Machismo y misoginia

El problema del machismo de ninguna manera es nuevo. (Foto: especial)

La Real Academia Española (RAE) escuetamente define al machismo como “la actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres”, sin meterse en mayores complicaciones. Buscando un poco  más en sitios especializados podemos leer que “se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el género femenino”. En lenguaje no técnico se puede decir que el machismo es un tipo de violencia que discrimina a la mujer o, incluso, a los hombres homosexuales.

El problema del machismo de ninguna manera es nuevo, si bien no está en el código genético del homo sapiens si  lo podemos rastrear hasta el inicio de la misma civilización,  señaladamente en los tiempos bíblicos, también en la Grecia clásica, en el Imperio Romano, en la alta y baja Edad Media y en prácticamente todas las culturas habidas y por haber.

Bien sea de manera evidente o de forma más o menos sutil la realidad es que a lo largo de la historia de la humanidad el machismo ha estado presente en prácticamente todos los aspectos de la vida social. Para colmo, en algunos países donde  la religión oficial es el Islam la mujer tiene extremadamente acotados sus derechos, al grado de que apenas supera la categoría de mueble o en el mejor de los casos es considerada como una fábrica de niños.

Incluso en un pasado muy reciente se negaba el derecho a voto de la mujer. En algunos países, por otra parte, todavía se castiga el adulterio de la mujer con la pena de muerte, cuando a los hombres no les corresponde la misma pena.  En nuestro medio, estoy hablando de México, la sumisión de la mujer a su marido aún suele ser vista como un valor positivo. No falta algún despistado, por decirlo amablemente,  que sostenga que una mujer alcanza su plenitud cuando se casa y se convierte en ama de casa para atender a su esposo y a sus hijos.

México es un país donde existen muchas leyes, las hay de todo y para todo; resulta que  existe una  Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación (LFPED) expedida por las autoridades legislativas  desde el sexenio de Felipe Calderón, en ella se  considera a la misoginia como una conducta discriminatoria, en el mismo estatus que la homofobia, la xenofobia, la segregación racial y el antisemitismo.

También existe una  Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV, 2006) en el artículo, 5 fracción XI donde se considera a la misoginia como una conducta discriminatoria, en el mismo estatus que la homofobia, la xenofobia, la segregación racial y el antisemitismo, Y  se refiere la misoginia como:“…conductas de odio hacia la mujer y se manifiesta en actos violentos y crueles contra ella por el hecho de ser mujer”.

La palabra misoginia viene del griego y significa, sin adornos,  detestar a la mujer. Su aplicación es muy amplia y se utiliza para referirse a toda clase de creencias o expresiones emocionales, psicológicas e ideológicas de aversión y odio hacia las mujeres y a todo lo femenino.

La misoginia, tema asociado, diríase que gemelo del machismo,  la encontramos en todas aquellas  culturas o sociedades que consideran a las mujeres inferiores a los hombres y les atribuyen, en el mejor de los casos, un rol centrado en la reproducción de la especie humana, en el cuidado de hijos/as y en el hogar. Por lo  anterior, en esas sociedades el futuro de las mujeres  apunta a la  subordinación, sometimiento que fácilmente deriva en violencia e incluso crímenes contra las mujeres.

El problema de la misoginia es grave, muy grave, imposible abordarlo en toda su extensión en un articulo. Está íntimamente ligado a la educación, formación  y modelado  de las mentalidades de los niños  y comienza a construirse desde su infancia. El niño crece, me atrevo a decir que en la inmensa mayoría de los casos, en hogares donde existe un ambiente de descalificación, opresión y violencia contra las mujeres: asignación desigual del trabajo doméstico, al crecer las mujeres  se enfrentan a una inequidad de oportunidades y salarial en el ámbito laboral, hay violencia docente y sexual en las aulas, en muchos pueblos  violencia comunitaria y todo lo anterior deriva en eventos de violencia física, sexual y feminicidios.

Gran problema. ¿Solución? Solo a largo plazo, apostar por la educación, transformarla radicalmente hasta alcanzar niveles de excelencia. ¿Factibilidad en México? Cercana al cero.