Inmoralidad o corrupción

Delfina Gómez Álvarez, actual Secretaria de Educación Pública. (Foto: especial)

Al revisar algunas notas periodísticas me enteré que la Maestra Delfina Gómez Álvarez, actual Secretaria de Educación Pública, siendo Presidenta Municipal Constitucional de Texcoco (1 de enero de 2013-13 de marzo de 2015), autorizó que se les descontara vía nómina, el 10% de su salario mensual, a cada uno de los integrantes  de un grupo de aproximadamente 200 trabajadores municipales, durante 72 quincenas, “hasta el mes de febrero de 2015, fecha en que solicitó licencia para buscar la candidatura del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) a diputada federal por el distrito 38 del estado de México”.

Conducta que le fue cuestionada en un debate público, cuando ella era candidata a gobernadora del Estado de México, en 2017, manifestando, que “un grupo de trabajadores, efectivamente, solicitó de manera voluntaria un descuento vía nómina y se hizo de manera tan legal que por eso están esos documentos”, posiblemente refiriéndose una carta de “solicitud de descuento” firmada por los trabajadores  en  la que indican que “por mi propio derecho y de manera voluntaria, se me realice el descuento del 10 por ciento de mi sueldo para ser transmitido al Grupo de Acción Política, mismo que deberá ser otorgado a la C. María Victoria Anaya Campos, por así convenir a mis intereses personales” (https://www.milenio.com/politica/delfina.gomez-retuvo-diezmo-trabajadores-beneficio-morena).

Aceptando sin conceder, que La Presidenta Municipal, en ese entonces, no percibió  nada anormal en la petición de ese grupo de trabajadores; pudiendo ser comprensible su actuación; sin embargo, no debemos olvidar que según información pública de su perfil profesional, antes de ser Presidenta Municipal; de 1982 a 1998 se desempeñó como profesora y directora de educación primaria, en su natal Texcoco, teniendo como parte importante de su trabajo reforzar los valores de sus alumnos, que habían adquirido en el seno familiar y con la palomilla del barrio. Por lo tanto, no se puede entender que La Maestra Delfina, se haya prestado a que se llevara a cabo un acto inmoral y de corrupción, ya que, en vez de orientar a los integrantes del mencionado grupo de trabajadores, a que reflexionaran en su decisión y establecieran prioridades, anteponiendo el interés de sus familias al de cualquier grupo político, del cual al final de cuentas ningún beneficio obtendrían, instruyó se procediera al descuento solicitado.  Posiblemente faltó una buena comunicación para que los involucrados cambiaran de opinión, haciéndoles saber que el 10% que dejarían de percibir les haría falta para adquirir un litro de leche y un kilogramo de tortillas o alguna medicina para un imprevisto, durante la quincena. “Un buen maestro debe ser ético en todas sus actuaciones, “sobre todo, debe ser ejemplar en su comportamiento”. “Se llama educador (a), a quien que modifica favorablemente la conducta del ser humano o las condiciones de vida de la comunidad.”

Por mucho que hubiese sido  la insistencia de ese grupo de trabajadores para que les descontara el 10% de su salario, La Maestra, hubiera asumido una actitud firme, para evitar que se cometiera un acto inmoral y de corrupción, con la autorización de los mencionados descuentos. Al menos que en ese momento la maestra se hubiera hecho suya la frase de que “la moral es un árbol que da moras” o bien,  hubiera sido invadida por el pensamiento del tirano tepaneca Maxtla, en vez de ser arropada  por el código de justicia del poeta y filósofo  Netzahualcoyotl. Con toda razón  “Lorenzo Córdova, consejero presidente del INE, calificó de “terrible y vulgar” la práctica de retener parte del sueldo de los servidores públicos, en este caso en el ámbito municipal, para desviar esos recursos a partidos políticos y candidatos, como ocurrió con la entonces candidata, Delfina Gómez, y Morena”. Lo preocupante de todo es que con esa concepción de las cosas con que se tomó la decisión de los mencionados descuentos, se establezcan las políticas educativas del país, principalmente en estos tiempos extraordinarios de la pandemia COVID-19.

Ahora entiendo la negligencia, apatía y corrupción con que se está administrando el servicio educativo nacional: Siguen existiendo las “cuotas voluntarias” con montos de hasta $ 1,700.00 (un mil setecientos pesos 00/100, M.N.), semestrales,  así como las “fichas” para tener derecho a inscribirse al inicio de cada ciclo escolar. Se continúa con la simulación en la selección de la mayoría de los docentes de nuevo ingreso y directores de planteles, acaban de hacer algunos nombramientos, que coincidentemente recayeron en quienes llevan años en el encargo, sin haber hecho nada trascendente para el mejoramiento  del aprendizaje; muchos planteles de las zonas marginadas siguen sin acondicionarse para las clases presenciales;  no existe seguimiento al programa de becas (no son todos los que están, ni están todos los que son); no se han depurado los expedientes laborales. Lo más triste y preocupante es la falta de planeación para recuperar el rezago educativo ocasionado por la falta de cumplimiento del calendario escolar, tanto por las frecuentes suspensiones sindicales en reclamo de sus derechos laborales, como por motivo de la pandemia. Siendo sinceros debemos aceptar que es difícil desarrollar un programa de estudios en 200 días de clase presenciales, en menos tiempo y a distancia resulta imposible hacerlo y no por falta de capacidad y voluntad de los docentes, sino por las desigualdades sociales existentes. Razón suficiente para reiniciar el proceso enseñanza-aprendizaje suspendido en marzo de 2020, rezago que puede disminuirse, mediante un trabajo extraordinario de lunes a sábado, es cuestión de voluntad de quienes controlan la educación. Hubo total impunidad para los funcionarios que abandonaron las escuelas durante año y medio, tiempo en que fueron robadas y vandalizadas. Por otra parte, resulta extraño que se hable de austeridad republicana, cuando en cada entidad federativa, se tiene una Delegación Federal de la Secretaría de Educación Pública y  en la mayoría de ellas representaciones de  Educación Media Superior Tecnológica Agropecuaria; de Educación Media Superior Tecnológica Industrial y de Servicios; y de los  Centros de Formación para el Trabajo, cuando bien, se puede coordinar actividades con las oficinas centrales de educación mediante una sola unidad administrativa.

Ante este panorama, es preocupante que se puedan repetir en la administración del servicio educativo nacional, algunas prácticas inmorales y de corrupción, similares a las que sucedieron en el Palacio de Gobierno de Texcoco, Estado de México. Que en lo económico serán saldadas con los impuestos de la clase trabajadora vía prerrogativas al  Partido de Regeneración Nacional, mientras que los autores intelectuales y materiales, lo más seguro es que siguen haciendo de las suyas. Ojala que las políticas públicas de la educación, no se inspiren en la imagen de algún soberano tepaneca, en lugar de sustentarse en el ejemplo y pensamiento  de los miles de docentes que han dejado los mejores años de su vida, en  el frio espacio de las aulas de los centros educativos.. De no corregirse el camino de corrupción e impunidad por el que transita la cuarta transformación, muchas de las nuevas generaciones, serán condenadas a formar parte de las cifras de los millones de mexicanos, que hasta ahora sólo son dueños de su propia fuerza de trabajo. El único medio para disminuir las desigualdades sociales, es la educación, de niñas, niños, adolescentes y jóvenes. “Moral indica que algo es correcto, aceptable o bueno en relación a la conducta de la persona, lo contrario es inmoral”.