VIVILLADAS: Periodismo y elecciones

Existe una primicia que durante décadas ha sido motor de vida social en el periodismo, se le llama “El cuarto poder”. (Foto: especial)

Existe una primicia que durante décadas ha sido motor de vida social en el periodismo, se le llama “El cuarto poder”, una expresión que sin duda pudo o puede tener poder por su impacto, por su influencia en la sociedad; aunque a medida que la población se va cultivando, se va preparando académicamente, a medida que se han diversificado los medios de comunicación, donde el internet ha sido un parteaguas dando píe a las redes sociales más influyentes en el mundo, donde las ponencias no son necesariamente de profesionales en opinión sino que se escuchan las voces comunes de la gente, habrá quien piense que lo sustentado en cuestión del poder periodístico  ya es una falacia o de manera sencilla… una nostálgica percepción.

No obstante, muchas voces se pueden escuchar en las diferentes plataformas, en las distintas opciones informativas, pero nadie pone en duda que a pesar de la marea informativa o de opinión que inunda los medios de comunicación tecnológicos existen personajes y empresas que de alguna manera tienen la capacidad de influir, de promover, de aceptar, de rechazar o de ningunear a determinado actor o equipo de la política, de la economía o de la sociedad en general ; sobre todo  cuando en una nación como en la que vivimos fueron las voces autorizadas, las de prestigio;  aunque la pregunta sería ¿autorizadas para qué o de prestigio para quién?

Obvio que existía todo un manejo controlado de los expertos en opinión y de los temas que operarían, sobre todo de la tendencia que perseguían; eso sí, la población, al menos hace algunos años atrás, estaba muy al pendiente de los revistas o semanarios de reconocimiento, es claro que movían los hilos, unos con una tendencia de izquierda, los menos; y otros sumisos al sistema porque buscaban canonjías (periódicos y revistas de mucho peso) o por último, lograr la subsistencia   

En todo el proceso de décadas dominado por la derecha partidista, nos referimos al PAN y al PRI, misma que en su momento tuvo como válvula de escape a  Vicente Fox  que para nada tuvo una vertiente popular, no populista como muchos quisieran interpretar, vino una gran desilusión, ya que todas las estructuras sociales y económicas quedaron en la misma condición, todas las prácticas corruptas, indebidas, no se cimbraron. Solo fue una pequeña sacudida y un gran pretexto para decir que México era democrático, cuando en verdad éramos todos, una vez más, marionetas de un sistema de gobierno que jugaba con nuestros sueños, con nuestros intereses … con nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos.

Hoy, ante la arribo de una opción diferente, que ha intentado cambiar ciertas reglas y comportamientos (que en definitiva no ha podido modificar de manera contundente) quienes se sentían o eran arropados por el sistema imperante tienen una lucha voraz por defender lo que era suyo, lo que les daba poder en todas las dimensiones y no tienen ninguna consideración, ninguna cautela o razonamiento crítico, justo o imparcial. Se la pasan tirando piedras como si fueran libres de toda culpa. Es inaceptable que sus voces privilegiadas años y años quedaron mudas, o al menos complacientes ante actos viles de podredumbre, de acción o de omisión gubernamental, lo peor de todo que no sólo son periodistas como tales sino también son instituciones informativas, que no han cambiado su forma de ser porque siempre desinformaron o informaron a su conveniencia, a la voz del patrón; hoy vociferan, se indignan ante tropiezos, maximizan o minimizan según les convenga.

Un ejemplo , en este proceso electoral que se avecina el próximo 6 de junio,  ciertos medios de comunicación publican en primera plana las tendencias electorales, donde hay dos mentiras estrictas: la primera, como en el caso Michoacán, que la Coalición PRI, PAN, PRD va delante de Morena por no sabemos cuántos puntos, qué locura, lo publican sin conocer ( o quizá lo conocen pero no les importa) éstos sólo anhelan quedar bien con su jefe , con su patrón o para quien sea capaz de solventar parte de sus gastos o por quien o quienes el día de mañana los socorran con el multinombrado chayote, chayote que muchos en el periodismo añoran con melancolía.

No solo nos referimos a periódicos sino también a ciertas agencias informativas, que venden sus “reportes o investigaciones” a medios similares, no pasaría nada siempre y cuando fueran notas basadas en la verdad, en el oportunismo noticioso y en la ética profesional, pero están tan amañados (que no a su altura)  como López Dóriga o Ciro Gomez Leyva, por mencionar algunos, que solo destilan odio, recelo,  coraje e impotencia por todo lo que les arrebataron.

El periodismo profesional debe ser imparcial, en lo posible, porque todos tenemos nuestra propia forma de pensar, nuestra ideología o nuestros propios intereses, pero debe quedar claro que, a pesar de todo ello, debe salir avante el verdadero periodismo, un periodismo que no se base en la blasfemia, en la venganza, mucho menos en el engaño social. Se habla de una dictadura con el gobierno actual federal cuando no es dictadura, se habla de socialismo cuando no es socialismo, se habla del mesías cuando solamente quien  “Ya sabes quién” es un líder social, con sus errores, con sus tropiezos, incluso ineficiencias, pero al menos ha buscado, ha procurado , el bienestar de la mayoría de los mexicanos.

Albert Camus, sentenció: “Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala” y la Máxima del Chicago Tribune reza:  “Si su madre dice que lo ama, verifíquelo”. Buen consejo, para quienes publican encuestas para el mejor postor.

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