URBANÓPOLIS: Equidad de género

En el año 2015, la Organización de Naciones Unidas (ONU) aprobó 17 Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), conocidos también como la Agenda 2030 y que trazan un plan para lograr un futuro mejor y más sostenible para la humanidad. Los objetivos establecen metas para los temas considerados como prioritarios, así se tiene uno referente a Fin de la Pobreza, Hambre Cero, Salud y Bienestar, Educación de Calidad, Ciudades y Comunidades Sostenibles, Agua Limpia y Saneamiento, además de otros tantos de entre los que destaca el Objetivo 5 denominado: Equidad de Género.

Los países miembro de la ONU, dentro de los cuales obviamente esta México firmaron el compromiso por alcanzar diversas metas, de entre las que destacan para el ODS 5, las siguientes: Poner fin a todas las formas de discriminación contra las mujeres y las niñas en todo el mundo, Eliminar todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluida la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación, Asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.

Para el caso de México, de acuerdo con los resultados del Censo 2020, el INEGI señala que de los poco más de 126 millones de habitantes, el 51.2 % corresponde a mujeres. Es decir que poco más del 50% del potencial económico y político del país corresponde a las mujeres. De aquí que el impulso al desarrollo económico y social de un país como México, pase necesariamente por el empoderamiento del 50% de su aparato productivo: las mujeres.

La edad mediana en nuestro país es de 29 años, así que no sorprende saber que, de acuerdo con la distribución por edad, el 49% de las mujeres en México es menor de 30 años y representa el 25% del total de la población. Si Usted observó las marchas que se realizaron el pasado 8 de marzo, observará que se trata en su mayoría de mujeres jóvenes de este segmento poblacional.

Este sector de jóvenes mujeres, a diferencia de los varones de su edad, tiene menores oportunidades de educación, trabajo y libertad de decisión. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos del Hogar, en 2018, el 60% de las mujeres entre 3 y 29 años asiste a la escuela. Este bajo porcentaje se traduce en serias desventajas en materia de falta de capacitación y, por tanto, de oportunidades para acceder al mercado de trabajo.

Sin embargo, la sociedad ha cambiado significativamente, aquella vieja idea de que la mujer no trabaja, siempre ha sido falsa. Primero porque no se consideraba el trabajo no remunerado que realiza en el hogar y al cuidado de personas como sus padres o hijos y, en segundo término, porque si observamos el Índice de Dependencia Demográfica, es decir el número de personas que no trabajan y por lo tanto dependen de quienes, si trabajan, en 1970 era de 107.6 personas por cada 100 que trabajadores, dicho indicador ha descendió y en el 2010 fue de 70 personas. Este cambio lo podemos observar en todos los hogares, pues hace décadas bastaba con que trabajara una persona, generalmente el padre, para mantener a toda la familia, hoy en día, trabaja la mamá, el papá y algunos de los hijos mayores, para poder solventar los gastos del hogar y de quienes por cuestión de edad o estudio no trabajan.

En materia de salud, ocurre al similar al ámbito educativo, solo el 44% de las mujeres en México, se encontraban afiliadas a una institución de salud en 2018, situación que vuelve altamente vulnerable la salud de las mujeres y más aún de aquellas que trabajan, pues estadísticamente la mayoría de las mujeres labora en el sector informal.

Sin duda que en el cumplimiento del ODS 5, México ha tenido avances significativos, de cada 10 personas menores de 25 años o más que trabajan como funcionarias, legisladores o algún puesto de autoridad en gobierno, 4 son mujeres. Sin embargo, el gran reto a enfrentar en un futuro, es que cada espacio ocupado por mujeres sea desarrollado con perspectiva de género, de igual forma, todos los hombres trabajadores o no, debemos contribuir a la igualdad de género, pasar del discurso a las acciones. No resulta fácil, incluso para muchos de los hombres los aspectos de discriminación o violencia de género pasan inadvertidos, debido a que históricamente se nos han presentado como normales, cultural y socialmente aceptados. Pero no es así, el grupo de mujeres que se manifestó ante la inconformidad y falta de igualdad, lo hace porque no encuentra en los partidos políticos y en las estructuras de gobierno, los espacios y la sensibilidad que le garantice un futuro mejor. Nos corresponde a todos, hombres y mujeres por igual, porque sólo así se avanzará hacia un mundo más sustentable, hagamos lo propio, para que, cada 8 de marzo podamos evaluar los avances alcanzados en este importante objetivo de la igualdad de género.