los humanos en contra de la tierra, es decir, no son los animales o las plantas las que tensan. Seamos conscientes del daño ambiental que hacemos, de tirar basura, de dañar los océanos, contaminar el agua, tirar las pilas, requerimos de reflexionar en el daño ambiental, la pobreza, las desigualdades económicas y sociales, la injusticia social, la opresión, y el modo en el que contribuimos para que existan; ello, nos ayudara a  comprender el equilibrio que debe existir entre todos los seres vivos de manera holística y ayudará en la construcción de una ética integral, democratizadora, flexible, holística, que promueva la sostenibilidad y sustentabilidad. Para algunos puede ser una aspiración para otros ya trabajamos en ello y luchamos por la vida (Agenda 2030, Carta de la Tierra).

Equilibrio: Para que exista un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación de los ecosistemas, es importante reconocer la sabiduría de la naturaleza. La Madre Tierra (Gaia)  es un sistema vivo autorregulado, que reacciona ante los cambios que le aplicamos. Por ello, si hablamos de equilibrio, el desarrollo debe considerar los ciclos de vida  de la naturaleza y estar sólo en función del bienestar social y de la convivencia ética, cualquier otro fin lesionaría gravemente a la naturaleza, a la vida, como ya se puede observar con el cambio climático, el cambio de uso de suelo, la devastación de los bosques, y un largo etcétera.

Afinidad: El ser humano requiere de religarse, requiere de un coaligante que le permita reconocerse en sincronía y sinergia con la tierra, pero también con los seres vivos, y convivir con otros seres animados e inanimados (agua, tierra aire), es preciso promover la sensibilidad, ternura, cuidado, la caricia, la extrañeza, incluido el asombro de  la naturaleza. Mantener una con-vivencia armónica con el planeta y los seres vivos, es decir, requiere de una ecopedagogía que desde la ecoeducación nos permita reconocer la vida como eje central de la Madre Tierra.

Racionalidad con sentimiento: Requerimos una racionalidad y emociones equilibradas, que logren promover la capacidad de asombro, la capacidad de hacer estética, de buscar la belleza y sorprenderse de ésta, es decir contar con un ser humano integral.  Requerimos de una razón que no nos cree cautiverios, que nos emancipe, que nos de libertad para la creatividad y la espiritualidad. Este equilibrio puede ser la base de la sustentabilidad.

El todo y las partes: El ser humano en el marco de la  totalidad y, en armonía con el universo, como sistemas autopoiéticos (Maturana), autorganizados y autorregulados; como sujetos capaces de ver, relacionar, integrar, simular, inventar, etc., en todo momento, y en todos los espacios posibles, se precisa promover una nueva compresión de la realidad. Edgar Morín, plantea no solo la existencia de una realidad objetiva y subjetiva, sino también un realidad de lo posible, de aquello que se espera que pase en beneficio de la colectividad.

Creación y desarrollo de la conciencia planetaria: para tener conciencia planetaria es fundamental reconocernos como parte integral de la tierra, reconocernos en el holismo, en esa integralidad, es decir, es importante olerla, verla, escucharla, sentirla, abrazarla, solo así podríamos comprenderla y generar la conciencia que tanta falta nos hace para no hacerle daño. Somos seres planetarios, al ser género humano, nuestra la conciencia planetaria representa la diferencia entre seguir viviendo atrapado entre la devastación que se ha generado por nuestro modo de ser y vivir en un mercado ignorante y devastador, o bien, generar acciones para coexistir y disfrutar en armonía el tiempo que le resta de vida, a nuestra vida.

En su momento muchos activistas sociales han generado acciones para conservar la territorialidad de las comunidades originarias, como lo hizo Efrén Capiz de la UCES, o como también,  estuvo presente en esta defensa del bosque y el derecho a la vivienda digna el ingeniero Marcelo Hernández Vera, ambos ya descansan en paz. 

Marcelo Hernández Vera, era muy joven cuando dejó de latir su corazón, ese corazón que amaba el bosque y que lo defendía, ese corazón cuya centralidad era su comunidad y la colonia Rio Volga; esas acciones que se realizaron desde el corazón dejaron de ser ejecutadas y ahora lo que tenemos son los efectos de haber talado el bosque con los impactos de cambio climático que vivimos y que nos afecta a todos y todas. Marcelo Hernández (qepd) lucho porque los derechos humanos se hicieran realidad, porque las personas tuvieran un espacio para construir su casa, una casa sustentable, un espacio también para desde ahí defender las áreas verdes. Pero en estas acciones  también trabaja mi amigo Martin Barriga Barriga de Deportistas con Causa, a quien le reconozco todo su potencial y el bien que hace para las comunidades de la Costa de Michoacán.