DEBATAMOS MICHOACÁN: Epistemología de la violencia

La violencia, al igual que la discriminación, que la invisibilidad, el estigma o el prejuicio, constituyen un mecanismo de opresión en contra de quienes deseando ser reconocidos (Hegel), no lo son porque no se ajustan al modelo de género, sexo, clase y raza que prevalece.

En el Capitalismo gore de Sayak Valencia, el endriago se identifica con aquellos perfiles que requieren de posicionar la violencia, la proveeduría y el consumo en un modelo económico que hace a la sociedad hiperconsumista y a la vez hedonista, en busca del placer y de los lujos y que refuerza el modelo patriarcal y el mandato de masculinidad del hombre.

Las personas que son violentadas o bien, asesinadas, tienen un verdugo, un sujeto que actúa en la opresión derivado de ver la anormalidad del otro,  ese verdugo, podría ser, no en todos los casos, si me parece que en algunos,  el perfil de un hombre que no tiene acceso a un mercado de trabajo que atienda las necesidades de las personas jóvenes para acceder a los bienes y servicios y productos del mercado, por lo que presiona a los jóvenes por no alcanzar el consumo y genera la frustración entre los jóvenes que no pueden llegar a tales niveles de consumo o bien de hiperconsumo; motivo por el cual, la economía criminal y el uso de la violencia como una herramienta de mercado se convierten en alternativa para vincular a muchos jóvenes que requieren de dinero para el consumo hedonista.

El endriago permite conceptualizar a los hombres que utilizan la violencia como medio de supervivencia, mecanismo de autoafirmación, y herramienta de trabajo. Los endriagos no sólo matan y torturan por dinero, sino que también buscan dignidad y autoafirmación a través de una lógica “kamikaze”. En este sentido, Sayak Valencia en su texto Capitalismo gore,  afirma que dadas las condiciones sociales y culturales imperantes en México no debería ser una sorpresa que los endriagos usen prácticas gore para satisfacer las demandas consumistas ya que con ello subvierten la sensación de fracaso causada por la frustración material. Lo que algunos críticos se preguntan de esta categoría es si es suficiente para explicar la exacerbación de la violencia.  

Sayak Valencia toma el término gore del género cinematográfico; este género se centra en la violencia extrema para describir la etapa actual del capitalismo en ciudades fronterizas donde la sangre, los cadáveres, los cuerpos mutilados y las vidas cautivas son herramientas en la reproducción del capital. 

Capitalismo gore, nos plantea un nuevo paradigma epistemológico de percibir la violencia; se define como un conjunto de relaciones que atan nuestro tiempo con prácticas discursivas y materiales originados en el neoliberalismo. La epistemología de la violencia tiene un triple rol: como herramienta de mercado altamente eficaz; como medio de supervivencia alternativo; y como mecanismo de auto-afirmación masculina.

El capitalismo no sólo es un sistema de producción sino también una construcción cultural, nos precisa Sayak Valencia. Sus dinámicas crean identidades y subjetividades culturales que sostienen y reproducen los medios de reproducción del capital. Los rasgos culturales del capitalismo gore se construyen sobre la subversión del significado del trabajo en el posfordismo, en el cual hay una actitud de intenso desprecio hacia la cultura del trabajo y la clase trabajadora en general. Este desprecio subvierte los procesos tradicionales de reproducción del capital y de generación de identidades sociales y culturales. En el posfordismo el trabajo como una actividad social significativa ha sido reemplazada por el consumo, incluso en lugares extremadamente desfavorecidos y marginados.

La falta de un mercado de trabajo que atienda las necesidades de las personas jóvenes para acceder a los bienes y servicios y productos del mercado, presiona a los jóvenes por no poder alcanzar el consumo y genera la frustración entre los jóvenes que no pueden llegar a tales niveles de consumo o bien de hiperconsumo; motivo por el cual, la economía criminal y el uso de la violencia como una herramienta de mercado se convierten en alternativa para vincular a muchos jóvenes que requieren de dinero para el consumo hedonista.

Debido a que el trabajo no es valorado socialmente, los jóvenes que necesitan sentirse competentes en su rol de proveedores son los que buscan “trabajo” en la industria gore —adicciones, sexo, armas, trata de personas—. Esto es posible también porque existe una subversión del proyecto humanista que había prevalecido en las sociedades occidentales y occidentalizadas. El humanismo es sustituido por el consumismo (Guille Lipovetzky). Dado que la adquisición de bienes es más valorada socialmente que la autorrealización a través del trabajo, las limitaciones éticas para participar en actividades gore se desvanecen.