La conducta humana

“La corteza o córtex cerebral la que recibe, integra y procesa, dicha información; además, de enviar diferentes señales que regulan múltiples facetas de nuestra conducta”. (Foto: especial)

Los seres humanos actuamos en función de la información que adquirimos en los diferentes espacios de convivencia, a través de nuestros cinco sentidos, siendo “la corteza o córtex cerebral la que recibe, integra y procesa, dicha información; además, de enviar diferentes señales que regulan múltiples facetas de nuestra conducta”. Hipócrates aseguraba que “gracias al cerebro podemos razonar, experimentar sentimientos y emociones. En definitiva, todo lo que somos ocurre en el cerebro”. Con el oído captamos los ruidos y sonidos a través de las vibraciones que posteriormente interpreta la corteza, prestando atención sólo a lo que deseamos o nos interesa escuchar. Con la vista, percibimos el mundo exterior en un acto tan simple como abrir los ojos. Por medio de la luz, vemos superficialmente, el color, la forma, tamaño, textura, distancia, posición o movimiento y demás características de los objetos que nos rodean; si tomamos parte del objeto y dirigimos la vista sobre algo que nos interesa, estaremos mirando algo especifico del mismo, “ello para atender, pensar, juzgar, consultar, buscar o informarnos  del objeto; como segundo acto y al realizar esto, prestamos atención a lo que queremos analizar  o examinar y estas dos premisa de ver y mira nos conducen a la  observación, la cual es el l primer paso del método científico de investigación. “Las personas que mayores conocimientos poseen saben observar lo que nadie ve”. En tercer lugar, tenemos el sentido del tacto que nos permite percibir cualidades de los objetos, sentir presión, dureza, texturas, temperaturas, vibraciones y sensaciones de dolor y recibir e interpretar estímulos a través del contacto con la piel. Por otra parte, mediante el gusto detectamos sustancias a través de los receptores gustativos, como los cinco sabores básicos: ácido, amargo, dulce, salado y umami; además, poder identificar los sabores de los alimentos; el olfato, es de vital importancia para nuestra supervivencia porque es mediante los quimiorreceptores que podemos detectar los olores y la humedad del medio ambiente, el aroma de las personas que amamos y hasta respirar las partículas de la vida.

Toda la información que llega y se procesa en el cerebro junto con la influencia del medio ambiente natural y social, resulta determinante para que tengamos una percepción sensorial o extrasensorial, psicológica y filosófica propia del mundo que nos rodea. Un aprendizaje o proceso de adquisición de conocimientos, habilidades, valores y actitudes que posibilitan el estudio, la enseñanza o la experiencia y el cambio relativamente invariable de la conducta personal. Un lenguaje que nos sirve para comunicarnos con nuestros semejantes y expresar nuestros pensamientos, emociones y sentimientos a través de diversos sistemas de signos orales, escritos o gestuales. Un pensamiento, que surge de un proceso mental, que comprende las fases de observación, reflexión y razonamiento y que se exterioriza a través del lenguaje, oral o escrito, aunque puede quedar sin expresarse, siendo un reflejo de la realidad individual que puede o no coincidir con la realidad objetiva. Una atención que nos sirve para crear, guiar y mantener nuestro cerebro activo de manera que podamos procesar correctamente la información. Una memoria en la que almacenamos toda la información que llega a nuestro cerebro y que nos permite recuperarla a corto y largo plazo de manera voluntaria, para recordar hechos, ideas, sensaciones, relaciones entre conceptos y todo tipo de estímulos que ocurrieron en el pasado. Una motivación que nos impulsa a realizar determinadas acciones y persistir en ellas hasta su culminación. Un motivo o la razón que provoca la realización o la omisión de una acción. Por último,  unas reacciones orgánicas llamadas emociones, que todos experimentamos cuando respondemos a ciertos estímulos externos que nos ayudan a adaptarnos a una situación determinada y que, generan una alteración del ánimo de corta duración, pero, de mayor intensidad que los sentimiento, los cuales son más duraderos,  entre las emociones más comunes que experimentamos, tenemos, el amor, el miedo, la ira, la alegría, la tristeza, la sorpresa, la alegría, la vergüenza, la aversión y la felicidad.  

Toda esta información captada mediante los procesos biológicos y psicológicos determinan la conducta humana. La forma de conducirse en relación con las costumbres y normas que se consideran buenas para vivir en armonía con el medio ambiente, utilizando los conocimientos adquiridos para resolver los problemas diarios y mejorar la calidad de vida. Pero, cuando existen desigualdades en la distribución de la riqueza y del poder político, como sucede en nuestro país, no se puede esperar que haya estabilidad en el comportamiento social. Cuando a diario en los espacios de la mayoría de las familias, se escuchan, se ven y se sienten las carencias de todo tipo (ingreso, empleo, alimentos, medicinas). Es complicado, suena faraónico lograr una vida digna, libre de discriminaciones y de humillaciones, al haber nacido de los llamados “menos favorecidos” gastados y lastimados, a pesar de los grandes avances de la ciencia, producto del trabajo y esfuerzo de muchas generaciones.

En los centros de enseñanza pública, los alumnos observan y sienten las limitaciones de la infraestructura física, técnica y administrativa con que cuenta El Sistema Educativa Nacional y que pretende otorgarles  una educación de calidad que permita desarrollar sus  competencias para ser competitivos en el campo laboral; además, escuchan, sienten y son testigos del sufrimiento de sus padres para cumplir con las disposiciones anticonstitucionales de pagar “fichas de inscripción” cada ciclo escolar e “inscripciones”  al iniciar cada semestre escolar, haciendo una utopía la educación gratuita, como lo pretendieron los constitucionalistas. También escuchan que muchos funcionarios y trabajadores de la educación no cumplen con los requisitos para el desempeño de su encargo correspondiente y que la educación se ha venido utilizando con fines políticos. Pero, lo más triste, es que la mayoría de los planes y programas de estudio no están actualizados a las necesidades del sector productivo, ocasionando desempleo o subempleo profesional. Profesionistas trabajando en actividades que no les gustan y para las que no tienen habilidades desarrolladas. Por otra parte, se ve, se escucha y se lee, información que transmiten los medios de comunicación, que hablan de la corrupción hormiga que se sigue dando en algunas administraciones públicas y programas de bienestar; la impunidad con que se aplica la justicia, principalmente a quienes han acumulado riqueza y poder robando al pueblo, ante la complicidad de las autoridades en turno. Empleados de los tres poderes de gobierno, exigiendo públicamente el pago de un salario devengado e infinidad de haciendas municipales y estatales en banca rota. Como si todo eso fuera poco, cada proceso político-electoral, aparecen los personajes de siempre, quienes han establecido las desiguales reglas del juego, solicitando el voto de los pobres para seguir ocupando algún cargo de elección popular, transando como siempre al pueblo bueno y noble de la clase trabajadora.

Ante este panorama, de descomposición social, donde impera la corrupción y la impunidad, el pueblo ha sido prudente, manifestando una conducta responsable y patriótica. Toca a los dueños del dinero y del poder político un cambio de conducta en sus acciones, para que las reglas del juego en la distribución de la riqueza y el poder sea menos desiguales y se siga manteniendo la esperanza de paz y la tranquilidad social.