Ramírez Bedolla y la Universidad Michoacana

El 14 de mayo, Raúl Morón y Ramírez Bedolla encabezaron un “encuentro con líderes universitarios”. (Foto: especial)

Como es bien sabido, el 8 de mayo es, para la Universidad Michoacana, la fecha más importante del calendario. En los recintos universitarios, y especialmente en el Colegio de San Nicolás, se conmemora el natalicio de Miguel Hidalgo y Costilla, Padre de la Patria y Rector Perenne del Alma Mater de la propia universidad. Pero la ceremonia de esa conmemoración ha servido también, tradicionalmente, para que se exprese desde la tribuna el sentir de los sectores de la universidad y sus inconformidades, y se manifieste el espíritu de lucha que es parte de esa misma tradición nicolaita.

            Por segundo año consecutivo, con motivo, real o no, de la epidemia por coronavirus, la congregación de los universitarios nicolaitas no se efectuó conforme a esa usanza. A puerta cerrada, con exclusión hasta de la representación de los sectores universitarios, el rector Raúl Cárdenas Navarro realizó una ceremonia privada con los miembros de su propia burocracia. Pero además, de manera subrepticia, abrió la entrada trasera del Colegio para que pasara en campaña el candidato del gobernador Silvano Aureoles y de los partidos que lo respaldan, Carlos Herrera Tello, a colocar una corona y hacer —para la fotografía— una breve guardia ante el monumento del héroe. Además de que la presencia del candidato oficial distorsionó el carácter universitario de la conmemoración, convirtiéndola en un acto de proselitismo, nada podemos esperar los universitarios de quien se presenta como el continuador de la política aureolista, que para la institución académica ha sido de ahogo presupuestal, desatención e incumplimiento de compromisos.

El Sindicato Único de Empleados de la Universidad Michoacana y el Comité Ejecutivo General Interino y Consejo General del SPUM, por su parte, también convocaron a una concentración en el recinto universitario a la que asistiría el candidato a gobernador del Morena y el Partido del Trabajo, Alfredo Ramírez Bedolla.

            Desde luego, el acto convocado por los sindicatos también se trocó, en la avenida, por fuera del Colegio cuyas puertas no se le abrieron, en un mitin de campaña también ajeno al espíritu de la conmemoración. Ahí, el aspirante morenista se presentó como a sí mismo como sobrino del recordado rector nicolaita Alfredo Gálvez Bravo. Y también, inicialmente, dijo Ramírez no presentarse ni hablar como candidato sino como “abogado, docente y egresado de la universidad”, que quién sabe, entonces, por qué tuvo el papel principal en el mitin, flanqueado por un gran afiche de su campaña. Pero dijo no hacer compromisos para con la institución que lo formó, a los que llamó “promesas fatuas”. Eso sí, convocó a los “hermanos nicolaitas” a la unidad por la universidad para rescatarla. Desbordado, llamó a que los universitarios “seamos la generación que impulse el pensamiento ideológico de la cuarta transformación”.

            Más adelante en su alocución, se olvidó de lo afirmado antes y, como candidato, se comprometió a “ser garante de la autonomía universitaria” y a “luchar hombro a hombro” para que la Universidad Michoacana sea nuevamente “la gran universidad de México”. Terminó recordando las iniciativas que, como diputado local, presentó en otros momentos en relación con la institución nicolaita, como la de establecer “con claridad” en el artículo 143 de la constitución estatal la autonomía universitaria. Nada dijo de la crisis por la que actualmente atraviesa la Casa de Hidalgo en sus finanzas por el abandono del gobierno estatal, ni asumió tampoco ningún compromiso al respecto.

            Pero unos días después, cualquier gozo de los universitarios se iría al pozo. El 14 de mayo, Raúl Morón y Ramírez Bedolla encabezaron un “encuentro con líderes universitarios” en el que aparecieron, en el presidium, nada menos que el ingeniero químico Domingo Acuña Pardo y el dirigente del sindicato blanco, Stumich, Armando Rangel Díaz, que, según ha declarado, pretende disputar al organismo mayoritario de los empleados nicoalitas, el SUEUM, la titularidad del contrato colectivo.

            Acuña Pardo, sin ninguna representación en la actualidad, caracterizó su gestión como dirigente del SPUM por su entreguismo a la parte patronal y su sin par corrupción. Como secretario general, evitó el estallido de huelgas en los años 2000 y 2001 que ya habían sido votadas por las asambleas seccionales del sindicato; en seis años, en sus periodos como secretario de Finanzas y cabeza del Comité Ejecutivo General, amasó una gran fortuna, que incluyó la compra de 19 propiedades urbanas y rurales en el distrito de Morelia, entre casas y terrenos, más dos a nombre de su esposa Betzaida López Gutiérrez; fundó la empresa de transporte Taximich con concesiones otorgadas durante el gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí, usando también fondos sindicales para otorgar créditos a conductores a fin de que adquirieran las unidades y placas que él mismo gestionaba junto con su secretario de Finanzas José Guadalupe Quezada Amezcua, comisario también de la empresa transportista. Después de tener un automóvil Volkswagen sedán modelo 1971, pudo adquirir varios vehículos que incluyeron un Ford Mustang, una camioneta Cheyenne nueva y pick ups Nissan “estaquitas” (Véase “Los frutos de una auditada gestión” en el periódico sindical Proyección SPUM No. 116, mayo de 2003). Además, se hizo accionista de la Guardería del SPUM, que él mismo gestionó gracias al programa de subrogación de estancias infantiles del IMSS, por lo que hasta la fecha participa de los ingresos que esa dependencia da al sindicato.

            La auditoría aplicada a la gestión sindical de Acuña dio como resultado un quebranto patrimonial por 18 millones 800 mil pesos; pero quedó impune. Desde entonces Domingo ha sido la figura tutelar de la corriente sindical identificada como Naranja, de la que han surgido otros comités ejecutivos en los años subsiguientes, incluido el ahora destituido por el Congreso General de Representantes Extraordinario, que encabeza Jorge Luis Ávila Rojas (2018-2021). Sus lealtades han mudado, pues a pesar de todos los beneficios que obtuvo del gobierno priista de Michoacán en el periodo 1996-2002, se hizo “perredista” en el tiempo de los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel, Leonel Godoy y Silvano Aureoles. Ahora reaparece públicamente en un acto de campaña del Morena, buscando acomodarse, por supuesto, ante un posible nuevo gobierno surgido de este partido.

            Armando Rangel, por su parte, fundó un nuevo sindicato de trabajadores administrativos en la universidad, con algunos empleados que fueron expulsados hace algunos años del SUEUM. Pero en la actual administración del rector Raúl Cárdenas Navarro ha encontrado la incubadora que le ha permitido acrecentarse de manera extraordinaria. Prestaciones y salarios que la Tesorería universitaria escamotea a los afiliados al sindicato titular, son pagados si se cambian al Stumich. Y éste retribuye a la patronal ofreciendo aceptar modificaciones contractuales, además de que ha demostrado una actitud por completo complaciente con la autoritaria gestión de Cárdenas Navarro.

            Un hecho más a considerar es la presencia, en un acto también de campaña de Alfredo Ramírez y Raúl Morón, del ex rector Jaime Hernández Díaz. El sábado 15 de mayo, en un mitin en el que el aspirante recibió el apoyo de Jesús Reyna García y se firmó un acuerdo con éste, apareció también el Dr. Jaime Hernández, quien fuera dirigente de izquierda en Michoacán, funcionario universitario, diputado local perredista y rector de la UMSNH en el periodo 2003-2006. Más recientemente ha sido parte de la Comisión de Rectoría —responsable formalmente de la designación de Raúl Cárdenas Navarro, también cercano al gobernador Aureoles—, de la que apareció a finales de 2018 como vocero en diversas declaraciones y apariciones públicas.

            Imposible saber, por ahora, si hay acuerdos entre Ramírez Bedolla y Jaime Hernández, o si éste incidirá en la política del primero hacia la universidad, en caso de que llegue al gobierno. Pero es sabido que el ex rector tiene posiciones muy conservadoras, en defensa de la Comisión de Rectoría de la que él forma parte, impuesta en la ley orgánica universitaria en septiembre de 1986 por el gobernador Luis Martínez Villicaña, desde luego con la aquiescencia de un congreso estatal dominado por el PRI.

            Los universitarios nicoalitas necesitamos un nuevo gobierno que dé cumplimiento a las obligaciones financieras del Estado con la universidad, particularmente los convenios firmados con la federación y la propia institución en enero de 2016 y diciembre de 2018, de los que al gobernador Silvano Aureoles se ha desentendido, y garantice a futuro un financiamiento suficiente para su funcionamiento y su desarrollo conforme a las necesidades sociales de Michoacán y del país.

Requerimos también que el combate a la corrupción vaya a fondo en nuestra institución, con señalamientos y sanciones concretas a quienes han saqueado y utilizado a la Casa de Hidalgo para beneficios personales. Precisamos también apoyos para la actualización académica, apertura de nuevas licenciaturas y posgrados, mejorar instalaciones y expandir la enseñanza y la investigación en nuevos

Y demandamos, sobre todo, gobernantes y legisladores que, respetando la autonomía inherente a esta institución y los derechos de sus trabajadores, apoyen su democratización, la cual comienza por la erradicación de su marco jurídico de la Comisión de Rectoría, una instancia bastardamente injertada en la ley orgánica que los universitarios elaboraron en 1986. El candidato que con ello se comprometa será el que merezca el apoyo de los nicolaitas.