LOGOS: Tropiezos presidenciales; semana de la Pasión

El presidente Joe Biden, de 78 años, es un buen hombre, y lamento que haya sufrido varios tropiezos en la escalerilla del avión presidencial Air Force One. (Foto: especial)

El presidente Joe Biden, de 78 años, es un buen hombre, y lamento que haya sufrido varios tropiezos en la escalerilla del avión presidencial Air Force One.

        Su médico, de inmediato certificó que el presidente estaba saludable al 100 por ciento.

        Los medios de comunicación masiva dieron cuenta de esas caídas, y las reacciones en el mundo fueron variadas.

        La familia Trump, por ejemplo, a través de uno de sus juniors hizo comentario irónico: “Fíjese en el hecho de que el presidente de EU es tan frágil que cae, golpeado por el viento”.

        Días antes, Biden tuvo otro traspiés al lanzar feroz expresión contra el presidente de la Federación Rusa, de 68 años: “Vladímir Putin es un asesino que pagará el precio por su intromisión en las elecciones de EU”.

        El líder ruso contestó en pocas horas y con breves conceptos: “Le deseo mucha salud al presidente Biden. En la historia de cada nación hay muchos momentos dramáticos y sangrientos, y quien señala a alguien como asesino, se está viendo en el espejo.”

        Putin es ágil de palabra, pero en su acción política ha sufrido caídas frente a sus opositores, y en foros internacionales sus porrazos no han sido menores.

        Los golpazos políticos que se ha dado el presidente de la República Federativa del Brasil, Jair Bolsonaro, no son pocos; él mismo asegura que sufre “una guerra, como nunca presidente brasileño la ha tenido”.

        No acepta haber cometido errores. Explica que todos los problemas actuales del Brasil los crearon sus enemigos; y sus enemigos son los comunistas.

        Las mortandades por covid en Brasil, sólo superadas por EU y por México (si se toma como base la contabilidad internacional sobre nuestro país), las siguen provocando los comunistas.

        A tres ministros de Salud ha despedido el presidente brasileño. El último destituido fue un general de nombre Eduardo Pazuello; y nombró, en su lugar, a su cuarto ministro en esta materia hace unos días, al cardiólogo Marcelo Queiroga, pero dejando a todo el personal militar dentro de ese ministerio.

        Brasil está militarizado; no hay función pública que no la realicen los militares, o que no esté supervisada por ellos.

        La pasión militar del presidente Bolsonaro le hace sufrir sus demás pasiones, incluyendo a la pasión pandémica.

        Esa semana de la pasión está, también, por vivirse en México; país peligrosamente militarizado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, al que el Pentágono le señala que entre el 30% y el 35% del territorio nacional está en poder del crimen organizado.

        Amlo vive, a su vez, una pasión presidencial que nos ha conducido a sufrir, según cifras internacionales, cerca de medio millón de muertos por covid.

        En donde, por arranques de pasión presidencial, nos amenaza con seguir reformando la constitución para que opere a su gusto y capricho la 4T; para manejar las suspensiones de amparos, y los amparos, al me canso ganso.

        Sólo falta que, si no le obedecen a López Obrador los jueces, magistrados y ministros; los cambie, para poner en su lugar a militares.

        ¡Faltaba más! Así se vive en México la pasión en el 2021.

        Aquellos recuerdos, entre Jerusalén y Betania de un dios que quiso ser hombre, se volvieron borrosos.

        Hoy hay un hombre que quiere ser dios, y que se empeña en hacernos felices, pero en todo fracasa, menos en lo electoral, pero a su favor.

        Para colmo, México dejó de ser el pueblo feliz número 23 en la lista de la ONU, para ocupar el número 46 en este año 2021.