Crisis o tragedia educativa

Maestros exigen el pago de adeudos. (Foto: ACG)

La prestación del servicio educativo nacional está debidamente estipulada en la Ley General de Educación y en los Tratados Internacionales firmados por el Estado Mexicano, en donde se garantiza el derecho constitucional a la educación, su administración, regulación y control, es responsabilidad de las autoridades educativas de la Federación, de los Estados, de la Ciudad de México y de los municipios. Su implementación es indispensable para el desarrollo  integral de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, con la adquisición, actualización, complementación y ampliación de sus conocimientos y capacidades, que los hagan competentes en el campo laboral, les facilite una movilidad social y puedan alcanzar mejores niveles de bienestar.

La normatividad es clara y precisa, yo diría que hasta sobrepasada en algunos de sus argumentos, no deja lugar a duda, sobre la responsabilidad de cada uno de los involucrados en la aplicación de la misma, para proporcionar un servicio educativo de calidad y excelencia, como había venido sucediendo hasta la década de los 60 del siglo próximo pasado, con la participación de mexicanos comprometidos que estuvieron al frente de su administración, como el abogado José Vasconcelos Calderón (1882-1959) y el filósofo y escritor Jaime Mario Torres Bodet (1902-1974), quienes fundaron y consolidaron la institución educativa nacional, respectivamente.

Avances que posteriormente fueron mermando paulatinamente con la utilización de la educación como un medio para acumular poder económico y político, por parte de los dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), organización sindical fundada el 30 de diciembre de 1943, en defensa de los derechos laborales de los trabajadores de la educación y para “el continuo mejoramiento de las condiciones económicas, sociales, laborales y profesionales de sus agremiados”; el abuso no ha tenido límite alguno, a tal grado que en un periodo aproximado de 40 años, el SNTE, tuvo sólo dos dirigentes, quienes fueron exigiendo cada vez, una mayor participación en las decisiones que son propias de la autoridad educativa.

Iniciándose un creciente deterioro en el proceso de enseñanza-aprendizaje, mismo que se agravó a partir del 18 de diciembre de 1979, con la fundación en Tuxtla Gutiérrez, Chips. de una nueva organización sindical denominada  Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), integrada por disidentes de la SNTE, que han venido  presionando a las autoridades educativas, para obtener su propia cuota de poder, mediante manifestaciones, bloqueos a las vías de comunicación o suspensiones prolongada de labores, limitando el crecimiento como humanos de niñas, niños, adolescente y jóvenes, de muchas  generaciones, ante la indiferencia y complacencia de los gobiernos en turno. Todas estas complicidades, han ocasionado que día de hoy, el Sistema Educativo Nacional, se encuentre sumido en la crisis más profunda de su historia, difícil de resolver a corto plazo y sin que se vea ninguna luz al final del túnel.

Las confrontaciones entre las corrientes disidentes y contra de las mismas autoridades educativas, por la reivindicación de los derechos laborales, han ocasionado bajo rendimiento académico de los alumnos de educación secundaria y media superior, tanto en matemáticas, como ciencia y lectura, en comparación con los alcanzados en otros países que también son miembros de La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); como lo revelaron los últimos  resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), ya no se diga de la situación académica que guardan los  alumnos de primaria, que en términos generales, se les dificulta realizar operaciones numéricas y de razonamiento aritmético; así como,  sintetizar un texto o elaborar algún escrito observando las reglas gramaticales.

Con la suspensión de las clases presenciales a partir de marzo de 2020,  por más de año y medio, las cuales fueron   sustituidas por clases a distancia, se hizo más visible la crisis educativa. Si antes con calendarios escolares de 185 o hasta de 200 días laborables y en clases presenciales, difícilmente se desarrollaban todos los temas de  los programas de estudios, no me imagino en qué grado se incrementó el rezago educativo, en comparación con otros países en donde las clases digitales no se prolongaron por tanto tiempo. Lo grave es que el rezago sigue incrementándose, las 15 horas/ semana/ presenciales que están teniendo los alumnos no cubren ninguna expectativa. Por otra parte, están agotados del aprendizaje receptivo, su cerebro está  saturado de tanta  información recibida y su autoestima a diario se desdibuja. Al parecer no existe  una estrategia, como lo marca la Ley General de Educación (“de presentarse interrupciones por caso extraordinario o fuerza mayor, la autoridad educativa tomará las medidas para recuperar los días y horas perdidos”),   para reiniciar clases presenciales, pero sobre todo voluntad por parte de las autoridades para poner  orden en la prestación del servicio educativo y tratar de disminuir el rezago que por décadas se han venido acumulando, el cual  se agudizó con la pandemia del COVID-19.

Lo que podemos  calificar hasta como tragedia es  lo que está pasando con la educación en nuestro estado, desde hace varios años se trabajan calendarios escolares de menos de 100 días, tiempo insuficiente para transmitir el 100% de los temas de los programas de estudios, además, que el último ciclo escolar, las clases no fueron presenciales, integrándose a las mismas, sólo aquellos alumnos que cuentan con las herramientas digitales. Pero por si fuera poco, desde hace más de 40 días, fueron suspendidas por completo las clases, los docentes han dedicado tiempo completo, para manifestarse públicamente porque no les han  pagado 3 quincenas y  algunos bonos, con la firme decisión de no regresar a las aulas,  hasta que se les cubran todos los adeudos. Desconozco a fondo el problema de los pagos pendientes. Pero, lo que  puedo afirmar, es que existen responsables, que puede ser quien contrató sin disponer de los recursos presupuestales, quien autorizó la desviación  de los mismos  para  pagar otros compromisos no programados o de plano  quien se los robó, dejando dichos pagos pendientes. Con la plena confianza de que la presente Administración Federal tiene como lema “borrón y cuenta nueva”, y se pueden pasear libremente sin  importarle que las nuevas generaciones  de profesionistas no desarrollaron plenamente sus capacidades a causa de la corrupción e impunidad en que vivimos los mexicanos. 

La crisis se torna cada vez más compleja, predominando la incertidumbre por lo que vaya a suceder con el desarrollo de la pandemia del COVID-19 y con el  futuro profesional de las niñas, niños, adolescente jóvenes, nacidos durante el periodo comprendido 1998-2021,  quienes llevaran hasta sus actividades laborales  las deficiencias de los procesos de enseñanza-aprendizaje, manchados por la ineptitud y negligencia de las autoridades educativas en turno y por la ambición y ansias de poder político y económico de los grupos sindicales.

“La confrontación entre grupos políticos, son como las rencillas domésticas, procuran no aniquilarse, porque persiguen el mismo fin” (Ortega y Gasset).