Justicia en México, sí podemos estar peor

Hablemos un poco de la justicia en México, sí, de este México nuestro. (Foto: especial)

Lo primero que se debe hacer para resolver un problema es reconocer que existe. Negar la realidad no lleva a nada, la táctica del avestruz no ha resuelto nada, al contrario, los problemas, dejados a su aire, empeoran.

Una de la tareas pendientes de México es contar con un aparato de Justicia calificado y efectivo; pero las autoridades de todos los colores que ha tenido México no han querido o podido arreglar este asunto y como resultado  la credibilidad a todo el aparato de justicia se mantiene firmemente anclada en el sótano.

Hablemos un poco de la justicia en México, sí, de este México nuestro, el país de  La Paca y su osamenta en la finca El Encanto junto con  del fiscal Chapa Bezanilla;   del Nintendo de Carpizo, del jamás esclarecido crimen de Ruiz Massieu, el país donde los Arellano Félix se entrevistan con el Nuncio Apostólico en las propias narices del titular de la PGR y este, sabiéndolo, no hace nada; el país donde nunca se ha querido investigar seriamente a ese prominente político reiteradamente señalado como autor intelectual del asesinato de Manuel  Buendía.  México, el país de los nunca resueltos feminicidios de Cd Juárez, del fallido “diamante” de Lomas Taurinas.  México, el país de las indígenas encarceladas por haber “secuestrado”, ellas solitas, a varios fornidos AFI, caso armado “de oídas”. El país del no resuelto asesinato de Luis Alfonso Belmar, donde se mostró la absoluta incompetencia de Bernardo Bátiz. México, el país de las dos “güeras”, dos personas diferentes  acusadas por el mismo delito, el secuestro y asesinato del hijo de Alejandro Martí, en la época de Miguel Ángel Mancera.

México, el país donde comprar a un Magistrado de Supremo Tribunal de Justicia cuesta $500,000 dólares, como fue el caso del Juez de Circuito Ernesto Díaz Infante, juzgador del caso del asesinato de la niña  Merle Yuridia Mondaín, y que permitió la liberación de su asesino, Alejandro Braun.

México, el país del muerto sembrado a Joaquín Hernández Galicia, la Quina, un agente del MP de apellido Arrioja,  fallecido en otro sitio y cuyo cadáver fue llevado hasta Ciudad Madero y colocado a la entrada de la casa de Hernández Galicia, junto con dos cajas con  ametralladoras UZI; pero se les olvidó retirar  la factura de las mismas que señalaban la compra en una armería de Texas por un comprador oficial.

México, país donde se dio una de las investigaciones más sucias que se recuerden, el caso de la muerte de la niña Paulette Gebara, enturbiado y manipulado a mas no poder al parecer por las posibles e indeseables derivaciones a que podía dar lugar.

México, país donde se filmó el documental “Presunto culpable”,  que exhibe la estulticia del Poder Judicial, la impunidad de la policía judicial y la inepta soberbia del Ministerio Público.

 México,  país con un aparato de justicia que no soporta el más epidérmico análisis; con un índice de impunidad de un impresionante 98%.  ¿Qué traduce esto?, simplemente que en México no se tiene capacidad de investigar. Aquí los juicios se apoyan en delaciones, “confesiones” imposibles de verificar y en testigos comprados como el “Caso Dorantes”, preso por una confesión comprada en mil quinientos pesos.

Y ahora, una buena pregunta, ¿Podemos estar peor?  Claro que sí, siempre se puede estar peor, de hecho, mucho peor, y lo estamos viendo, ahora tenemos una “justicia” donde ya sin cuidar las apariencias de legalidad se utiliza toda la estructura del Estado como “brazo armado” encargado no de procurar justicia, sino silenciar opositores al más puro estilo de un Estado policíaco; nada que envidiar a la GESTAPO  nazi o a la NKVD de la extinta URSS. Ya solo nos falta que nos apliquen una especie de “peligrosidad predictiva” como ya existe en Cuba, por cierto, con gran efectividad, pues el 99.5% de los acusados por este delito son declarados culpables.

Una verdadera pesadilla de la cual difícilmente saldremos.