El templete está listo

De pronto, el candidato se hace visible en el escenario, sonríe y alza los brazos saludando. (Foto: especial)

El templete está listo. Una imagen gigante del candidato viendo quién sabe a dónde está de fondo en el escenario. Ambientando está una canción que se repite cien veces diciendo “Michoacán nos une”. El candidato, fruto del triángulo amoroso entre el PAN, el PRI y el PRD todavía no llega, pero el público está listo para recibirlo; visten colores brillantes de los tres partidos. A diferencia de otros años los escudos de los partidos en las playeras y en las lonas lucen achicados.

Atravesamos este tiempo del proceso democrático previo al vertiginoso momento de trazar nuestra voluntad en la boleta. Todo está listo, el candidato hará gala de una elocuencia telenovelesca para así reafirmar unos votos a su favor. ¿Qué tan efectiva llegará a ser su retórica y su campaña oficial comparada con los chantajes y amenazas de sus seguidores realizadas a otra escala en la campaña furtiva? ¿Cuál de los dos rostros se impondrá: el que sonríe en la estampa de la combi de enfrente, o el del gobernador que intimida y agrede impunemente?

De pronto, el candidato se hace visible en el escenario, sonríe y alza los brazos saludando. Los asistentes responden con aplausos a su aparición y activan sus matracas; él actúa conmovido y pone sus manos sobre sus hombros haciendo el gesto de un abrazo. Durante su discurso dirá “Soy político y soy priista”, pero más que como político luce como una celebridad cautivante. Lo cual, posiblemente, ya nos suene familiar y no nos sorprenda.

El mitin se desborda. La ciudad completa, desde el centro hasta las entradas, está tapizada de lonas y la recorren canciones que no se cansan de repetir “Michoacán nos une”. En el transporte público, por dentro y por fuera, en las pantallas de los celulares y las televisiones; en el radio de la combi en la que un chofer me pregunta: “¿Cómo ves esto de los partidos?” y con un gesto señala a la combi de enfrente que, para variar, tiene la misma foto del candidato que está arriba del templete. Le digo “mal, no voy a votar por ellos. ¿Usted cómo ve?”. Me responde: “¿Cómo es posible que vayan juntos si antes no se podían ver ni en pintura? Estos partidos no tienen ideología, si la tuvieran no harían eso”.

Llego a mi casa y en el grupo de WhatsApp de la colonia hay otra campaña desplegándose, más secreta y perturbadora. Un vecino ha colocado un largo mensaje en el que aclara que las despensas, las cajas de leche, de huevo, los exámenes de la vista y las mastografías que han llegado a la colonia en los últimos meses han sido provistas por el PRD, el PRI, el PAN y el PVEM. Es momento de hacer efectivo el valor de cambio de los “apoyos”, así como de las promesas y las amenazas. Remata invitando a los vecinos que tienen “lonitas” de MORENA afuera de su casa a que mejor se olviden de los apoyos y a no pedir ninguno del banco de medicamentos de la colonia.  

Esta es la otra campaña que, además, es el sello de la casa; a nadie sorprende que los partidos desplieguen estos dispositivos y traten de procurarse votos a través de las necesidades más inmediatas de los votantes; mientras que arriba del templete se abrazan a sí mismos, despilfarran y hacen como que tienen ideas y no intereses.

El mitin continúa en el templete y en todas las calles, tratando de disimular con los nuevos colores su historia; pero la campaña furtiva acá abajo nos recuerda desde dónde vienen.