La Ley habilitante y la 4T

Todo el poder se concentraba en el Partido Nazi y su líder, Adolf Hitler. (Foto: especial)

Eran los años 30 del siglo pasado, en  Alemania el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán  (NSDAP), más conocido como Partido Nazi,  después de varios intentos  había llegado al poder,  aunque sin contar con la mayoría legislativa necesaria para desarrollar, sin estorbos ni  trabas,  todos los planes que tenían proyectados, planes que por cierto no eran, o no debieron ser ninguna novedad, pues estaban descritos y detallados en Mi Lucha, el libro escrito por el creador del NSDAP  Adolf Hitler. En esos momentos existían varios partidos y muchas figuras políticas de peso que se oponían frontalmente a las ideas de los nazis, situación que era inaceptable para Hitler, que se consideraba así mismo como el único depositario de la verdad y guía del pueblo alemán hacia su glorioso destino, el deseado y necesitado Lebesraum.

En estas circunstancias los altos mandos del partido nazi, con Hitler a la cabeza, deciden deshacerse de una vez por todas del estorbo de las instituciones democráticas que a juicio de ellos solo eran un lastre para el despegue de Alemania , y en un verdadero  “al diablo con las instituciones” en 1933 se implementa la llamada “Ley habilitante”, llamada en alemán Gesetz zur Behebung der Not von Volk und Reich,  que se puede traducir como “Ley para solucionar los peligros que acechan al Pueblo y al Estado”. Esta ley  permitía al gobierno y al canciller (ocupados respectivamente en aquel momento por el NSDAP y Adolf Hitler) la aprobación de leyes sin pasar por el parlamento.  Cualquiera puede darse cuenta que un gobierno que tiene el poder de legislar sin pasar  por un parlamento donde pueda ser cuestionado, es, de facto, un gobierno dictatorial.

Pero, ¿cómo se llegó a esta situación en un país civilizado como Alemania?  Entre otros factores por  una combinación de una población empobrecida, desesperada,  una inflación persistente, un gobierno de timoratos, débil,  que cargaba con un tratado humillante (El de Versalles) y sobre todo por  la aparición de un demagogo de oratoria incendiaria, mente brillante y perversa,  que supo conectar con los más profundos deseos y rencores del humillado pueblo alemán.

¿Cómo logro Hitler hacerse de la mayoría parlamentaria?  Como lo hacen los dictadores, por la fuerza y sin contemplaciones, aprovechando el miedo y la debilidad de sus oponentes (¿algún parecido con México?).  Sencillamente, por vía de sus obedientes legisladores ordenó suprimir, por decreto, la necesidad de un quórum mínimo de diputados presentes para que la votación fuera válida. En una tardía reacción, los numerosos diputados del partido socialdemócrata, el SPD, habían planeado ausentarse del Parlamento para evitar que hubiera un quórum suficiente, pero la temprana operación de los nazis, que redujeron el quórum,  hizo inútil esta maniobra.

Finalmente, la Ley habilitante fue aprobada con casi el 85% de los votos a favor, muy por encima del 66% necesario gracias a todos estos factores. Para lograr que el Reichstag tomase aquella decisión suicida, el Canciller Adolf Hitler usó algo que los mexicanos estamos viendo,  una combinar de intimidación, supuesta moderación y la alteración del procedimiento interno del aparato legislativo. Por si esto no fuera suficiente se realizó el arresto de muchos legisladores comunistas y socialistas antes de la votación, algo sencillo habida cuenta que  las estructuras de Justicia ya estaban en poder de los nazis. Otros, más prudentes o más inteligentes, ya habían huido de Alemania. El propio Adolf Hitler dirigió un discurso al parlamento y sólo recibió la réplica del líder del Partido Socialista Alemán, Otto Wels, quien llegó a decirle al Canciller que podrían quitarles la vida y la libertad pero nunca el honor, lo que provocó gritos y amenazas por parte de los miembros de los grupos nazis apostados alrededor de los diputados. (¿Donde he visto esto ahora?). Wels, ya exiliado fue declarado apátrida.

¿Consecuencias de esta ley? Las previsibles, los partidos que apoyaron a Hitler, al igual que el SPD que no lo había hecho, fueron prohibidos en junio de aquel mismo 1933, y por si hubiera quedado alguna duda se prohibió también la fundación de todo nuevo partido.

En la práctica, la Ley Habilitante dejaba al Legislativo con un papel menos que simbólico.  Todo el poder se concentraba en  el Partido Nazi y su líder, Adolf Hitler. La democracia en Alemania habia muerto…  y por la vía de los votos.

Se afirma que quien no conoce el pasado está obligado a repetirlo; y está más que visto que no aprendemos de la Historia. Evidentemente el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra.

Pero en México aún tenemos una pequeña rendija de esperanza, se llama INE,  no permitamos que la cierren.