Para hacernos más visibles

Con la marcha del 8 de marzo, las mujeres están ejerciendo el derecho a la libertad de expresión. | Fotografía: Archivo

A las mujeres de nuestra generación se nos ha llegado a comparar con el viento… porque habitamos un espacio abierto y nos movemos de un lugar a otro, ocupando espacios adonde pocos se han atrevido llegar. Somos hijas de la mentalidad de nuestras madres, pero también somos las madres de la cosmovisión de nuestras hijas.  Somos mujeres de fin de siglo y principios de milenio, que hemos aprendido a cultivar y luchar para ayudar a la germinación de una sociedad más tolerante y libre, cuyo crecimiento otras cuidarán.

       Somos mujeres solteras, casadas, divorciadas, puede que madres solteras, novias, abuelas, profesionistas, campesinas, artesanas, compañeras de alguien… da igual.  Todas somos como espejos de las demás.  Todas conocemos la historia de siglos de sometimiento, abusos, violencia y  discriminación, pero también hemos aprendido a hablar y no callar: de nuevas relaciones en la sociedad y entre las parejas.  A veces, sin proponérnoslo, hemos tenido qué actuar y empujar fuerte para sacar de su silencio a quienes obligaban a callar y hasta hemos llegado a conquistar espacios públicos en consultas, manifestaciones, en elecciones, en los medios de comunicación, en las universidades, en las artes, al frente de instituciones y en cargos de elección popular.

       Las mujeres de nuestra generación, del tercer cuarto de siglo -los sesentas y los setentas- se movieron en esos espacios tan visibles para conquistar algo tan preciado como elemental: el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo.  Atroz resulta todavía la necesidad de luchar hoy día por él.  Pero sabemos que falta mucho por hacer.  Se trata, simple y sencillamente, de cambiar los valores de una sociedad; transformar todo tipo de subordinaciones, ejerciendo nuestra libertad, no sólo en y ante la sociedad, sino fundamentalmente en y ante nuestra propia vida.  Ante nosotras mismas y ante nadie más. Este sería tal vez nuestro principal combate.

       Hoy hemos entendido que para los hombres de nuestras generaciones los asuntos de la sociedad y su cambio son asuntos externos, referidos exclusivamente a nuestra relación con los/as demás.  Para nosotras las mujeres, en cambio, esos mismos asuntos son también internos, tienen qué ver con nuestra propia existencia y, aún más, con nuestros espacios más íntimos.  Nosotras afirmamos que lo personal es político.  Tal vez por ello estamos viviendo en carne propia el tránsito hacia una sociedad más inteligente: libre de violencia en todos los sentidos.  No violencia hacia nosotras/os, hacia el medio ambiente, hacia todo lo que nos alimenta, nos nutre, nos da vida.

       Este 8 de marzo, por segundo año consecutivo y con motivo del Día Internacional de la Mujer, muchas mujeres de distintas generaciones nos uniremos a la Cadena Feminista que a nivel nacional busca “visibilizar lo invisible”, que invita a “mujeres de todas las edades y procedencias, para mirarnos desde la diversidad: niñas, jóvenes, mujeres trans, mujeres adultas, mujeres con discapacidad, de pueblos originarios, afrodescendientes… todas. A título personal: no partidos, no instituciones públicas ni privadas, ni organizaciones de la sociedad civil”.  Las organizadoras son 36 mujeres de todo el país, entre ellas Gloria Alcocer Olmos.

       #Cadena FeministaMX  informa: “El 7 de marzo impulsaremos una cadena de todo lo que se ha dado a conocer los días previos, inundaremos las redes sociales, los medios de comunicación y la conversación pública.  Haremos un llamado a la acción a instituciones públicas y privadas para que    hagan lo que les corresponde en temas de violencia en contra de nosotras”.  A todas las personas que participen se les pide que, de ser posible, se tomen una foto con una prenda morada y el mensaje “Hacer visible lo invisible” #Ya Basta de violencias contra todas las mujeres, #Cadena-FeministaMx y difundirlo en sus redes.

       “La pandemia puede frenar actividades presenciales, pero jamás va a frenar las voluntades y la necesidad de luchar, todas juntas, sin instituciones, sin logotipos, sin partidos políticos, sin organizaciones sociales.  Lo que nos une es nuestra calidad de mujeres en toda su diversidad y respeto, mujeres que se encuentran para caminar juntas por un solo objetivo: un México libre de violencias contra cada una de nosotras. ¿Te sumas?”.

       Las mujeres organizadoras de esta “cadena” -muchas de ellas reconocidas y respetables feministas del país-, opinan que a raíz de la pandemia han salido diversos temas que atañen a las mujeres y que les afectan.  Uno de los ejes que les reúne, es que la violencia se ha acrecentado, sobre todo con el confinamiento, y muchas mujeres están desertando del trabajo y de la escuela y ha aumentado la cantidad de quienes deben dedicarse a los cuidados de otras/os, de tiempo completo”.  LA INVITACIÓN ESTÁ HECHA.

       Yo deseo terminar, recordando las palabras hechas canción de una mujer admirable, cuyo nombre es Viviana, pero se hace llamar Vivir Quintana, quien hace un año nos estremeció con su Canción sin Miedo:

       “Que tiemble el Estado, los cielos, las calles.  Que tiemblen los jueces y los judiciales.  Hoy a las mujeres nos quitan la calma.  Nos sembraron miedo.  Nos crecieron alas.  A cada minuto de cada semana nos roban amigas, nos matan hermanas.  Destrozan sus  cuerpos, los desaparecen. ¡No olvide sus nombres, por favor, señor presidente!  Por todas las compas marchando en Reforma.  Por todas las morras peleando en Sonora.  Por las comandantas luchando por Chiapas.  Por todas las madres buscando en Tijuana, cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada desaparecida.  Que resuene fuerte: ¡Nos queremos vivas! Que caiga con fuerza el feminicida.  Yo todo lo incendio, yo todo lo rompo.  Si un día algún fulano te apaga los ojos, ya nada me calla, ya todo me sobra… Si tocan a una, respondemos todas.  Soy Claudia, soy Esther y soy Teresa.  Soy Ingrid, soy Fabiola y soy Valeria.  Soy la niña que subiste por la fuerza.  Soy la madre que ahora llora por sus muertas.  Y soy esta que te hará pagar las cuentas. ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!  Y retiemble en sus centros la tierra.  Al sonoro rugir del amor”.

       Durante estos día previos al 8 de marzo, muchas mujeres tendremos presente que a raíz de la lucha feminista, en la pasada década, no hay un espacio en el campo discursivo, en el que las mujeres no nos hagamos presentes.  No somos minoría y nuestra lucha es una lucha por la sociedad.

       Reconocemos que en los últimos tiempos los movimientos feministas se han convertido como nunca en verdaderos movimientos de masas y en las universidades resultan una vertiente de mucha importancia, como nos lo dejan ver las jóvenes que sacuden los espacios académicos, impulsando la renovación extraordinaria del feminismo; tal vez menos preocupado de las conceptualizaciones, pero sí mucho más contundente contra todas las violencias, contra las fórmulas brutales de desigualdad.

       Este 8 de marzo, sumemos nuestras visibilidades.