Profesionales de la medicina

Estos profesionales de la medicina, que llevan tatuado en su mente El Juramento Médico Hipocrático, junto con las enfermeras y sus colegas que atendieron y siguen atendiendo a los enfermos de COVID-19. (Foto: especial)

“La humanidad siempre ha estado enferma”, palabras más palabras menos, escuché decir de los labios de un boticario de pueblo, al momento de entregarme un certificado de defunción de un familiar político, que acababa de fallecer. Cada vez que escucho noticias relacionadas al desarrollo del virus SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad del COVID-19, parece como si volviera a escuchar aquellas frases tan atinadas del boticario despertándome curiosidad por tener una idea de lo que significa la “ciencia y arte de precaver y curar las enfermedades del cuerpo humano” y lograr el bienestar de la población, así como la responsabilidad de los gobiernos para lograr que ese objetivo se cumpla.

Al revisar alguna información sobre el particular, encontré que las enfermedades, infecciones y dolores corporales, forman parte de la historia del hombre, han estado presentes en todas las comunidades humanas del planeta tierra, desde las primeras culturas como La Mesopotamia, La Egipcia, La Hebrea, La China, La Hindú y La Precolombina, hasta nuestros días. También desde un principio hubo preocupación de parte de los gobernantes por atender esos males, que eran atribuidos a la presencia de figuras malignas que se posesionaban en los cuerpos, provocando casos de Acondroplasia y enfermedades degenerativas como la artritis y la espondilosis, incluso diversos tipos de tumores. Recurriendo a tratamientos tanto mágicos como médicos para regresar la salud a los enfermos, el más usual era la trepanación, que consistía en la perforación del hueso cerebral, principalmente de quienes padecían locura, epilepsia o dolores fuertes de cabeza. Fueron los egipcios los primeros que empezaron a buscar explicaciones científicas a las enfermedades, estableciendo de esa manera los principios de la medicina. “Herodoto llegó a llamar a los egipcios el pueblo de los sanísimos, debido al notable sistema sanitario público que poseía y a la existencia de «un médico para cada enfermedad”. La humanidad ha sorteado bien o mal epidemias y pandemias que inclusive han puesto en riesgo la existencia misma del ser humano. En la actualidad  estamos padeciendo una de las más severas  provocada por el virus SARS-CoV-2 (Síndrome Respiratorio Agudo Severo relacionado con coronavirus 2), que provoca la enfermedad  COVID-19 y dejando a cerca de 4 millones de muertes.

Con el propósito de asegurar el bienestar de la población, se han establecido una serie de normas, leyes y reglamentos que han firmado de común acuerdo los gobiernos del mundo, como el Artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que entre otras cosas establece: que toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar. En el caso particular de México se establece “el derecho a la protección de la salud en el Artículo 4º Constitucional, para lo cual de acuerdo con la Ley General de Salud, se constituyó “El Sistema Nacional de Salud que incluye dependencias y entidades de la Administración Pública, tanto federal como local, y las personas físicas o morales de los sectores social y privado, que presten servicios de salud, así como por los mecanismos de coordinación de acciones, y tiene por objeto dar cumplimiento al derecho a la protección de la salud”.

Para contar con el personal calificado y poder proporcionar el servicio de salud a la población, el Sistema Educativo Nacional, ha diseñado los planes y programas de estudios, de los conocimientos básicos que deben de tener los profesionales de la salud, para obtener el título de médico general y que puedan poner en práctica dichos conocimientos, desde la consulta externa para definir diagnósticos y recomendar los medicamentos apropiados, hasta saber utilizar los instrumentos y equipos médicos en las unidades médicas de segundo y de tercer nivel, en la medida de su especialización y en coordinación con el trabajo de enfermería, pilar fundamental para la prestación del servicio médico. Claro, si durante el proceso de su formación no son víctimas colaterales de los grupos delincuenciales quienes son los amos y señores de amplias zonas del territorio nacional.

Una vez concluidos sus estudios universitarios y saturados de información académica y con una baja autoestima al darse cuenta de sus perspectivas laborales, estos profesionales de la medicina, tienen que tomar una decisión: entre continuar estudiando una especialidad o desempeñarse como médicos generales en su propio consultorio, en una empresa privada o bien en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en El Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en El Instituto de Salud para el Bienestar (INSABE), La Secretaria de Salud Federal o de cualquier Entidad Federativa, si es que se tiene algún conocido que se ostente como Diputado, Senador o Funcionario de cualquier nivel de gobierno; de lo contrario, si corren con buena suerte pueden ser contratados como personal eventual, con todas las desventajas que esto implica. Pensar en una especialidad en el país o en el  extranjero, es cuestión de revisar los ahorros familiares, para saber si son suficientes para cubrir colegiatura y otros gastos durante el tiempo de estudio. Becas Conacyt, son escasas y están condicionadas a requisitos difíciles de cumplir, posiblemente por falta de presupuesto o para darle prioridad al pago de choferes, asesores de los altos funcionarios y a cubrir las prerrogativas de los partidos políticos, de donde han surgido los gobernantes que han dejado endeudados a la mayoría de los municipios y llevado a la miseria a  más de 50 millones de mexicanos. Mientras los egipcios hace siglos ya pensaban en especialistas de la medicina, en nuestro país se pretenden formar  especialistas al ritmo de la pandemia.

Por otra parte el Sistema Nacional de Salud, deja mucho que desear en su compromiso social de brindar salud y bienestar a la población, sus instituciones, el ISSSTE y el IMSS, quienes tienen la obligación de proporcionar salud y seguridad social de los trabajadores, han complicado los procedimientos administrativos para la atención de los derechohabientes, principalmente en los servicios de consulta externa y de urgencias. En cuanto a el INSABI y la Secretarias de Salud Federal y las de las entidades federativas, sus instalaciones no son suficientes ni adecuadas para proporcionar un servicio eficiente y además, carecen de los medicamentos de mayor demanda. Situación que ha aprovechado, la fundación  BEST, A. C., conocida popularmente como “farmacias del Dr. Simi”, para otorgar servicio médico de consulta, análisis clínico y de farmacia a bajo costo. Para lo cual, actualmente tiene contratados en calidad de médicos comodatorios a 12,579 profesionales de la medicina. Egresados de las escuelas privadas y públicas, con título y cédula profesional y distribuidos en más de 7,323 consultorios a lo largo y ancho del territorio nacional.

En ellos, se proporcionan 8,812,236 consultas al mes, los 365 días del año. Y teniendo horarios accesibles que benefician a las familias trabajadoras. (fundacionbestac.org.mx/quienes-movil). Sin la presencia de este servicio del “Dr. Simi”, y consultorios establecidos en farmacias Benavides y del Ahorro, El Sistema Nacional de Salud, desde hace tiempo hubiera colapsado al no poder atender los millones de consultas y demandadas de la población. Gracias a estos médicos que trabajan en este tipo de consultorios que la tragedia de la pandemia no ha escalado a niveles más trágicos, al haber hecho en tiempo y forma los diagnósticos de los enfermos,  aun  poniendo en riesgo su propia vida. Estos profesionales de la medicina, que llevan tatuado en su mente el Juramento Médico Hipocrático, junto con las enfermeras y sus colegas que atendieron y siguen atendiendo a los enfermos de COVID-19, son verdaderos héroes anónimos que poco reconocimiento han tenido por parte de la sociedad, inclusive minimizado su trabajo por ciertos charlatanes del conocimiento.

Del gobierno no me extraña. A veces raya en los extremos, nombra a un antropólogo como director del ISABI, a un aspirante a gobernador como Director del ISSSTE y a candidatos perdedores en las elecciones, como funcionarios del bienestar. Pero lo más absurdo de sus decisiones, es establecer horarios de vacunación en pleno repunte de la pandemia, cuando lo lógico ante una emergencia de esta naturaleza es trabajar día y noche hasta agotar existencias. Con una vida más  que se logre salvar se justifica cualquier esfuerzo extra que se realice.

No puede haber cambios sustanciales si se siguen haciendo igual las cosas. No debe extrañarnos si de un momento a otro, como si fuera un edificio sin uso ni beneficio, se empiezan a despegar las letras del Sistema Nacional de Salud, luego siga el desprendimiento de plafones y después las instalaciones hidráulicas y eléctricas queden inservibles y que con la lluvia empiece a crecer la hierba a sus alrededores y para terminar se desmorone en pedazos, todo aquello que en teoría iba a mejorar la salud y el bienestar de los mexicanos. El líder no delega autoridad, delega funciones a sus seguidores de acuerdo a conocimientos y habilidades.