¡Que viva México!

Gritemos fuerte y hagamos realidad el que viva México. (Foto: especial)

Amanece y caigo en cuenta que es ya 15 de septiembre. Día de fiesta, de puente, de cenar pozole, tostadas y un buen mezcal.

En eso se ha convertido para muchos esta noche, la más importante de la historia patria, en la que al grito de: ¡Abajo el mal gobierno, mueran los gachupines!, miles se lanzaron a luchar contra el imperio español, que era en ese entonces el más poderoso del orbe.

Era el más poderoso gracias a todo el oro, plata y piedras preciosas que habían robado de estas tierras, de las que se habían adueñado en base a la intriga, la traición, la mentira, la violencia ejercida de manera brutal e inhumana en contra de la población y todo lo que de ellos era, todo lo que habían creado: conocimiento, cosmovisión, etc.

La historia oficial, durante muchos años, describió a Hernán Cortés como un valiente caudillo, que con tan solo 80 hombres había derrocado al poderoso imperio mexica. Se callaban la verdad; Cortés escapando de la ley, llegó a estas tierras, donde en base a la traición y mentira, se hizo de aliados a los gobernantes de pueblos descontentos, a los cuales nunca dijo que lucharían para que él, se hiciera del poder y riquezas.

Cortés hizo de la impunidad una normalidad: violó mujeres sin ton ni son, como dueño que era de su destino, las regalaba a su ejército, robó, destruyó y violo leyes, tanto españolas como las que regían en estas tierras.

El pretexto de la conquista por parte del imperio español fue el de evangelizar a los pobladores salvajes, idolatras de demonios. 

La destrucción y la violencia que ejercieron los españoles sobre la población de todas estas tierras fue de verdad salvaje e inhumana.  Hechos que la historia oficial calló y aún calla, minimiza o tergiversa.

La lucha contra los invasores nunca cejó, se dio sobre todo mediante el resguardo de nuestra raíz y conservando el amor a esta tierra. La resistencia  estuvo siempre. Nunca los pueblos indígenas perdieron su identidad no obstante persecución, tortura, violaciones, despejo, esclavitud y muerte.

De no ser por la resistencia, la lucha de independencia no hubiese germinado. De no ser por la lucha de resistencia, no existirían hoy los pueblos indígenas, el conocimiento ancestral, que fue guardado en la mente y corazones como el más grande tesoro.

Hidalgo y Morelos sabían todo esto, habían interiorizado la historia negra de la “conquista”, estaban contra el status quo establecido por la corona española.

Ambos hablaban lenguas indígenas, conocían y repudiaban los atropellos e injusticias contra los indígenas, contra los criollos, contra los negros, contra todo aquel que se atreviera a cuestionar o pensar.

 La historia nos dice que fue poco antes de la media noche del 15, cuando Hidalgo hizo tañer la campana, que era el llamado para que se reunieran sin tardanza en la iglesia. Ahí a la usanza ancestral indígena, dio Hidalgo la palabra; abajo el mal gobierno. Ahí los indígenas vieron materializarse la esperanza escondida, acallada por siglos, y gritaron junto a Hidalgo el grito guerrero por la justicia y la libertad.

Doscientos once años hace de estos heroicos e históricos hechos. Largo ha sido el camino de recuperar lo que es nuestro.

 Hoy nuestra patria, vive momentos extremadamente difíciles, la violencia y la impunidad imperan. Sin embargo, no hay que agachar la cabeza pensando que no hay remedio. Es momento de recordar quien somos, de respirar profundo, de llenarnos el corazón de nuestra esencia, de amor por esta tierra y todos nuestros compatriotas.

Recordemos a quienes lucharon para que México fuese un país independiente, recordemos cómo fue su amor por esta tierra y por los demás, lo que les dio fuerza para perder el miedo, les dio fortaleza interna para lograr lo que se creía imposible; vencer al imperio español, recuperar nuestro país, nuestra valía, la libertad. En vida, durante la lucha no recibieron honores, recibieron vituperios, fueron calumniados, torturados, excomulgados, sin embargo, nada logró doblegarlos

 Fueron muchos Hidalgos y Morelos, muchas Gertrudis Bocanegra Y Josefa Ortiz, muchas siguieron el ejemplo de la valiente guerrera indígena Eréndira defendiendo a su pueblo.  Nada ni nadie logró que hicieran los valores y los ideales a un lado, nadie logró corromperlos, eran hombres y mujeres íntegros, amorosos, que amaban la vida, luchaban por la libertad, la igualdad y la justicia.

No les fue fácil. Se lanzaron a la lucha sin armas, sin saber tácticas militares. Son de verdad ejemplo de valentía y amor los miles que dieron su vida, para que México no fuera más la Nueva España, sino México, y sobre todo que fuese un país para y de todos los mexicanos.

Honrarles es interiorizar y dar vida a los ideales por los que lucharon, los cuales en muchos casos han sido olvidados o traicionados.

Las comunidades indígenas están siendo despojadas de sus territorios para otorgar la propiedad   o concesión para la extracción de las riquezas del subsuelo a mineras privadas y/o extranjeras. Consorcios extranjeros se llevan toda la riqueza. La desigualdad y el racismo persisten.

Seguimos dando oro por cuentas de vidrio.

Ciertamente hay que festejar, es fiesta grande que México no pertenezca a otro país.  Festejémoslo y al gritar VIVA MÉXICO, interioricémoslo con tal fuerza, que nuestro grito lleve nuestro amor a nuestra tierra, dándole vida, no permitiendo la ultrajen, la acaben.

Gritemos fuerte y hagamos realidad el que viva México.